Frases de Santa Rosa, primera santa de América: enseñanzas, milagros y oraciones

Santa Rosa, primera santa de América, solía decir: “Cuando servimos a los pobres y a los enfermos, servimos a Jesús”. Santa Rosa de Lima (1586-1617), patrona de Perú, América y Filipinas, pasaba gran parte del tiempo recluida en su ermita, pero no menos cierto es que se daba tiempo para ir a la iglesia de la Virgen del Rosario, o para atender a los enfermos abandonados o a los esclavos maltratados. En medio de esas labores conoció a San Martín de Porres, con quien compartía el afán de asistir a quienes, por su sufrimiento, eran otros Cristos, escarnecidos y llagados. Ambos santos se harían buenos amigos.

A pesar de que sus padres intentaron casarla, ella se negó y defendió su vocación particular. Así, el 10 de agosto de 1606, Rosa, cuyo nombre era Isabel Flores de Oliva, ingresó como Terciaria en la Orden de Santo Domingo, siguiendo los pasos de Santa Catalina de Siena, su “maestra espiritual”. Y a  sugerencia de un sacerdote dominico, aceptó que la llamaran ‘Rosa de Santa María’.

Rosa recibió una esmerada educación -con un acento especial en la formación espiritual-, gracias a la cual tuvo noticia de la figura y legado de Santa Catalina de Siena, a quien admiraría toda su vida.

Ella era muy consciente de cuán difícil es dominar el ego y la vanidad, así como preservar el corazón exclusivamente para Dios. Por eso realizaba intensos ayunos y pasaba las noches en vela haciendo oración por quienes se habían cerrado a Dios.

Con la ayuda de su hermano Hernando, Santa Rosa construyó una ermita en un rincón del huerto de su casa; allí oraba y meditaba. En soledad, de jueves a sábado, comenzó a tener experiencias místicas: la primera de ellas, conocer los sufrimientos de Jesús en la Pasión.

En 1615, un grupo de piratas quiso atacar la ciudad de Lima. Se trataba de hombres atraídos por las leyendas sobre sus tesoros y riquezas. Estando sus barcos anclados frente al Callao, Santa Rosa y otras mujeres acudieron a la iglesia de la Virgen del Rosario para rezar ante el Santísimo Sacramento y pedir a Dios que librara del saqueo a la capital.

La santa se quedó delante del sagrario con ánimo de protegerlo. No estaba dispuesta a permitir que alguien se acerque a él con ánimo de profanarlo. Si la ciudad caía en manos del enemigo, ella entregaría la vida.

Un par de días después, corrió la noticia de que el capitán de la embarcación pirata había muerto, y que su barco se había retirado. Los limeños, entonces, ya no tenían dudas sobre Rosa: esto había sido un milagro y ella era su intercesora.

Santa Rosa de Lima era una joven muy bonita, pero ella no presumía esto, sino que, al contrario, llegaba a despreciar su propia belleza. Además, siempre tuvo una vida sencilla y modesta. Ella se caracterizaba por su generosidad, solidaridad y compasión. Siempre estaba dispuesta a ayudar a los pobres, enfermos y esclavos; incluso, compartía lo que tenía con los más necesitados. La santa peruana ayudaba en las labores de su hogar, visitaba a los enfermos para atenderlos y apoyaba a sus padres en tareas del huerto y de costura. Ella dedicaba la mayor parte de su día a trabajar, orar y ayudar a los demás. Rosa nunca dejaba de alabar a Dios, su amor desbordaba y siempre daba fe de las bondades que recibía del Señor. Ella entendía la oración como el comunicarse con el Padre y sentir su presencia, bondad y amor. Isabel Flores de Oliva tenía mucha confianza en la bondad y misericordia de Dios. Ella creía en el perdón de los pecados mediante el sacrificio y la entrega total a los más necesitados.

Rosa de Lima fue canonizada por el Papa Clemente X en 1671, convirtiéndose en la primera santa de América. El mismo Pontífice la declaró patrona principal del Nuevo Mundo (América), Filipinas e Indias Occidentales. “Probablemente no ha habido en América un misionero que con sus predicaciones haya logrado más conversiones que las que Rosa de Lima obtuvo con su oración y sus mortificaciones”, señaló el Papa Inocencio IX refiriéndose a ella.

