San Juan Bosco fue el santo cuya vida fue realización de estas, sus palabras: “Uno solo es mi deseo: que sean felices en el tiempo y en la eternidad”.
Giovanni Melchiorre Bosco, conocido por todos como Don Bosco, fue el fundador de diversas comunidades religiosas, agrupaciones e iniciativas que componen lo que se denomina como la Familia Salesiana. Por su dedicación a la formación de niños y jóvenes fue declarado “padre y maestro de la juventud”.
Don Bosco nació el 16 de agosto de 1815 en I Becchi, Castelnuovo, Piemonte (Italia). Cuando tenía tan solo dos años, su padre murió, y fue su madre, la Sierva de Dios Margarita Occhiena (conocida en la comunidad salesiana cariñosamente como “Mamá Margarita”), la que se encargaría sola de él y de sus hermanos.
La aparición de Jesús y la Virgen un sueño que cambió su vida
A los nueve años, el pequeño Juan tuvo un sueño que lo marcaría para siempre: “(…) Cuando tenía nueve años, tuve un sueño… ¡Este sueño me acompañó a lo largo de toda mi vida! Me pareció estar en un lugar cerca de mi casa, era como un gran patio de juego de la escuela. Había muchos muchachos, algunos de ellos decían malas palabras, Yo me lancé hacia ellos golpeándoles con mis puños. Fue entonces cuando apareció un Personaje que me dijo: «No con puños, sino con amabilidad vencerás a estos muchachos» Yo tenía solo nueve años. ¿Quién me estaba pidiendo hacer algo imposible? Él me respondió: «Yo soy el Hijo de Aquella a quien tu madre te enseñó a saludar tres veces al día. Mi Nombre pregúntaselo a mi Madre». De repente apareció una Mujer de majestuosa presencia. Yo estaba confundido. El me llevó hacia ella y me tomó de la mano. Me di cuenta que todos los niños habían desaparecido y en su lugar vi todo tipo de animales: perros, gatos, osos, lobos… Ella me dijo: «Hazte humilde, fuerte y robusto… y lo que tú ves que sucede a estos animales, tú lo tendrás que hacer con mis hijos». Miré alrededor y vi que los animales salvajes se habían convertido en mansos corderos… Yo no entendí nada… y pregunté a la Señora que me lo explicara… Ella me dijo: «A su tiempo lo comprenderás todo»”.
Su misión
Poco a poco, en Juan fue creciendo un gran interés por los estudios, así como el deseo de ser sacerdote. Juan deseaba de corazón ayudar a los niños abandonados que no iban a la escuela.
Juan estaba aprendiendo muchas otras cosas a través del trabajo; estaba aprendiendo aquello que enseñaría en el futuro a ‘sus muchachos’, habilidades e ideas que ayudarían a que cada pequeño o joven pueda ganarse su sustento.
Realizó diversos trabajos para pagarse sus estudios: Juan aprendió pastelería, sastrería, ferretería, zapatería y otros oficios que después le sirvieron para sus muchachos. Se convirtió además en maestro del teatro, música, prestidigitación y fundó un movimiento juvenil al que llama «La Sociedad de la Alegría».
Inicialmente, Juan se sintió atraído por el estilo de vida franciscano, pero finalmente decidió pedir su ingreso al seminario diocesano de Chieri. En ese lugar conoció a San José Cafasso (1811-1860), quien le mostró las prisiones y los barrios pobres donde había muchos jóvenes abandonados a su suerte.
Juan recibió el Orden Sacerdotal en 1841 y poco después abrió un ‘oratorio’ para niños de la calle bajo el patronazgo de San Francisco de Sales (1567-1622). El oratorio fue un éxito: se convirtió en lugar de encuentro, juego y oración para cientos de niños. Al principio, esta obra no contaba con un local propio y estable, hasta que Don Bosco encontró el sitio perfecto en el barrio periférico de Valdocco. Ese sería el inicio de una hermosa aventura: la del trabajo permanente de acercar a la juventud a Dios y formarlos para enfrentar la vida.
Don Bosco trabajó incansablemente en ese propósito, y no hubo enfermedad o cansancio que lo detuviese por mucho tiempo. Don Bosco había prometido dar hasta el último aliento por los jóvenes y eso fue lo que hizo.
