¿Alguna vez intentaste alcanzar un estado de plenitud, calma y sacralidad en un instante de concentración? ¿Quisiste saltar el estrés o un día complicado cerrando los ojos y convocando la espiritualidad como una llave a tu bálsamo interno? Seguro que estarás pensando que es más complicado de lo que parece. Y razón no te falta, pero ¿y si te ayudaras creando tu propio rincón de meditación en casa?
Lo cierto es que sólo el hecho de saber que tienes un espacio para ti, te alentará a buscar unos minutos al día (por pocos que sean) para encontrarte contigo misma. Y si no, haz la prueba: busca un pequeño espacio en el salón o el dormitorio (o donde prefieras, la escasez de metros cuadrados no debe ser un impedimento) en el que te asegures ese momento de intimidad y tranquilidad.
Elegido el lugar, viene la parte más entretenida: darle forma. Y sobre esta cuestión, no intentes replicar a imagen y semejanza otros espacios que pululan en las redes. Se trata, más bien, de utilizar esas imágenes como fuente de inspiración para reflexionar sobre lo que a ti te identifica y, sobre todo, te hace sentir bien.
Por ejemplo, aunque el incienso es un buen aliado para propiciar un estado de relajación, quizás a ti te funcione mejor el aroma de unas flores, una especia o el de una vela aromática. Ante la duda, prueba tantas veces lo necesites hasta dar con esa fragancia que conecta contigo.
Otra cuestión importante a la hora de crear tu rincón de meditación en casa es que éste sea confortable. Los cojines de suelo, pufs y otros asientos para meditar son esenciales aunque hay quienes con una alfombra (mullida, eso sí), les basta. Una vez más, piensa en tu comodidad y así evitarás posibles distracciones mientras meditas.
Y aunque elegido y acondicionado el espacio podría ser suficiente, son los detalles los que nos ayudan a conseguir nuestro toque personal. Una lámpara de sal, un cuenco tibetano, piedras y gemas, una figura de buda… Escoge aquellos elementos que te inspiren o transmitan algo especial y recuerda: no necesitas que tu rincón para meditar sea perfecto para que tenga todo lo que necesitas. ¿Te animas a probarlo?
Aquí encontrarás algunos consejos, sin embargo, antes de continuar, vamos a definir qué es la meditación.
La meditación: el arte de conectarnos con el infinito
La meditación es comúnmente descrita como el entrenamiento de la atención mental que nos despierta más allá de los pensamientos condicionados y habituales y nos revela la naturaleza de la realidad.
En este sentido, el proceso y los frutos de la práctica de la meditación se entienden como la “Presencia Natural”. La presencia es la consciencia plena y clara de lo que está pasando aquí y ahora, y el espacio abierto que permite e incluye toda experiencia.
Hay muchas estrategias que lo promueven (llamadas los medios hábiles) que crean una atmósfera que conduce a la profundización de la presencia.
El arte de practicar es emplear estas estrategias con curiosidad y bondad. La sabiduría reclama una práctica que implica recordar que la Presencia Natural está aquí ahora y siempre. La consciencia amorosa es nuestra esencia.
Recuerda que la meditación es una práctica que permite cultivar y desarrollar ciertas cualidades humanas fundamentales, de la misma manera que otras formas de entrenamiento nos enseñan a leer, a tocar un instrumento de música o a adquirir cualquier otra aptitud.
Etimológicamente, las palabras sánscritas y tibetanas traducidas al español como «meditación», son, respectivamente, bhavana, que significa «cultivar», y gom, que significa «familiarizarse».
Sobre todo se trata de familiarizarse con una visión clara y justa de las cosas, y de cultivar cualidades que, aunque todos nosotros poseemos en nuestro interior, se mantienen en estado latente mientras no hagamos el esfuerzo de desarrollarlas.
“Si deseas alcanzar el despertar insuperable para ti mismo y para el mundo, la raíz es el desarrollo de un pensamiento altruista estable y fírme como una montaña, una compasión que todo lo abarca y una sabiduría trascendente desnuda de dualidad.” Dijo, el reverendo Nagarjuna.