En 1992, el Papa San Juan Pablo II, de visita en Perú, dijo que la vida sencilla y austera de Santa Rosa de Lima era “testimonio elocuente del papel decisivo que la mujer ha tenido y sigue teniendo en el anuncio del Evangelio”.

Cada 30 de agosto se celebra de manera universal a Santa Rosa de Lima (1586-1617).

Compartimos las mejores frases de Santa Rosa:

“El amor es duro, pero es nuestra esencia. Eso es lo que nos eleva por encima del resto de las otras criaturas”.

“Aparte de la cruz, no hay otra escalera por la que podamos llegar al cielo”.

“La gracia va acompañada de la cruz”.

“Amemos a Dios, a Dios amemos. Amor es Dios, Dios es amor”.

“El don de la gracia aumenta a medida que la lucha aumenta”.

“Cuando servimos a los pobres y a los enfermos, servimos a Jesús. No debemos dejar de ayudar a nuestros vecinos porque en ellos servimos a Jesús”.

“Conozcan todos que la gracia sigue a la tribulación. Sepan que sin el peso de las aflicciones no se llega a la plenitud de la gracia”.

“Ya no podía el alma detenerse en la cárcel del cuerpo, sino que se debía romper la prisión y, libre y sola, con más agilidad, debía ir por el mundo, proclamando el amor de Dios”.

“¡Oh, si conociesen los mortales qué gran cosa es la gracia, qué hermosa, qué noble, qué preciosa, cuántas riquezas esconde en sí, cuántos tesoros, cuántos júbilos y delicias!”.

“El don de la gracia aumenta a medida que la lucha aumenta”.

 

Oraciones

Gloriosa Santa Rosa de Lima,
tú que supiste lo que es amar
a Jesús con un corazón tan fino
y generoso enséñanos tus grandes
virtudes para que, siguiendo tu ejemplo,
podamos gozar de tu protección
en la tierra y de tu compañía en el cielo.
Amén

Oh, Santa Rosa de Lima, que dedicaste tu vida al servicio de los más desfavorecidos, escucha mi humilde súplica. Te ruego que extiendas tu compasión a quienes sufren y carecen de recursos. Implora al Señor que alivie sus penas y cubra sus necesidades. Ayúdame a ser un instrumento de tu amor en el mundo, mostrando generosidad y bondad hacia aquellos que lo necesitan. Amén.

Santa Rosa de Lima, luminosa estrella en el cielo de la fe, te encomiendo mi camino. Intercede ante Dios para que tu luz ilumine mis pasos y me guíe por senderos de amor y virtud. Te pido que protejas mi vida y la de mis seres queridos, y que nos sostengas en momentos de dificultad. Concede, Santa Rosa, que, siguiendo tu ejemplo de entrega y humildad, podamos alcanzar la paz y la gracia divina. Amén.

Protege a la Iglesia, sostén a las almas buenas y aparta del pueblo cristiano las tinieblas de los errores, para que brille siempre majestuosa la luz de la fe y para que Jesús, vida nuestra, reine en las inteligencias de todos los hombres y nos admita algún día en su eterna y dichosa mansión. Amén.

Gloriosa Santa Rosa de Lima, tú que supiste lo que es amar a Jesús con un corazón tan fino y generoso, enséñanos tus grandes virtudes para que, siguiendo tu ejemplo, podamos gozar de tu protección en la tierra y de tu compañía en el cielo. Amén.

Querida Santa Rosa, tú que conociste la lucha y la adversidad, sé mi amiga y confidente en los momentos difíciles. Con tu fuerza interior y tu fe inquebrantable, enfrentaste pruebas que parecían insuperables. Te ruego que me concedas esa misma fortaleza para superar mis desafíos y mantener mi confianza en Dios. Ayúdame a aceptar con humildad y paciencia aquello que no puedo cambiar, confiando en que todo está bajo la mirada amorosa del Creador. Amén.

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