Con el transcurso de los años, San Juan Bosco se entregó de lleno a consolidar y extender su obra. Brindó alojamiento a chicos abandonados, ofreció talleres de aprendizaje y, a pesar de sus limitaciones económicas, construyó una iglesia en honor a San Francisco de Sales, el santo de la amabilidad.
En 1859 fundó la Congregación Salesiana junto a un grupo de jóvenes entusiasmados con la misión que la Virgen le había trazado, y que habían crecido inspirados por su carisma y fortaleza. Más adelante fundaría a las Hijas de María Auxiliadora al lado de Santa María Mazzarello (1837-1881). Luego vendrían los Salesianos Cooperadores y otras organizaciones más con las que compondría la gran Familia Salesiana, hoy presente en 134 países.
Además de sus numerosos viajes a través de Italia, Don Bosco visitó personalmente Francia, Austria (1883) y España (1886). El diario Le Monde (de París) escribió sobre él: “La gente corre detrás de él, deseosos de verlo, de tocar su ropa, porque sienten que un aura especial de santidad emana de él”.
El lugar educativo por excelencia en el sistema de Don Bosco fue el oratorio, espacio de vinculación donde se ofrecía un gran abanico de propuestas comunicativas que tocaban la vida de los jóvenes. Al sistema educativo fuertemente represivo de la época él proponía una educación preventiba que apostaba por el amor a lo correcto antes que el mero temor a la ley.
Las formas de comunicación que usó Don Bosco fueron diversas:
La música: Don Bosco estaba convencido de la «saludable eficacia que le atribuía sobre el corazón y la imaginación de los jóvenes con el fin de ennoblecerlos, elevarlos y hacerlos mejores». En el oratorio de Don Bosco, la música era un elemento educativo de primer orden, y se enseñaba tanto la gregoriana como la popular.
El teatro: Las veladas, las puestas en escena, y las representaciones formaron parte de la cultura propia de los salesianos y de su práctica educativa a punto de ser considerado un pilar en la educación salesiana. La primera representación de la que se tiene noticia en las fuentes es del 29 de junio de 1847. El pequeño teatro, era el instrumento educativo más inmediato que permitía hacer llegar el mensaje de la pastoral salesiana incluso a un público analfabeto.
Las lecturas católicas y la imprenta: Don Bosco tuvo una pasión no disimulada por la prensa, el libro, la actividad editorial, y el trabajo tipográfico.
San Juan Bosco partió a la Casa del Padre el 31 de enero de 1888. Su vida fue una entrega total a Jesús y a la Virgen a través de sus queridos niños y jóvenes.
Su vida fue la demostración en los hechos de aquellas palabras que alguna vez dirigió a uno de sus alumnos, Santo Domingo Savio: “Aquí hacemos consistir la santidad en estar siempre alegres”.
Frases de Don Bosco
La mejor obra que se puede hacer en este mundo es atraer las almas perdidas al buen sendero, a la virtud.
Haz el bien mientras aún tengas tiempo.
¡Ánimo! Todo pasa. Ama tu trabajo y no dejes de cumplir tu deber cada día.
¡Mi mayor satisfacción es verte alegre!
La buena educación es el germen de muchas virtudes.
La dulzura en el hablar, en el obrar y en reprender, lo gana todo y a todos.
Una hora ganada al amanecer es un tesoro por la tarde.
Sed prudentes al juzgar.
Dios favorece al hombre alegre.
Aquí hacemos consistir la santidad en estar siempre alegres.
Hay que tener la paciencia como compañera inseparable.
Alegría, estudio y piedad: es el mejor programa para hacerte feliz y que más beneficiará tu alma.
¡Cuántas almas se pueden atraer con el buen ejemplo!
El ocio es un vicio que arrastra consigo a muchos otros vicios.
Nuestro mayor enemigo es la pereza; combatámosla sin descanso.
A los niños se hace mucho bien tratándolos siempre con amabilidad. Hay que amarlos y estimarlos a todos por igual, aunque alguna que otra vez no lo merezcan.
No dejes para mañana el bien que puedas hacer hoy. Quizás no haya un mañana.
Tolera las imperfecciones de los demás si quieres que los demás toleren las tuyas.
Ser bueno no consiste en no cometer ninguna falta, sino en saber enmendarse.
Quien tiene la conciencia en paz, lo tiene todo.
Olvida los favores hechos, pero no los recibidos.