PASOS PARA CONSTRUIR UN ESPACIO DE MEDITACIÓN EN CASA
Acercándose a la Práctica de la Meditación
La actitud lo es todo. Aunque hay muchas estrategias para la meditación, lo que hace la diferencia en el despertar espiritual es la calidad de su sinceridad. En lugar de agregar otro “debería” a su lista, decida practicar porque a usted le importa conectarse con su capacidad innata de amor, claridad y espacio interior.
Deja que esta sinceridad sea el ambiente de cualquier lugar donde tu práctica te lleve. Un aspecto primario de la actitud es la amistad incondicional hacia el proceso entero de la meditación. Cuando somos amistosos con una persona, hay aceptación.
Sin embargo, a veces entramos a la meditación con una idea del tipo de experiencia interior que deberíamos tener y juzgándonos de “no hacerlo bien.” En realidad no hay una meditación “correcta” y esforzarse por hacerlo bien promueve el sentimiento de esforzarse por la perfección. Más bien, dese el permiso de que la experiencia de meditación sea lo que es. Ten la confianza en que si tienes la sincera intención de estar consciente y abierto de corazón, con el tiempo la práctica te llevará hacia el sentido de integridad y libertad.
Ser amistoso también incluye el interés en lo que emerge, ya sean sensaciones placenteras o de miedo, paz o confusión.
La expresión amistosa del corazón es la gentileza tratar la vida dentro y alrededor de nosotros con consideración.
8 PASOS PARA QUE GENERES EL ESPACIO PARA MEDITAR EN TU CASA
1. Determina el propósito de tu espacio
Te aconsejo que comiences pensando en el propósito de tu espacio. Piensa en lo que estás buscando y cómo deseas usarlo.
Quieres:
¿Crear un santuario privado para la meditación y la oración, o simplemente para la reflexión silenciosa?
¿Un sitio para encontrar la serenidad mientras estás en casa?
¿Invocando la misma sensación de paz cuando estás lejos al visualizar tu espacio en casa?
¿Designar un espacio compartido para otros, o para el ritual o la ceremonia?
¿Crear un altar familiar que evoluciona con contribuciones espontáneas de cada miembro de la tribu?
¿Profundizar la intimidad familiar habitual a través de un lugar especial?
¿Es tener un lugar privado para la meditación o compartir el espacio con otros?
¿Es para crear una sensación serena en tu hogar o para buscar la calma y la claridad interior?
El propósito de tu espacio te ayudará a determinar dónde debe estar y qué necesitará.
Crea un recipiente (Ambiente o atmósfera) que sirva de tu espacio usual. Escoge un espacio preferiblemente protegido y silencioso donde puedas colocar una silla o cojín que esté disponible cuando necesites acceder a tu espacio.
Tómate tu tiempo para averiguar el espacio perfecto para tí. Que nos lleva al siguiente punto:
2. Encuentra el sitio perfecto
No necesitas una habitación entera para la meditación, un rincón de una habitación servirá. También puedes usar un armario vacío y espacioso.
Dependiendo del propósito de tu espacio, podrías hacerlo en un área principal de tu casa, en una esquina de tu dormitorio, o incluso en tu patio o jardín.
3. Decora tu espacio
¿Qué imágenes o objetos se adaptarán al propósito de tu espacio?
La mayoría de las personas recomiendan un enfoque minimalista para decorar un área de meditación para evitar distracciones.
Puedes elegir la figura de Ganesha enfrentando un espejo, rodeado de velas y cuencos tibetanos. Es posible que desees incorporar flores, cojines y almohadas, o luces especiales. A nosotros nos gusta tener mantas y almohadas para crear una sensación de suavidad en la jaima. Para el hogar de meditación sólo usamos un cojín de meditación.
También podrías pegar un mandala a la altura de tus ojos en la pared. Esto te sirve si ya eres capaz de meditar con ojos abiertas. Con un mandala en frente (o algún otro punto de fijación) puedes enfocar tus ojos en este punto o mandala.
Elige algo que sea significativo para ti y diferencia esta área de resto de tu hogar.
