¿Existe Dios? Los mejores argumentos a favor, por parte de científicos, filósofos y grandes pensadores de la Humanidad

A lo largo de la historia de la Humanidad, grandes pensadores han dejado valiosos argumentos sobre la existencia de Dios. De hecho, la propia humanidad, en sus miles de diferentes culturas, se ha distinguido de los animales por tener alguna forma de pensar en la trascendencia, desde los primeros enterratorios del homo sapiens, pasando por rituales en cuevas y explicaciones cosmogónicas. Sin embargo, el materialismo cientificista de los siglos XIX, XX y XXI ha quitado a las culturas occidentales la idea de Dios, dejando a millones de personas sin un sentido existencial trascendente a sus vidas.

La explicación que brinda este materialismo es «estamos acá por azar», una idea por demás absurda, ya que no alcanza el tiempo finito del universo físico para que ocurra el grado necesario de combinaciones aleatorias de partículas elementales (también limitadas) para construir el actual grado de complejidad. ¿Podría un gato que tirara por accidente un frasco de tinta sobre una hoja en el suelo, por más que lo intentara cientos de miles de veces, hacer que la misma manchara la misma en una forma tal que quedara expresado el mejor texto de Cervantes, Shakespeare o Borges? Seguramente no, tras millones de intentos seguiríamos viendo manchas más o menos confusas. ¿Podrían miles de monos tipeando en un teclado de computadora alguna vez escribir una epopeya literaria como la Ilíada, por más tiempo que pasara? ¿Podrían los granos silicio en la arena de una playa inabarcable combinarse por acción del viento de modo tal de formar chips que pudieran procesar varios gigabytes de información por segundo? Como planteó un pensador: ¿Cuántas veces tendría que pasar un tornado por un galpón de ensamblaje de un avión Boeing para ensamblarlo correctamente y dejarlo listo para funcionar? ¿Cuánto tardaría una computadora combinando ceros y unos al azar para conformar sin quererlo un sistema operativo complejo como Windows o Linux? Probablemente transcurrirían millones de años, por lo que mucho antes se destruirían sus componentes físicos o ya no habría humanos en la Tierra para observarlo.

Si bien es tautológico decir que nos sorprenda que exista vida en nuestro universo, porque si así no fuera nosotros no existiríamos, pero no es tautológico sostener que si solo existe un universo, este exista de modo tal de tener vida inteligente, con todos los parámetros precisamente ajustados desde un inicio para que así termine ocurriendo, un ajuste fino que termina en el llamado principio antrópico. Para escapar de esta explicación, los ateístas se ven obligados a plantear un «multiverso» de «infinitos universos», dentro de los cuales, el nuestro incluiría la vida inteligente, pero nunca se probaron estos infinitos universos, con lo cual esta especulación solo es una creencia, mucho menos creíble que la idea de concebir a una inteligencia detrás del diseño específico de nuestro único universo conocido.

En todos estos casos citados podemos ver lo absurdo de contemplar una obra de altísima complejidad y un fin inteligente sin su autor.

La creencia en el ateísmo, una creencia más al fin y al cabo, ha quitado a la humanidad su sentido de existir. No da lo mismo para cada uno de nosotros, como seres humanos, que una Inteligencia Divina nos haya pensado y amado a cada uno, como plantea el cristianismo, a que seamos meros entes materiales frutos del azar sin sacralidad alguna, conjuntos de células producto de movimientos ciegos y aleatorios. Las consecuencias son importantes: en un caso cada vida humana cuenta con una dignidad y una sacralidad que la hacen inviolable, en el caso del paradigma ateo un conjunto de células y meros procesos eléctricos en un cerebro no tienen por qué tener dignidad alguna, y pueden ser descartados sin mayores problemas como actualmente ocurre.

