Frases de Mama Antula: primera santa argentina. Reflexiones, historia, milagros y oraciones

Argentina ya tiene su primera santa, Mama Antula, la laica consagrada que ha sido elevada a los altares el 11 de febrero de 2024. Mama Antula (en quichua santiagueño), fue una laica consagrada cristiana, fundadora de las Hijas del Divino Salvador. Mama Antula involucró a un sinfín de personas y fundó obras que perduran hasta nuestros días. Pacífica de corazón, iba ‘armada’ con una gran cruz de madera, una imagen de la Virgen de los Dolores y un pequeño crucifijo al cuello que llevaba prendida una imagen del Niño Jesús.

María Antonia de Paz y Figueroa, tal era su nombre, nació en el año 1730, en la localidad de Villa Silípica, antigua encomienda de indígenas de la actual Provincia de Santiago del Estero.

A los quince años hizo sus votos y vistió el hábito consagrándose a la oración. Luego realizó sus ejercicios espirituales en el convento de los padres de la Compañía de Jesús de aquella ciudad.

En 1760, ya en Santiago del Estero, María Antonia de Paz y Figueroa reunió a un grupo de chicas jóvenes que vivían en común, rezaban, ejercían la caridad y colaboraban con los padres jesuitas. En aquel entonces se las llamaba “beatas” (actualmente llamadas laicas consagradas). Durante veinte años María Antonia estuvo al servicio de los jesuitas, asistiéndolos especialmente en las tareas auxiliares de los ejercicios espirituales.

Cuando se produjo la expulsión de esa orden en 1767, María Antonia pidió al mercedario fray Diego Toro que asumiera las tareas propias de la predicación y la confesión, mientras que ella se ocuparía con sus compañeras del alojamiento y las provisiones para continuar con los ejercicios espirituales. La amistad con los jesuitas la siguió manteniendo vía epistolar. Mientras tanto, continuó su tarea evangelizadora en las parroquias de Salavina, Soconcho y Silípica. Su figura ya era familiar, siendo conocida en su pueblo como la “Mama Antula” (en quechua, por “Mamá Antonia”).

Con autorización del obispo del Tucumán, Juan Manuel Moscoso y Peralta, predicó y realizó una caminata evangelizadora por toda la diócesis. Recorrió las actuales provincias argentinas de Santiago del Estero, Tucumán, Salta, Jujuy, nuevamente Tucumán, Catamarca y La Rioja. En 1777 llegó a Córdoba y finalmente arribó a Buenos Aires en septiembre de 1779. La provisión episcopal concedida le permitía solicitar limosnas, pudiendo fundar casas de recogimiento, realizar ejercicios y propender a “reformar las costumbres” por lo que se la exhortaba a que continuase tan altos fines.

“Mama Antula” era una mujer con un estilo muy peculiar. Los viajes los hacía caminando descalza y pidiendo limosnas. No quedan testimonios de cuántas veces preparó ejercicios en algunas ciudades, pero solo en San Miguel de Tucumán se hicieron sesenta. A pesar de sus viajes por montañas, desiertos y parajes que desconocía, jamás sufrió percance alguno. En Catamarca padeció una enfermedad y fue desahuciada por el médico. “Me encomendé al Sagrado Corazón y me encontré curada pronto, sin ningún remedio”, aseguró. Una vez se rompió una costilla, en otra ocasión se dislocó un pie “pero fui curada una y otra vez por una mano invisible”, repetía.

Con 49 años decidió trasladarse a Buenos Aires para llevar los beneficios de su labor. Caminó junto con sus compañeras alrededor de dos meses hasta llegar a esa ciudad, lo que implicó un viaje de 140 leguas, equivalente a 700 kilómetros.

Sin embargo en Buenos Aires no fue muy bien recibida: la gente viendo a aquella mujer que había entrado a la ciudad con los pies descalzos, con una cruz de madera en las manos, exhortando por las calles a la penitencia e invitando al retiro de los Ejercicios espirituales, la tuvieron por persona extraviada, tratándola de loca, borracha, fanática y hasta de bruja. Los niños de las afueras de la ciudad al verla llegar con un mal aspecto por el largo viaje, comenzaron a apedrearla y abuchearla. ​María Antonia debió refugiarse en la iglesia de la Piedad, tanto para librarse de ellos como para encomendarse a la Virgen de Nuestra Señora de los Dolores, de la que era muy devota.

El virrey Vértiz se opuso a su petitorio de abrir una casa para dar ejercicios. De igual manera, el obispo diocesano fray Sebastián Malvar y Pinto, le demostró desconfianza y postergó la respuesta por nueve meses,12​mientras solicitaba informes sobre María Antonia. Queriendo probar su espíritu, trató de disuadirla. Sin embargo, ella resistió todas estas pruebas con valerosa intrepidez.

Obteniendo el consiguiente permiso, en agosto de 1780, recién comenzó a dar los primeros ejercicios espirituales ante veinte personas, pero ese número creció de tal manera que pronto se calculaba en miles las almas que las recibieron, siendo insuficientes las casas donde las brindaba. Luego el obispo no solo le dio autorización sino que además se convirtió en un gran admirador y le dejó un nada despreciable legado.