El pasado debe ser maestro del futuro.
El principio de todo vicio es la soberbia.
La falta de modestia en el hablar, indica falta de criterio.
El dinero no puede satisfacer el corazón del hombre, sino el buen uso que de él se hace, es esto lo que produce la verdadera satisfacción.
Disimula las faltas ajenas y nunca te burles de nadie.
Comprenderás mejor la importancia del bien, si consideras que tu salvación eterna o tu condenación, depende únicamente de ti.
Si tuvieses que morir en este momento, ¿a dónde irías?
Recordad que la educación depende de la formación del corazón.
De la sana educación de la juventud, depende la felicidad de las naciones.
La verdadera religión no consiste solamente en palabras; hace falta demostrarla con obras.
Alegría, estudio y piedad: es el mejor programa para hacerte feliz y que más beneficiará tu alma.
Haz el bien sin esperar agradecimiento de nadie, sino de Dios únicamente.
¿Quieren saber mi deseo? Comulguen diariamente. Cuando no puedan comulgar sacramentalmente, comulguen al menos espiritualmente.
El tesoro más grande que se puede hallar en el cielo y en la tierra, está en el Sagrario, pues ahí habita el Dueño de todo lo creado.
Muéstrate siempre alegre, pero que tu sonrisa sea sincera.
Jesús te espera en la Iglesia. ¿Por qué no lo visitas a menudo? Sé apóstol de la Eucaristía.
No basta cargar, es necesario amar la cruz que Jesús nos pone sobre las espaldas.
Olvida los favores hechos, pero no los recibidos.
Trabajemos como si nunca tuviéramos que morir, y vivamos como si tuviésemos que desaparecer a cada instante.
Si el alimento del cuerpo se debe tomar todos los días, ¿por qué no el alimento del alma?
Hagamos nosotros todo lo que esté a nuestro alcance y el Padre de la Divina Misericordia suplirá lo que falte.
El demonio no puede resistir a la gente alegre.
Para ejercer una influencia benéfica entre los niños, es indispensable participar de sus alegrías.
Mientras conserves la alegría, te alejarás del pecado.
La mejor obra que se puede hacer en este mundo es atraer las almas perdidas al buen sendero, a la virtud.
Salvando tu alma, serás feliz para siempre; pero, si la pierdes, lo pierdes todo: alma, cuerpo, cielo, Dios, que es tu supremo fin… y esto, por toda la eternidad.
Quien se preocupa mucho de su cuerpo y poco de su alma, acaba por caer en los brazos del demonio.
Si cooperas a salvar un alma, aseguras la tuya propia.
Sin sonrisa no es posible demostrar amistad.
No basta amar a los niños, es preciso que ellos se den cuenta que son amados.
A Dios no le placen las cosas hechas por la fuerza. Siendo Él, el Dios del amor, quiere que todo se haga por amor.
Para que el amor fraterno sea realmente verdadero, debe ser tal que el bien de uno sea para el bien de todos, y el mal de uno lo sientan todos.
Mi mejor consejo es éste: examinar de un modo práctico cómo dar al César lo que es del César, para que al mismo tiempo se dé a Dios lo que pertenece a Dios.
El sacerdote para hacer mucho bien necesita unir a la caridad una fuerte dosis de amabilidad.
Para hacer el bien se necesita valor, estar dispuesto a sufrir cualquier mortificación, no hacer sufrir nunca a nadie, ser siempre amable.
Siempre se debe preferir el bien general al particular. Nuestro beneficio particular no debe tomarse en cuenta cuando se trata del bien común.
La mejor manera de apaciguar las controversias consiste en tener paciencia y caridad. Vince in bono malum. Por lo demás estemos contentos en unión con Dios.
Nunca dejemos escapar la ocasión que se nos presenta para hacer el bien.
Con caridad y paciencia todo se alcanza y hasta se llegan a juntar rosas sin espinas.
No se espere la ayuda de la Divina Providencia, estando nosotros sin hacer nada. Ella se moverá cuando haya visto nuestros esfuerzos generosos por su amor.
Imponte una pequeña privación, y el pan que te sobra dalo a un necesitado, porque detrás de la mano del pobre está la mano invisible del Señor, que acepta la limosna como si a Él mismo se hiciera.
No abusemos de la caridad que los otros nos proporcionan. No busquemos más comodidad. Teniendo vestido y alimento quedemos satisfechos.