Desde la filosofía y la sociología, los seres humanos hemos comprendido que cada ser tiene un sentido en relación con un otro: un hijo encuentra el sentido de su condición en relación con sus padres y viceversa, un alumno lo es en tanto sostiene una relación pedagógica con sus maestros, un esposo en relación a su esposa, etc. Cada relación con un otro nos brinda sentido a nuestra propia persona. Si para una persona humana la clave de su sentido está en la existencia de un otro, ¿cuál sería entonces el sentido de la existencia del universo en el que vivimos si no existiera un absolutamente Otro, distinto a ese universo creado? La respuesta se deduce muy sencillamente, ese absolutamente Otro, distinto a la totalidad del universo material, es aquello espiritual que las distintas tradiciones han denominado Dios, la Inteligencia Divina que creó este universo, como un Artista a su Obra.

Millones de personas en este siglo XXI caen en depresión, suicidio, drogadependencia y otros males, propios de esta época nihilista, por culpa de una sinrazón que se excusa en un racionalismo tan hueco como contrario a nuestra propia naturaleza. A todas estas personas va dedicado este compendio de argumentos teleológicos, desde la Antigüedad al presente.

El físico español, Antonio Fernández-Rañada, catedrático de la facultad de Física de la Universidad Complutense de Madrid, sostuvo una reflexión que puede ayudar a comprender mejor una relación sana entre ciencia y espiritualidad: “Hay que tener en cuenta que para una parte de la opinión pública y del mundo intelectual la Ciencia se opone necesariamente a la fe en Dios y, los científicos, necesariamente, son todos ateos. Pero ya veremos que hay quien lo ve de otra manera, asegurando que la Ciencia puede acercar al hombre a Dios pues le permite comprender mejor su obra, del mismo modo que quienes tienen educación musical aprecian mejor un cuarteto de Beethoven».

El sacerdote, profesor y periodista español Jesús López Sobrino explica:
En la génesis del acto de fe acerca de la existencia de Dios actúan imprescindible y conjuntamente tres elementos:
a) El entendimiento, que rastrea las huellas del Creador en lo que existe. No hay azar;
b) La voluntad, que da el asentimiento con la libertad,
y c) El impulso de Dios para dar el sí (la fe es un don de Dios).

Reflexiones de grandes pensadores de la humanidad sobre la existencia de Dios

Veamos algunas reflexiones de grandes filósofos y científicos a lo largo de la historia sobre esta cuestión.

Suponiendo que entraras en una casa y encontraras todo limpio, ordenado y bien cuidado, seguramente asumirías que tenía un maestro, y uno mucho mejor que las cosas buenas, sus pertenencias; así en esta casa del universo, cuando en todo el cielo y la tierra ves las marcas de la previsión, orden y ley, ¿no puedes asumir que el señor y el autor del universo son más hermosos que las estrellas en sí mismas o que cualquier parte del mundo entero? »
-The Octavius of Minucius Felix, Marcus Minucius Felix

La quinta vía se deduce a partir del ordenamiento de las cosas. Pues vemos que hay cosas que no tienen conocimiento, como son los cuerpos naturales, y que obran por un fin. Esto se puede comprobar observando como siempre o a menudo obran igua para conseguir lo mejor. De donde se deduce que, para alcanzar su objetivo, no obran al azar, sino intencionadamente. Las cosas que no tienen conocimiento no tienden al fin sin ser dirigidas por alguien con conocimiento e inteligencia, como la flecha del arquero. Por lo tanto, hay alguien inteligente por el que todas las cosas son dirigidas al fin. Le llamamos Dios.
-Summa Theologica, Tomás de Aquino

Este sistema más elegante de sol, planetas y cometas no podría haber surgido sin el diseño y dominio de un ser inteligente y poderoso.
-Isaac Newton

