La práctica de la meditación se remonta varios siglos atrás en todo el mundo. La meditación permite encontrar la paz mental y ser menos reactivos tanto con palabras como con actos.
La meditación devela tu verdadera naturaleza. Disipa las ilusiones y te ayuda a superar las apariencias y a experimentar la conciencia plena.
La meditación te permite desarrollar tu conciencia y estar más presente, menos en tu cabeza. Meditando confieres más sentido a tus acciones y más cuerpo a tus valores. Pero las virtudes de la meditación no se detienen ahí. También influye en la salud y el bienestar. Practicándola de manera regular, mejoramos nuestra inmunidad, estabilizamos el equilibrio de nuestros órganos, producimos moléculas que favorecen la salud, reprogramamos nuestras células y acompañamos la curación de un gran número de enfermedades.
Meditar es trabajar por nuestro bienestar físico.
¿Cómo meditar?
En un primer momento, para aprender a meditar, tendrás que adoptar una posición sentada, la llamada postura de siete puntos. Una ves que hayas interiorizado esta postura, podrás meditar en cualquier sitio, en movimiento o realizando actividades.
Los siete ejes de la postura
Cuando aprendemos a meditar, resulta más fácil estabilizar nuestra mente estando sentados. Esta postura de siete puntos te servirá de apoyo para estabilizar el pensamiento. Una vez que tu cuerpo y tu mente se sincronicen en la postura sentada, podrás practicar la meditación en movimiento, corriendo o realizando cualquier actividad.
Las nalgas
Siéntate en un almohadón bastante denso, de manera que tus nalgas queden unos 12 cm por encima de suelo y puedas estabilizar las lumbares. Siéntate en la posición del loto o de semiloto: a lo indio, con la pierna izquierda dentro del regazo y la derecha por encima. Los japoneses meditan en seiza, de rodillas sentados sobre sus talones. Unos pequeños taburetes de meditación también permiten sentarse de manera cómoda.
La columna vertebral
Para meditar debes cobrar conciencia de cada una de tus vértebras. Mantén la columna recta, lo justo, sin estirarla demasiado.
Los hombros
Desempeñan una función clave en la meditación. Relájalos de manera consciente para evitar que canalicen tensión al torso o a los brazos. Antes de meditar, realiza varias rotaciones de hombros.
La nuca
Debe estar ligeramente inclinada. El cuello no debe estar ni demasiado recto ni colgando. Observa las estatuas de Buda. Esta inclinación levísima del rostro posibilita una mayor introspección.
Las manos
La mano derecha se posa con delicadeza sobre la izquierda. Simbólicamente, es la mano izquierda (la dimensión femenina) la que acoge a la derecha (la dimensión masculina). Los pulgares apenas se rozan; la tradición invita a dejar entre ellos el espacio de un grano de arroz. También puedes reposar las manos con delicadeza sobre las rodillas.
La mirada
Se prolonga más allá del puente de la nariz. Ciertas meditaciones tienen lugar con los ojos bien abiertos para favorecer la atención vigilante; en otras, se cierran los ojos para facilitar las visualizaciones. En tu meditación diaria, desciende ligeramente la mirada hacia el suelo. En esta postura, con los ojos entornados, estarás atento a lo que ocurre dentro de tu cuerpo y a la vez serás consciente de tu entorno.
La lengua
En la postura de siete puntos, la lengua se deja relajada en su posición natural. La punta de la lengua toca la base de los dientes.
¿Cuándo meditar?
Es preferible meditar todos los días varios minutos a una hora fija (preferentemente por la mañana) a hacerlo durante sesiones largas de manera irregular. La estabilidad es una de las enseñanzas que nos aporta la meditación.
¿Dónde meditar?
En tu casa, en un lugar tranquilo al principio, en la naturaleza, cerca de un río o en el bosque. Después, de manera progresiva, conseguirás meditar en cualquier sitio: en un tren, en la oficina, mientras estás de viaje.
La meditación no es una actividad aparte.
No se medita para aislarse del mundo.
Meditar es abrir el corazón y la mirada a la vida.
Es volverse más sensible, leer entre líneas, interpretar las señales, intuir lo que no se dice.
La meditación está vinculada a la acción. La inspira y la dota de sentido.
Vivir meditando es avanzar contemplando el camino propio, leer las partituras escuchando la música, alimentarse degustando los sabores.
Es recordar quiénes somos
de dónde venimos
y a dónde nos dirigimos.
Fuente: Riou, Arnaud y Marie Bretin, Mindfulness. Mi cuaderno de meditación.