La bella virtud de la castidad es el centro de las demás virtudes.
El mundo está lleno de tontos y de astutos. Los astutos son los que trabajan y sufren para ganarse el cielo; los tontos son los que viven su vida sin pensar en la eternidad.
Eliminen de una comunidad la murmuración y la parcialidad, y se gozará de una paz perfecta.
La Comunión es fuente de energías que debe ayudaros durante toda vuestra vida.
Un consejo para ser feliz: evitar el pecado y frecuentar la Santa Comunión.
Un joven de Confesión y Comunión frecuente, impresiona mucho más a sus compañeros que cualquier sermón.
Conciencia pura y limpia, he aquí la verdadera tranquilidad para servir al Señor.
Es aconsejable que cada año se haga examen general de nuestra conciencia.
¿Quieren entrar al cielo?. La Confesión es la cerradura, la llave es la confianza en el confesor. Este es el medio para abrir las puertas del Paraíso.
Dios detesta el pecado y aborrece a quien lo comete, pero… su bondad y misericordia es sin límites.
Que cada confesión sea tan sincera como si fuese la última de vuestra vida.
Dios permite las tribulaciones, para sacar mayor bien y mostrar su misericordia y poder.
No importa lo que haga Satanás, ahora es su tiempo; pero vendrá también el momento de la victoria.
No te ensoberbezcas jamás por lo que sepas. Cuanto más sabe uno, más se convence, que es un ignorante.
No te fíes mucho de tus propias fuerzas; puedes caer como San Pedro.
Uno de los más graves errores de la pedagogía moderna es, no querer hablar de las máximas eternas, sobre todo de la muerte y del infierno
Las causas principales de tantas condenaciones, son: malas compañías, malos libros y costumbres perversas.”
La causa por la cual la mayoría de la gente se condena, es la falta del firme propósito de enmienda en sus confesiones.
En la comunión frecuente se encuentra luz, fuerza y santidad.
Para conservar la pureza, guárdense de toda clase de lecturas malas; también de las indiferentes: pueden ser de peligro para sus almas.
Estén seguros de que cuanto más puras sean sus miradas y palabras, tanto más agradarán a la Vírgen María y mayores gracias les obtendrá Ella de su divino Hijo y Redentor nuestro.
En todos los peligros invoquen a María, y les aseguro que serán librados.
Quien tiene la conciencia en paz, lo tiene todo.
Es una obra de misericordia el dar de comer al hambriento, pues, qué corta es la vida, quiero que durante mis días ninguno que llegue a mi casa se retire descontento.
No estén nunca desocupados; si no trabajan ustedes, trabajará el demonio.
Seamos ambiciosos, pero de salvar nuestra alma con sacrificio.
Es más importante una virtud constante, que las gracias extraordinarias.
Es necesario que nos crucifiquemos con Jesucristo; la cruz es su bandera y su estandarte; quien no lo quiere seguir no es digno de ser su discípulo.
Las espinas de la vida se trocarán en flores para toda la eternidad.
Todo es vanidad, excepto amar y servir a Dios, ¿Cuándo te resolverás a entregarte del todo al Señor?
Si rezamos, de dos granos nacerán cuatro espigas; si no rezamos, dos granos darán dos flacas espigas.
La manera más fructuosa de participar en la Santa Misa consiste en dividirla en tres letras “P”; Una “P” roja, otra “P” negra y la tercera “P” blanca: La “P” roja significa la Pasión de Nuestro Señor, que se medita hasta la elevación; la “P” negra significa nuestros pecados que fueron causantes de la Pasión del Salvador, y que se ofrece hasta el momento de la Comunión; la “P” blanca simboliza nuestros propósitos de enmienda.
Para obtener una gracia especial, la jaculatoria más eficaz es ésta: “María Auxiliadora, ruega por nosotros”
En el cielo nos quedaremos gratamente sorprendidos al conocer todo lo que María Auxiliadora ha hecho por nosotros en la tierra.
Respeto a todos, miedo a ninguno.
La base de toda educación es cuestión de corazón.
No basta con saber las cosas, es necesario practicarlas.
Sé hombre, nunca te acobardes.
Demos bastante si queremos conseguir mucho.
Haced todo el bien que esté a vuestro alcance, pero sin ostentación; la violeta aunque esté escondida, se descubre por su fragancia.
