Por Sathya Sai Baba
La salud es el prerrequisito esencial para alcanzar el éxito en todos los campos de la vida y realizar los cuatro ideales que deben guiar al hombre: moralidad, prosperidad, satisfacción de los deseos benéficos y liberación del sufrimiento. Por doquier, el hombre busca vivir feliz y en paz; no obstante, la felicidad y la paz no se logran mediante actividades mundanas. El cuerpo que anhela felicidad y seguridad está sujeto a la enfermedad, la declinación y la muerte. Sin embargo, el Morador, el Ser que vive en su interior, no nace, y por lo tanto no muere. Es el Alma, Dios. El cuerpo es el templo de Dios; por consiguiente, la tarea del hombre es mantener el templo en buenas condiciones.
La salud es indispensable para vivir en este mundo y en el siguiente, para buscar el progreso mundano y el espiritual y realizar el verdadero propósito para el cual el Ser ha encarnado en forma humana: volverse consciente de su fuente, el Alma Universal (Dios inmanifestado).
Para alcanzar esta meta, tienen que ser practicados los ideales de rectitud, prosperidad, deseo moral y liberación del dolor con la ayuda de una mente sana y un cuerpo sano. ¿Cuáles son las principales causas de la mala salud? Millones de seres vivos, agrupados en especies, viven en la tierra; sobreviven gracias al alimento otorgado por la naturaleza. Sólo el hombre es la excepción. Para complacer a su paladar y otros sentidos, modifica la composición y características del alimento que ofrece la naturaleza y prepara, a través de procesos como hervir, freír y mezclar, comidas desvitalizadas y sin valor nutritivo. Los animales comen alimentos crudos y consumen la fuerza y la energía vital en su esencia. Así, no son víctimas de las diversas enfermedades que agobian al hombre. Planten una legumbre hervida, no germinará. ¿Cómo puede así contribuir a mantener con vida a un ser vivo? Las vitaminas y proteínas son destruidas cuando se cuecen los alimentos para agradar al paladar. Los billones de células del cuerpo son interdepend¡entes y cuando una se debilita o se daña, las demás sufren. Existe un límite y un balance que cada miembro y órgano tiene que mantener; el alimento insuficiente o inadecuado altera este equilibrio. Un breve acceso de tos ayuda a fortalecer los pulmones, pues tal acción expele las materias extrañas y patógenas, pero una tos prolongada es síntoma de enfermedad.
«Coman con moderación y vivirán largo tiempo». Este es el consejo dado a través de todos los tiempos por la gente sabia, mas rara vez se practica. La gente come con tal exceso que le es difícil levantarse de la mesa, y daña su sistema digestivo al consumir en gran cantidad alimentos muy condimentados; sin embargo, el rico se siente orgulloso cuando ofrece costosos banquetes. Los que saben que la salud física es el tesoro más grande, comen con mesura y sólo alimentos sátvicos (sanos).
Los alimentos sin cocinar, nueces y frutas, legumbres germinadas, son los más indicados. Coman éstos al menos en la cena. Vivirán muchos años para proporcionar bienestar a sus semejantes.
Los malos pensamientos, la ansiedad, el temor y la tensión alteran la salud. Todo esto lo ocasiona la codicia, codicia por tener más, codicia de poder y fama. La codicia conlleva sufrimiento y desesperación; por el contrario, la satisfacción sólo se obtiene mediante una visión espiritual. El deseo de bienes materiales debe ser desechado. No hagan distinciones entre «mi trabajo» y «el trabajo para Dios»; todo trabajo debe ser una adoración, pues cualquiera que sea la recompensa, otorgada por Dios, será para nuestro eterno bienestar. Si se adopta esta actitud, el sufrimiento y la pena pueden fortalecernos y ayudarnos en nuestro camino hacia la Divinidad.
Sólo experimentando dolor se obtendrá placer; la oscuridad nos permite apreciar la luz, la muerte nos enseña a amar la vida. Las enfermedades que atormentan al hombre son numerosas; de éstas, el odio, la envidia y el egoísmo son las más nefastas. Ni siquiera los médicos pueden curarlas, pues la mayoría de ellos sufren lo mismo. Deben conducirse con ecuanimidad y serenidad si desean estar libres de estas enfermedades. Sean reacios a escuchar historias viles y obscenas, pues esta tendencia revela una mente enferma. Lo que se oye queda impreso durante largo tiempo en el corazón, causándoles daño.
La ira es otro enemigo de la salud, pues inyecta veneno en la corriente sanguínea y produce tremendas transformaciones que nos dañan. Dos vecinas se volvieron enemigas acérrimas debido a un trivial incidente. La vaca de una de las mujeres dejó su excremento en la puerta de la casa de la otra, mientras iba por la calle. La dueña de la vaca corrió a recoger el estiércol mientras la otra le reclamaba diciendo que le pertenecía puesto que estaba en la puerta de su casa. De las palabras casi llegaron a los hechos; justo entonces, el bebé de la otra mujer lloró en la cuna y la madre corrió a la casa para alimentarlo; mientras lo amamantaba, el odio que sentía contra su vecina se acentuó tanto ¡que su ira envenenó su sangre a tal grado que el niño murió mientras tomaba su leche! Otro enemigo de la salud es el vicio y la mala conducta. La gente cree que las personas perversas no son necesariamente gente enferma; no obstante, la mayoría de las enfermedades son básicamente de origen mental.
Los médicos deben tratar a sus pacientes con tolerancia y bondad, y dedicar su profesión al bienestar de sus semejantes. Es mejor preservar la salud mediante buenos pensamientos y nobles acciones, sin olvidar, claro está, observar buenos hábitos alimenticios. La pulpa y el agua de coco, los germinados, sin cocinar o semicocidos, son excelentes para la salud.
Procuren vivir largos años sin caer en manos de los médicos. ¡Cuando ponen una inyección, tienen otra lista para contrarrestar su efecto! Al tratar de curar una enfermedad causan una docena más. Aunado a esto, las medicinas que recomiendan están, en su mayoría, adulteradas, pues al fabricante sólo le interesa amasar una fortuna. La mayoría de las enfermedades pueden curarse llevando una vida sencilla, practicando ejercicio y controlando nuestro apetito. Que tengan una larga vida para que sean testigos de la gloria del avatar por muchos años.
Fuente: Discurso del 30 de septiembre de 1981