Mira alrededor del mundo: contempla el todo y cada parte de él: encontrarás que no es más que una gran máquina, subdividida en un número infinito de máquinas menores, que de nuevo admiten subdivisiones en un grado más allá de lo que los sentidos y las facultades humanas pueden rastrear y explicar. Todas estas diversas máquinas, e incluso sus partes más diminutas, se ajustan entre sí con una precisión, que cautiva con admiración a todos los hombres que las han contemplado. La curiosa adaptación de los medios a los fines, en toda la naturaleza, se asemeja exactamente, aunque excede en gran medida, a las producciones de artilugios humanos; de diseño humano, pensamiento, sabiduría e inteligencia. Como, por lo tanto, los efectos se asemejan, todas las reglas de analogía nos llevan a inferir que las causas también se parecen; y que el Autor de la Naturaleza es algo similar a la mente del hombre; aunque posee facultades mucho más grandes, proporcionadas a la grandeza de la obra que ha ejecutado. Mediante este argumento a posteriori, y solo con este argumento, probamos de inmediato la existencia de una Deidad y su similitud con la mente y la inteligencia humanas.
Diálogos sobre la religión natural (1779), David Hume

Argumento del relojero

Cuando ves un reloj de sol o un reloj de agua, ves que dice la hora por diseño y no por casualidad. Entonces, ¿cómo puedes imaginar que el universo en su totalidad carece de propósito e inteligencia, cuando lo abarca todo, incluidos esos artefactos y sus artífices?
-De natura deorum
 (II.34), Cicerón

“Cuanto más lo pienso, menos puedo comprender cómo marcha un reloj si no lo ha construído un relojero. De la nada, nada viene”.
Les cabales: oeuvre pacifique (1772), Voltaire

«Al observar un mecanismo tan sencillo como un reloj a nadie se le ocurre dudar que este es el producto de una creación, que es el resultado de un trabajo intencional. A ninguna persona en su sano juicio se le puede ocurrir pensar que un mecanismo como el del reloj, con sus engranajes dentados, su solenoide y su bobina dispuestos de manera precisa entre sí para funcionar y medir el tiempo es consecuencia de una sucesión de casualidades que, progresivamente, han ido dando forma a sus partes y que, además, han dado con el acople entre sí de dichas partes para dar con la función deseada. ¡Nadie que no esté loco puede pensar que un reloj es consecuencia del azar! Así pues, ¿quién puede pensar que un organismo como el humano, mucho más complejo que el de un reloj, es producto del azar? A ninguna persona razonable se le puede ocurrir negar que todo ser vivo, con sus partes dispuestas entre sí idóneamente, cada una cumpliendo su función, su finalidad, interdependientes entre sí es el producto de un artesano sumamente hábil y poderoso que nos concibió. Nadie en su sano juicio puede dudar que somos criaturas de Dios».
-William Paley. 1802. Natural Theology, or Evidences of the Existence and Attributes of the Deity collected from the Appearances of Nature.

¿Ciencia vs religión?

Max Planck el científico alemán que, a comienzos del siglo XX desarrolló la Teoría Cuántica de la Materia y Premio Nobel de Física en 1918, expresó:

«Como hombre que ha dedicado su vida entera a la más clara ciencia superior, el estudio de la materia, yo puedo decirles, como resultado de mi investigación acerca del átomo, lo siguiente: no existe la materia como tal. Toda la materia surge y persiste debido solamente a una fuerza que causa que las partículas atómicas vibren, manteniéndolas juntas en el más diminuto de los sistemas solares: el átomo. Debemos asumir que detrás de esta fuerza existe una mente consciente e inteligente. Esta mente es la matriz de toda la materia».

«Creo que la consciencia es fundamental. Creo que todo asunto deriva de la consciencia. Todo lo que hablamos, todo lo que consideramos como existente, es dictado por la consciencia».

«Entre Dios y la ciencia no encontramos jamás una contradicción. No se excluyen, como algunos piensan hoy, se complementan y se condicionan mutuamente».

«Podemos concluir que a partir de lo que la ciencia nos enseña, en la naturaleza hay un orden independiente de la existencia del hombre, un fin al que la naturaleza y el hombre están subordinados. Tanto la religión y la ciencia requieren la fe en Dios. Para los creyentes, Dios está en el principio y para los científicos al final de todas las consideraciones».

