¿Qué es el amor? Thich Nhat Hanh, uno de los maestros zen más conocidos y respetados del mundo, poeta, activista por la Paz y los Derechos Humanos, describe el verdadero amor a través de los siguientes cuatro elementos:
- Bondad incondicional o benevolencia (Maitri): es la capacidad de dar alegría y felicidad a la persona que amas. Implica aprender a observar atentamente a quien amamos porque si no logramos comprender, no podremos amar. La comprensión es la esencia del amor y resulta preciso dedicar tiempo a estar presentes para observar profundamente. A eso se le llama comprensión.
- Compasión (Karuna): Se define como el deseo y la posibilidad de aliviar el sufrimiento de otra persona. Para conocer la naturaleza de su sufrimiento y ayudarla, también hay que observarla y escucharla profundamente generando amor y felicidad. Para eso es necesaria la meditación. Meditar es observar a fondo la esencia de las cosas.
- Alegría (Mudita): Si en el amor no hay alegría, no se trata de verdadero amor. Si estamos sufriendo y llorando todo el tiempo o si lloramos por la persona que amamos, eso significa que no se trata de un verdadero amor, incluso puede llegar a ser lo opuesto a él.
- Ecuanimidad y libertad (Upeska): El verdadero amor permite alcanzar la libertad. Cuando se ama de verdad se le brinda al otro una absoluta libertad. Si no es así, no se trata de un verdadero amor. El otro debe sentirse libre, no solo por fuera, sino también por dentro.
La bondad, la alegría, la compasión y la libertad, aspectos del amor verdadero, son cualidades que se hallan innatas en todos los seres humanos. A través de una profunda observación, escuchando atentamente, estando presentes y practicando cotidianamente un contacto con nuestro interior (que puede ser a partir de la meditación) podremos aprender a desarrollarlas.
Esta apreciación del amor trasciende la pareja y se refiere a la posibilidad de desarrollar un sentimiento pleno hacia la vida, hacia aquello que nos rodea y, también, hacia uno mismo: la capacidad de amar a otros se relaciona con la capacidad de amarse a uno mismo. El yo se convierte en un nosotros y ese nosotros en un todo.
En este sentido, el amor es una comunión: permite unirnos y fundirnos. Además, potencialmente se encuentra en nosotros el sano impulso al vuelo, a ser libres del apego que asfixia y lastima, respetando a nuestra pareja, compartiendo la vida sin miedos ni angustias, ofreciéndole nuestra presencia, nuestro aprendizaje, humilde y amorosamente.
Fuente: Thich Nhat Hanh (2004) «El verdadero amor».