A lo mejor encuentras una estatua de Buda que adorna tu espacio. El Buda está sentado en su digno estado de meditación, pero su mano derecha está tocando la tierra. Incluso después de alcanzar la Iluminación, el Buda permaneció en este mundo y vivió en este mundo. Puede ser un buen recordatorio de que todos somos Budas vivientes.
Puedes ambientar tu espacio con velas, fotos inspiradoras, estatuas, flores piedras, conchas u otros objetos que evoquen en ti la sensación de belleza, la curiosidad y lo sagrado. La idea es que te haga recordar lo que te encante hacer.
4. Haz espacio en tu espacio
Realmente no necesitas nada para meditar aparte de tu cuerpo y tu aliento. Pero sí puedes usar una almohada de meditación y un cojín, o un cuenco tibetano, o malas en tu práctica. Algunas personas también eligen tener un «altar» o una mesa, tal vez decorado con una bufanda. Es útil tener a veces un punto focal: una estatua o una imagen.
Los cuencos tibetanos pueden ser útiles cuando quieres practicar con niños. Unos minutos de respiración consciente o escucha atenta. Para ayudarles a enfocar su atención, toca el cuenco tibetano y dejarles respirar en silencio hasta que ya no podéis escuchar ni un rastro del sonido.
5. Haz sagrado tu espacio
Con «sagrado» no nos referimos a religioso o espiritual (aunque ciertamente podrías hacerlo si es parte de tu práctica) sino a lo sagrado como lo contrario de lo mundano.
Debes asociar esta zona de tu hogar únicamente con la quietud y con un tiempo especial para ti y tu familia.
Es un espacio para descansar, practicar yoga, meditar o pasar un rato tranquilo.
Nuestros hijos saben que las decoraciones no son juguetes, y que ésta es un área de la casa a la que pueden acudir cuando necesiten un tiempo tranquilo a solas (incluso mi propio hijo con 5 años ya lo sabe).
Es posible que desees hacer que tu espacio de meditación sea visible o privado, como lo sientas.
Piensa en tu espacio de meditación como tu hogar para SER
Es un lugar para centrarte antes de aventurarte en tus días ocupados. Y es un retiro seguro y sagrado al que puedes regresar, día tras día.
6. Elige un horario
Fija la hora para realizar tu actividad la mañana es preferible.
7. Fija tu intención
Hay una enseñanza Zen que dice: “lo más importante es recordarse de lo más importante”. Es útil recordarse al principio de cada meditación que es lo que a usted le importa, lo que le trae a meditar. Toma un momento para conectarte de manera sincera con las aspiraciones de tu corazón. Podrías sentirlo como una oración de dedicatoria de la práctica a tu libertad espiritual y la de todos los seres.
8. Elige la Postura
Estar alerta es uno de los ingredientes esenciales de toda meditación. Siéntate en una silla, almohada o banco de arrodillarse, en la posición más recta, alta y balanceada posible.
Tener la mente abierta y receptiva es el otro ingrediente esencial de toda meditación y se promueve al relajar intencionalmente las áreas obvias y habituales de tensión. Con la postura erecta, deje que el esqueleto y los músculos cuelguen libremente.
Deja las manos descansar cómodamente sobre sus rodillas o regazo. Cierra los ojos, o si prefieres, déjalos abiertos con la mirada suave y receptiva.
¡Por favor no omitas el paso de relejarse! Podrías hacer varias respiraciones profundas y con cada exhalación ir soltándote conscientemente, relajando la cara, los hombros, las manos y el área del estómago.
También podrías empezar con una exploración corporal: comenzando con el cuero cabelludo, lleva tu atención lentamente hacia abajo, sistemáticamente relajando y suavizando cada parte del cuerpo.
Relajar la tensión del cuerpo conscientemente te ayudará a tener la mente abierta a lo que pueda surgir durante la meditación.
Un sitio especial de meditación nos llama a nuestra práctica para, literalmente, volver a tratarnos todos los días a la quietud y mindfulness (atención plena).
Fuente: secretosdeindia y enequilibriofisicoemocional.com