«La ciencia es incapaz de resolver los últimos misterios de la naturaleza, porque en el último análisis nosotros mismos somos parte de la naturaleza, es decir, somos parte del misterio que tratamos de resolver».

Otro científico alemán, Albert Einstein, premio Nobel de Física en 1921, sostuvo:

«Intente penetrar con nuestros medios limitados a los secretos de la naturaleza y encontrará que, detrás de todas las concatenaciones perceptibles, queda algo sutil, intangible e inexplicable. La veneración a esta fuerza que está más allá de lo que podemos comprender es mi religión. En ese sentido soy, de hecho, religioso» (Einstein, citado en The Diary of a Cosmopolitan (1971), de HG Kessler, p.157 Londres: Weidenfeld & Nicolson).

En una entrevista de 1930 publicada en el libro Glimpses of the Great de G. S. Viereck, Einstein explica:

«La mente humana, no importa que tan entrenada esté, no puede abarcar el universo. Estamos en la posición del niño pequeño que entra a una inmensa biblioteca con cientos de libros de diferentes lenguas. El niño sabe que alguien debe de haber escrito esos libros. No sabe cómo o quién. No entiende los idiomas en los que esos libros fueron escritos. El niño percibe un plan definido en el arreglo de los libros, un orden misterioso, el cual no comprende, sólo sospecha. Esa, me parece, es la actitud de la mente humana, incluso la más grande y culta, en torno a Dios. Vemos un universo maravillosamente arreglado, que obedece ciertas leyes, pero apenas entendemos esas leyes. Nuestras mentes limitadas no pueden aprehender la fuerza misteriosa que mueve a las constelaciones. Me fascina el panteísmo de Spinoza, porque él es el primer filósofo que trata al alma y al cuerpo como si fueran uno mismo, no dos cosas separadas.»

«¿Cómo concibes a Dios?», le preguntaron en 1943. Einstein respondió: «Dios es un misterio, pero un misterio comprensible. No tengo nada sino admiración cuando observo las leyes de la naturaleza. No hay leyes sin un Legislador» (cit. en William Hermanns, Einstein and the Poet: In Search of the Cosmic Man (1983), p. 106).

Como se puede observar, la ciencia lejos de impugnar la existencia de Dios, puede darnos herramientas racionales para demostrar su existencia. En cualquier caso, lejos se está de aquel pensamiento materialista de siglo XIX en el que la religión se asociaba a mera superstición. Así lo han afirmado los científicos más destacados en sus campos:

«No sé de ningún conflicto irreconciliable entre el conocimiento científico sobre la Evolución y la idea de un Dios creador. Yo soy genetista pero creo en Dios».
-Francis Collins, genetista coordinador del Proyecto Genoma Humano en Estados Unidos

«Las investigaciones científicas recientes sobre la estructura fina del universo demuestran que la materia inicial y las leyes de la naturaleza tenían que presentar cualidades realmente especiales para que en él pudiera evolucionar la vida».
-Richard Swinburne, catedrático de la Universidad de Oxford.

El escritor norteamericano, ex ateo convertido en creyente, sintetizó muchos de estos argumentos en una frase:

«Me di cuenta de que para mantener mi ateísmo, tendría que creer que la nada produce todo; la materia muerta produce vida; el azar produce orden; el caos produce información; la inconciencia produce conciencia y lo irracional produce razón. Estos saltos de fe eran demasiado grandes para yo lograrlos».

Si todo esto no fuera suficiente, puede considerarse la «Apuesta de Blaise Pascal«:

1-Puedes creer en Dios; si existe, entonces irás al cielo.
2-Puedes creer en Dios; si no existe, entonces no ganarás nada.
3-Puedes no creer en Dios; si no existe, entonces tampoco ganarás nada.
4- Puedes no creer en Dios; si existe, entonces no irás al cielo.

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