Por mucho que nos critiquen sigamos nuestro trabajo adoptando el siguiente sistema y precioso lema: obrar bien y dejar a la gente que hable.
Templanza y trabajo son los dos mejores custodios de la virtud.
Todos los ejércitos son inútiles si Dios no los dirige.
Fe y confianza en Dios siempre.
No consideres como amigo al que siempre te alaba y no tiene valor para decirte tus defectos.
Hay tres clases de compañeros: unos buenos, otros malos, y otros, en fin, que no son ni lo uno ni lo otro. Debéis procurar la amistad de los primeros; ganaréis mucho huyendo completamente de los segundos; en cuanto a los últimos, tratadlos cuando os sea necesario, evitando toda familiaridad.
Milagros de Don Bosco
Don Bosco multiplica castañas.
Don Bosco comenzó a repartir castañas asadas pero bien pronto se mostraron insuficientes para satisfacer a los 650 jóvenes presentes. Aun así el Santo metía la cuchara y la sacaba llena y la cantidad que permanecia en la canasta parecía no acabar nunca: terminada la distribución quedaron todavía bastantes.
Don Bosco multiplica el pan.
No había pan en casa para sus hijitos y el horno no quería servirles más si antes no saldaban la cuenta. Don Bosco cogió el cesto, que contenía una veintena de panecillos y empezó a repartir el pan y con gran maravilla consiguió distribuir los panecillos a todos los presentes, sin que se hubiese puesto más pan en el cesto.
Don Bosco multiplica las Hostias Consagradas.
El Santo comienza a administrar la Comunión, pero las Hostias Consagradas eran demasiado pocos, pero él empeieza a distribuirlas y entonces vé multiplicarse las Sagradas Formas de modo que pudieron comulgar todos los presentes.
Con este milagro, comenta Don Bosco, Nuestro Señor Jesucristo demuestra cuanto agradece las Comuniones bien hechas y frecuentes.
Don Bosco permanece suspendido en el aire.
Atestigua Don Garrone: Mientras Don Bosco delebraba la Misa, justo en la elevación, veo, y conmigo todos los presentes, a Don Bosco con un aire de paraiso en el rostro, que parecía resplandecer toda la habitación. Poco a poco sus pies se desprendieron del suelo y permaneció suspendido en el aire durante diez minutos. Tres veces fui testigo de su ascensión durante la Santa Misa.
Don Bosco resucita a un muerto.
Carlo, joven que frecuentaba el Oratorio, cae gravemente enfermo y en poco tiempo murió. Apenas Don Bosco regresó, caminó apresuradamente hacia aquella casa y cuando llegó le dijeron que había muerto hacía horas. Respondió Don Bosco: “Él duerme y vosotros creéis que está muerto”. Fue conducido hacia la habitación, donde el cadáver estaba ya amortajado para la sepultura. Dijo: “Dejadme solo”. Rezó una oración, lo bendijo y llamó al joven dos veces: “Carlo, levántate”.
El joven quitó la sábana con la mano y abrió los ojos. De inmediato el joven pidió confesar y se arrepintió de todos sus pecados. Luego dijo a la madre, que mientras tanto había entrado en el cuarto: “Don Bosco me sacó del infierno”. Permaneció dos horas hablando con el Santo, mientras su cuerpo permanecía frío. A la pregunta: “¿Quieres ir allá arriba o permanecer con nosotros?”. Respondió el muchacho: “Deseo ir al paraiso”. Entonces, respondió el Santo, “nos vemos en el paraiso”. Cerró los ojos y volvió a adormecerse en el Señor.
Don Bosco resucita a otro difunto
La Marquesa Gerolama Uguccioni Gherardi se llegó hasta Don Bosco llorando y gritando que su hijito había muerto y que el Santo debía acudir con ella para resucitarlo. Don Bosco consintió y acercándose al lecho, encontró al niño de tierna edad aun, inmóvil, palidísimo, con los ojos vítreos, el rostro contraido y sin señales de vida. Dicho por todos, había expirado.
El Santo, de inmediato, invitó a cuantos se encontraban en el dormitorio, a elevar una oración a María Auxiliadora, luego impartió la bendición a aquel cuerpecito. Aun no había terminado la fórmula cuando el finado, como un bostezo, volvió a respirar, a moverse, readquirió el uso de los sentidos, se dirigió a la madre sonriendo y pronto se recuperó.
