San Blas: oraciones, milagros e historia del santo que vivía en una cueva y sanaba enfermedades

San Blas de Sebaste, santo del siglo IV, es el patrono de quienes padecen enfermedades. Ejerció la medicina de su tiempo, y está incluido en el grupo de los ‘catorce santos auxiliadores’, los que son llamados así porque se les considera eficaces intercesores contra determinados males del cuerpo o del alma.

San Blas fue obispo de Sebaste, Armenia, muy popular entre sus coetáneos por haber obrado numerosas curaciones milagrosas. Vivió como eremita incluso después de haber sido nombrado obispo, convirtiendo la cueva en la que vivía -ubicada en el bosque del monte Argeus- en su sede episcopal.

Cuenta la tradición que cierto día San Blas salvó a un niño que se había atragantado con una espina de pescado. De ahí la antigua costumbre de bendecir las gargantas de los devotos el día de su fiesta (3 de febrero). Ese mismo hecho también le valió convertirse en patrono de los otorrinolaringólogos y de quienes padecen alguna afección a la garganta.

Otras historias hablan de su amor por los animales, a quienes también curaba. De acuerdo a un antiguo relato medieval, animales enfermos o heridos se acercaban a su cueva en el monte Argeus para que los cure. Estos, en retribución, no le hacían daño ni lo molestaban cuando oraba.

Los días de San Blas terminaron cuando Agrícola, gobernador de Capadocia, inició una de las últimas persecuciones contra los cristianos. Cuando un grupo de sus cazadores fue a buscar animales al bosque de Argeus para los ‘juegos de la arena’, encontraron a muchos de ellos agrupados fuera de la cueva de San Blas. El santo se encontraba orando en ese momento y fue tomado prisionero.

Puesto en presencia de Agrícola, se le exigió con amenazas que reniegue de la fe cristiana, pero él rechazó la propuesta de plano. Inmediatamente fue encerrado en una mazmorra, donde permaneció algunos días predicando entre los cautivos y condenados a muerte. En ese lugar, también curó enfermos y bautizó a quienes querían hacerse cristianos.

De acuerdo a las Actas de San Blas, el obispo eremita fue condenado a morir por ahogamiento pero, cuando fue arrojado a las aguas, empezó a caminar sobre estas, como alguna vez hizo el mismo Jesucristo. Entonces fue conducido al cadalso, torturado y, finalmente, decapitado. Murió mártir el año 316 D. C, en tiempos del emperador romano Licinio.

San Blas es patrono de la República del Paraguay y su devoción está muy difundida en Hispanoamérica, donde no solo es muy querido sino que ha suscitado innumerables tradiciones populares.

Cada 3 de febrero se celebra su día.

Oración

Oh DIOS, líbranos por la intercesión de tu santo obispo y mártir Blas, de todo mal del alma y del cuerpo,

especialmente de todos los males de la garganta;

y concédenos la gracia de hacer una buena confesión con la esperanza segura de obtener tu perdón,

y alabar siempre con labios dignos tu santísimo nombre.

Por Cristo nuestro Señor. Amén.

Oración a San Blas para pedir favores

Glorioso san Blas,
Tú que te retiraste a una cueva
alejándote del mundo
para mejor hablar con Dios,
haz que encontremos
nuestra propia plática con Él.

Tú que confiaste en la fuerza de Dios,
y en su infalible capacidad y poder,
y que por medio de obras y milagros
conseguiste convertir a los que no creían,
transforma nuestra desesperanza en fe,
cambia nuestros lamentos por gozo
y convierte nuestra escasez en abundancia.

Glorioso San Blas de Sebaste
que a la llamada del Señor
respondiste ofreciendo el cáliz del martirio
y fuiste perseguido y cruelmente torturado
otórganos tu santa intercesión.

San Blas médico y mártir,
portento de bondad y compasión
que tanto consuelo, amor y milagros diste,
que incluso en el largo camino a prisión
la gente imploraba tu bendición,
el remedio de sus males
y la curación de sus dolencias,
te rogamos nos favorezcas
en estos momentos de gran pesar:

(hacer la petición)

¡Oh san Blas, obispo de Sebaste!
os suplicamos vuestra mediación
para que llevéis ante el trono del Altísimo
esta necesidad que hoy nos aflige,
que nuestras suplicas sean oídas y atendidas,
y que no nos falte nunca la voz
para cantar contigo las alabanzas del Señor,
buscar su voluntad,
implorar su perdón y misericordia Divina
y pedirle fuerzas para servirle mejor. 

Amén.

Rezar tres Padrenuestros, tres Avemarías y tres Glorias.

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