¿Qué sucede cuando morimos? El budismo nos da estas respuestas

Si creciste en el occidente, probablemente te enseñaron que cuando muramos, iremos al cielo o al infierno. El budismo, sin embargo, ofrece una visión diferente de lo que sucede después de la muerte.

La visión budista de la muerte

El budismo dice que cuando morimos, la mente que se ha desarrollado y condicionado para esta vida se restablece en un nuevo ser. El nuevo individuo entonces crecerá una nueva personalidad que está condicionada por esas circunstancias de la vida.

Este proceso de morir y restablecerse continúa hasta que uno llega al Nirvana , un estado de iluminación que no desea ni anhela sino que simplemente vive en paz y con amor.

¿Cómo va la mente de un cuerpo a otro?

Cuando uno se está muriendo, perderán el control de sus procesos mentales. Durante este tiempo, se liberan las acciones y hábitos en sus memorias. Dependiendo del karma de esta persona, comenzarán a ver imágenes, que serán imágenes aterradoras, imágenes de seres queridos o bellezas escénicas. A pesar de que el cuerpo físico es débil, pueden gritar estas visiones.

Cuando el cuerpo se descompone en el punto de la muerte, estas energías se liberan como energía mental. La energía no puede ser destruida y por lo tanto, esta energía tiene que restablecerse en un nuevo cuerpo.

Es casi como ondas de radio que están hechas de energía a diferentes frecuencias, que viajan a través del espacio para ser captadas por un receptor adecuado.

¿Uno siempre renace como ser humano?

Según el budismo, hay varios reinos diferentes a los que uno puede ser transportado. Algunos pueden renacer como animales, mientras que otros humanos. Nada en el universo es permanente y por lo tanto este estado de existencia no puede durar para siempre y el renacimiento ocurre una y otra vez.

¿Qué decide dónde renaceremos?

El factor más importante, según los textos budistas, es el karma. El karma es más complejo que simplemente cosechas lo que siembras. Hay 11 leyes del karma que pasan por diferentes factores, como tu esfuerzo, tu amabilidad con los demás y tu intención. Por lo tanto, el tipo de persona amable y amorosa renacerá en un reino celestial o como un ser humano en un ambiente cómodo.
De hecho, puede haber alguna evidencia científica que respalde la visión budista de la muerte. Durante los últimos 30 años, los parapsicólogos han estado estudiando informes de que algunas personas tienen vívidos recuerdos de sus vidas anteriores. El profesor Ian Stevenson, del Departamento de Psicología de la Universidad de Virginia, ha descrito docenas de casos de este tipo en sus libros. Él es un científico acreditado cuyo estudio de 25 años de personas que recuerdan vidas anteriores es una evidencia muy sólida para el renacimiento.
Compartimos las palabras de Muy Ven. Lama Geshe Tsering Palden:
LA PREPARACIÓN PARA LA MUERTE
En los textos, la muerte se define como el agotamiento de los méritos y condiciones que en su día, se reunieron para que existiera una vida. A pesar de todos los estudios científicos realizados, no se ha podido dar con el “método” que consiga evitarla. Todos lo sabemos. En realidad, es inherente a la vida: se nace, se envejece y se muere. Sin embargo, desde hace miles de años, en las enseñanzas de Buda – el Dharma – la muerte, su proceso paso a paso, sus causas y sus consecuencias están ya minuciosamente descritas.
De todo lo que nos vaya a suceder, la muerte es lo más difícil de aceptar y, sin embargo, llegado el momento, será inevitable y no habrá nada que pueda detenerla. Por eso, es necesario que nos preparemos. ¿Qué quiere decir prepararse? Desde luego, no se trata de reunir nuestras posesiones y de hacer las maletas con ellas, porque, aparte de la mente, en ese viaje no podremos llevar nada con nosotros.
Al decir “prepararnos”, estamos refiriéndonos a familiarizarnos con la experiencia de la muerte durante la meditación. Esta práctica impedirá que surjan, cuando llegue el momento, emociones perturbadoras como el miedo a lo desconocido o la tristeza por tener que abandonar nuestras posesiones, parientes, amigos, o este cuerpo por el que nos sentimos tan aferrados.
Hay signos que nos indican que el tiempo de vida se está acabando, por ejemplo, las medicinas ya no dan resultado, los amigos no nos tratan como de costumbre y surgen la tristeza y la nostalgia. En la cultura tibetana, la tradición es hacer mantras, ofrecimientos, muchas prácticas virtuosas, con el propósito de ofrecer méritos para la curación de los enfermos, y si esto ya no funciona, se ha agotado la energía de los méritos acumulados.
EN ESOS MOMENTOS, LO ÚNICO QUE SIRVE ES TENER UNA MENTE PREPARADA PARA NO SUCUMBIR AL MIEDO QUE NOS HAGA OLVIDAR EL COMPORTAMIENTO MÁS BENEFICIOSO PARA NOSOTROS EN ESOS MOMENTOS.
Al emprender un viaje es conveniente conocer el camino para poder hacer el trayecto con confianza; de lo contrario, podríamos perdernos y asustarnos. Lo mismo ocurre con el proceso de la muerte. Si conocemos las etapas por las que tendremos que pasar, llegado el momento, aunque estemos inconscientes, nos encontraremos con un camino conocido y esta circunstancia hará que tengamos más coraje, más confianza y no nos dejemos llevar por el pánico; de lo contrario, todo nos resultará desconocido y frente a lo desconocido, nuestra forma normal de reaccionar es con miedo, lo que nos hará perder el control y nos impedirá llevar a cabo los actos necesarios que nos puedan ayudar en ese momento.
En general, nuestra vida se desarrolla de forma programada: empezamos en la escuela, estudiamos una carrera, después encontramos un buen trabajo, nos casamos y formamos una familia, etc., y siempre tenemos muchas ocupaciones. Pensamos : «Bueno, ahora no es el momento de prepararme para la muerte porque estoy estudiando, y luego, porque estoy trabajando, y ahora tampoco porque tengo que cuidar a mi familia«. No nos limitamos a satisfacer nuestras necesidades básicas, sino que nos creamos más, siempre a nivel mundano,  y siempre diciéndonos: “Después, más tarde”. Dado que en cualquier momento nos puede llegar la muerte sin habernos preparado, este comportamiento resulta totalmente erróneo. Había en Sera – uno de los grandes Monasterios de Tibet – un lama con un alto nivel de realizaciones que siempre decía: «Mira, esta mañana soy un monje viejo y esta tarde seré una persona joven». Lo que quería decir es que no podemos saber lo que va a suceder en el próximo minuto, ni de la mañana a la tarde. Este lama vivía teniendo siempre presente la muerte y sabía que, con una buena preparación, se entra tranquilo, sin miedo ni temor.
Fuentes: diapordiamesupero.com y budismotibetano.es

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