Terminantemente opositor fue el virrey Vértiz, dada su antipatía visceral hacia todo lo que fuese jesuítico. En esa actitud firme permaneció por dos años y con poderes sobre el terreno religioso, le negó a María Antonia la autorización para organizar los ejercicios espirituales. Hubo un gran revuelo en ese entonces y solo se hablaba de ella, ya que realizaba los ejercicios de forma clandestina en casas alquiladas por el obispo a algunas familias concurrentes a la iglesia.

Al descubrirse oficialmente sus prácticas, María Antonia se vio obligada a tener una reunión con el virrey.

Una que vez que esto se hizo oficial, la gente de la nobleza y personas de alto poder económico y social, que proliferaban en aquel entonces y que no tuvieron que ocultarse para concurrir a los ejercicios, realizaron grandes donaciones a María Antonia para poder realizar la construcción de la actual Santa Casa de Ejercicios Espirituales.

Su prestigio creció rápidamente llegando a convertirse en el oráculo de la ciudad, que todos consultaban, anhelando las mismas autoridades servirla en lo que fuese menester para sus ejercitantes.

Sus restos se encuentran enterrados en la Basílica Nuestra Señora de la Piedad, ubicada en el barrio de San Nicolás, en pleno centro de Buenos Aires.


Milagros

En marzo de 2016, el papa Francisco aprobó la realización de un milagro en 1904, la curación de una colecistitis aguda a la hermana Rosa Vanina de la Congregación de “Siervas del Divino Salvador”,8​ que fuera fundada con posterioridad a la muerte de María Antonia, bajo su legado. De esta manera, se oficializó la beatificación de Mama Antula en ese año.

A fines de 2018, se cerró el proceso canónico de un milagro de María Antonia de Paz y Figueroa, ocurrido en la Arquidiócesis de Santa Fe de la Vera Cruz. Se trató de un hombre de esa provincia que sufrió un ACV y había sido diagnosticado sin esperanzas de sobrevivir. Dicho paciente tuvo una recuperación inesperada, sin explicación lógica desde lo científico. Las investigaciones fueron enviadas a la Santa Sede en Roma, para que ser analizadas por los cuerpos profesionales y teológicos.​ Este milagro se aprobó y pasó a ser el segundo milagro conseguido por intercesión de Mama Antula, milagro que la declaró santa.​ También el Papa antes de la canonización de Mama Antula reportó que hay por lo menos un posible milagro más que también se estaba investigando.

Mama Antula se convirtió en la primera santa argentina.


Frases de Mama Antula

La paciencia es buena pero más la perseverancia.

Quisiera andar hasta donde Dios no fuese conocido.

Cuánto cuesta lo bueno, y tanto más cuanto es mayor su bondad. Esto debe alentar nuestra esperanza.

Confiando en aquel Señor que todo lo puede, dar tiempo al tiempo, con paciencia y penitencia.

Dios tiene entrañas de Piedad y Misericordia para premiar a los constantes.

Dios nuestro Señor es el que ha de disponer las cosas a mayor honra y gloria suya y bien de nuestras almas, como tan amante de ellas.

Nuestro Señor tenga en paz y descanso a los difuntos, y a nosotros cuando nos saque de este miserable mundo nos lleve a acompañarlos en la Patria Celestial.

Les estimo a todos mis Padres sus memorias y sobre todo sus santas oraciones, que les suplico continúen siempre por mí con eficacia, para que en todo cumpla yo la voluntad de Dios

No obstante de que todas las noches pienso amanecer muerta, me hallo con ánimo bastante para correr todo el mundo y llevar los santos Ejercicios a todas las partes donde Dios es conocido.

Hágase su divina voluntad y sea alabado eternamente.

La Divina Majestad les aumente y acreciente más y más su espíritu para mayor honra y gloria y bien de las almas.

Yo en realidad, miro más por el bien ajeno que por el mío.

Quisiera andar hasta donde Dios no fuese conocido, para hacerle conocer.

Aunque sea en los montes más escabrosos, en los desiertos más rígidos, si a Él se le pone, ahí he de ir yo, y todo ha de sobrar. Y si se le pone también que andemos surcando mares ¿quién se lo embarazará? Como estemos atentos, es muy letrado, y se da a entender cuándo y cómo debemos obrar; que siendo conforme a su Divina Ley, todo se ha de hacer sin desorden, ni confusión nuestra. Y por no sujetarnos muchas veces a sus impulsos, ¡cuántas cosas nos suceden!

La Ley del Señor está en medio de nuestro corazón; este milagro continuado no necesita de otros, para darnos a conocer muy de lleno su voluntad santísima. ¡Cuánto me llena de consuelo la resurrección de San Francisco Javier! En fin, empieza la resurrección por los canonizados, pueda ser que siga. Así se lo pido a mi Dios, para remedio de tantas almas que darán honor y gloria al Señor, a quien le pido me encomiende como me ofrece, y yo le prometo hacer lo mismo, de suerte que merezcamos por los méritos de mi Señor Jesucristo alabarlo eternamente.