Por esta razón, la marquesa, cuando Don Bosco pasaba por Florencia, siempre lo quería hospedar en su casa dándole mil signos de estima y de respeto. La Marquesa se convirtió en gran benefactora de las obras de Don Bosco, hasta merecer ser llamada por los Salesianos “Nuestra buena mamá de Florencia”.
Don Bosco cura a una paralítica.
En el pueblo de Caramagna, se presenta hasta Don Bosco, una pobre mujer que se sostenía en dos muletas…Dice Don Bosco: “¿Qué queréis que haga mi buena mujer?”. Respondió la pobrecita: “Oh Don Bosco, tenga compasión de mí. Déme su bendición” … “De todo corazón, pero ¿tenéis fe en la Virgen?”. “Sí, mucha” … “Pues arrodilláos”.
“Hace mucho tiempo que no puedo arrodillarme: tengo las piernas casi muertas”. “No importa, arrodilláos”. Y aquella mujer, por obedecer, se apoyaba en las dos muletas para intentar arrastrarse hasta tierra, pero Don Bosco, cogiéndola por debajo de los brazos y por las manos decididamente, dice: “Así no, arrodilláos bien”. En el gentío reinaba un silencio sepulcral: no se oía ni una mosca y eso que estaban presentes más de 600 personas.
La mujer se encontró rodilla en tierra como por encanto … “Ahora diga conmigo”, dijo Don Bosco, “tres Avemarias a María Auxiliadora”. Y tras haber rezado las tres Avemarias, sin que nadie la ayudase, aquella mujer se levantó sin sentir los dolores que desde hacía años la oprimían. Don Bosco le puso las dos muletas sobre las espaldas y le dijo: “id buena mujer y amad siempre a María Auxiliadora”.
Aquella afortunada mujer salió de entre el gentío y se encaminó hacia su casa, magnificando y agradeciendo a la Virgen y a su benefactor.
Oración a Don Bosco por los hijos
¡Oh, Don Bosco!
Padre y Maestro de la Juventud, que has recibido de Dios la sabiduría para llevar a tantos jóvenes por el camino del bien, te suplico venir en mi auxilio en la difícil y delicada responsabilidad de la educación de mis hijos.
Ayúdame a conocerlos y a comprenderlos, a dialogar con ellos y a tenernos mutuamente confianza.
Aparta de ellos, el vicio, la maldad y el egoísmo; infúndeles amor al estudio y al trabajo, bondad y comprensión en el hogar.
Líbralos de todo peligro para que puedan alcanzar la salvación de su alma y ser nuestro consuelo aquí en la tierra.
San Juan Bosco, ruega por mis hijos.
Amén.
Oración a Don Bosco para la salvación del alma
Oh Padre y maestro de la juventud, San Juan Bosco,
que tanto trabajasteis por la salvación de las almas,
sed nuestra guía en buscar el bien de la nuestra y la salvación del prójimo,
ayudadnos a vencer las pasiones y el respeto humano,
enséñanos a amar a Jesús Sacramentado, a María Santísima Auxiliadora y al Papa,
y obtenednos de Dios una santa muerte,
para que podamos un día hallarnos juntos en el Cielo.
Amén
Oración a Don Bosco para pedir una gracia especial
Oh Don Bosco Santo, cuando estabais en esta tierra no había nadie que acudiendo a Vos, no fuera, por Vos mismo, benignamente recibido, consolado y ayudado. Ahora en el cielo, donde la caridad se perfecciona ¡cuánto debe arder vuestro gran corazón en amor hacia los necesitados! Ved, pues, mis presentes necesidades y ayudadme obteniéndome del Señor (pídase la gracia).
También Vos habéis experimentado durante la vida las privaciones, las enfermedades, las contradicciones, la incertidumbre del porvenir, las ingratitudes, las afrentas, las calumnias, las persecuciones y sabéis qué cosa es sufrir.
Ea, pues, oh Don Bosco Santo, volved hacia mí vuestra bondadosa mirada y obtenedme del Señor cuánto pido, si es ventajoso para mí alma; o si no, obtenedme alguna otra gracia que me sea aún más útil, y una conformidad filial a la divina voluntad en todas las cosas, al mismo tiempo que una vida virtuosa y una santa muerte. Así sea.