Ruego a Vuestra Merced y a todos aviven más y más sus espíritus para encomendarme a nuestro Dios, que de esta suerte no dudo el seguir mi destino con grandes consuelos de que redundara a su mayor honra y gloria y provecho espiritual de sus almas.

Hermano, no puedo menos que admirarme, sollozar de gozo y alabar las misericordias del Señor, cuando se me representan los incomparables ejemplos que nos dio, en especial cuando en el traje más penitente, separándose un poco de su dignidad, se abatió hasta el polvo por besar los pies a sus amados hijos, sin contar las demás, que se acomodó a gustar de la comida en medio de la gente más común y esclava.

Yo quedo siempre con positivas esperanzas en el máximo de mis cuidados y dando gracias al Señor por los sucesivos medios con que viene demostrándonos sus beneficios, a quien sin cesar pido nos dé auxilios eficaces para poderlo amar eternamente.

Siempre me ha ocupado el corazón más el deseo de la salvación de las almas, redimidas con la sangre del Hijo de Dios, que las mayores penitencias de los Santos.

Se halla tan corrompido el mundo, que con mucha facilidad exalta a los que debiera humillar, y abate a los que merecen sean exaltados.

Todas mis ansias miran al servicio y mayor gloria de Dios.

Si me fuera posible derramar mi sangre por el alivio de todos, lo pondría por obra: en fin dejo al silencio todo.

Pues el mismo que ha dispuesto que en este reino las criaturas le reconozcan y alaben, es el que domina en todo el universo.

Si es su santa voluntad que yo me transporte a seguir mi destino, aunque a mi cortedad se le presenten dificultades al parecer invencibles, todo lo ha de franquear dicho Señor, y con cuyo esfuerzo caminaré sin el menor embarazo, hasta finalizar mi corta vida, pues ésta no la estimo si no ha de ser empleada en ejecutar con prontitud la voluntad de su Criador.

En todos acaecimientos me conformo con la voluntad del Altísimo Señor.

El mejor Sacrificio que la criatura debe ofrecer a su criador es la resignación con la voluntad de su criador.

Humillada y reconocida a su absoluto poder, diviso todas mis operaciones, deseando que en todas sus criaturas se verifique solamente su santa voluntad; con cuya resignación espero que dicho Señor resplandecerá su mayor gloria, en lo presente y futuro, pues, en el presente tiempo, prácticamente estoy experimentando los progresos que su alta Providencia obra con los que son llamados por el medio más eficaz de los santos Ejercicios

Proveyendo Su Majestad Divina para el preciso sustento de éstos con tanta abundancia, que diariamente sobra para proveer a los pobres presos de la cárcel, y alimentar a los pobres mendigos que concurren a esta casa; con que, a la vista de tanto beneficio, le alabo y le doy infinitas gracias como también así lo practican muchos corazones devotos al ver resplandecer sus misericordias.

Dedicando todas mis acciones a la disposición del Altísimo, viviré siempre por estos reinos, hasta que dicho Señor disponga aquello que fuere su santa voluntad.

Digo que Dios nuestro Señor lo gobierna todo, que cuando se digne dicho Señor dispondrá según y conforme fuese su santa voluntad, en quien tengo puesta toda mi esperanza, dejando mis deseos al que es dueño de todas las criaturas

No me embaraza este desorden, porque el mundo, siempre fatuo y siempre adverso al Evangelio, debe explicarse con oposición a todo lo que le es contrario. Todas sus objeciones se desvanecen sucesivamente y no sirven de otra cosa que de añadir trofeos y realces a mi misión. Bien me intima Jesucristo: Los perseguirá el mundo, pero alentaos; yo he vencido al mundo. A veces me parecen tan necesarias sus contradicciones, que sin ellas quizás desconfiaría de la conveniencia de mis obras; y no puedo menos que conocer que son la señal característica de las proezas que toman fuerza y origen del mismo Jesucristo

Oración a Mama Antula

Gracias Padre Dios por tu infinita bondad.

Gracias porque nos has regalado a María Antonia de San José para que, imitándola, llevemos a Jesús a todos los hermanos necesitados de la alegría de la salvación.

Te pedimos, Padre, que el ejemplo de Mama Antula, peregrina y misionera del Evangelio, nos anime a vivir las bienaventuranzas caminando juntos como Iglesia, sirviendo con generosidad a todos, especialmente a los hermanos más pobres y a quienes más necesitan de tu infinita misericordia.

Por la intercesión de Mama Antula concédenos las gracias necesarias que sanen las heridas de nuestro cuerpo y alma, y nos anime en la fe, la esperanza y el amor para que como ella sepamos discernir tu voluntad y andar hasta donde Dios no es conocido y amado, junto a María, la Virgen de los Dolores.

Por Cristo Nuestro Señor. Amén Mama Antula, ruega por nosotros. Amén.

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