El altar budista tibetano tiene su origen en la Antigua India, cuando a los visitantes se les recibía con agua para beber, agua para lavarse los pies, guirnaldas de flores, incienso, luces agradables, perfumes, comida, y a veces también buena música. Fue el maestro indio Atisha quien enseñó a los tibetanos a presentar estas ofrendas a Buda en un pequeño altar, representándolos con con cuencos con agua, ya que en Tíbet siempre ha habido un gran número de ríos y lagos, así que incluso los más pobres disponían de agua fácilmente. El tener un altar para Buda en la propia casa es una fuente de virtudes, ayuda a generar karma positivo y mejorará la energía de nuestro hogar. En esta nota te contamos cómo realizarlo.
Debemos poner especial atención a que en nuestro altar todo sea bonito, colocado con cuidado, mirando por cada detalle, poniendo especial atención a la limpieza, tanto del altar en sí como de la habitación donde se encuentra, especialmente el espacio delante de él y que ocupamos para hacer nuestras prácticas, meditar, postrarnos…
Uno de los puntos que debemos cuidar con especial atención es la limpieza. Puede limpiarse de forma cuidadosa, quitando el polvo con educación y respeto. Ante todo, debe estar bonito, oler bien… en resumen, resultar agradable.
Tampoco es bueno obsesionarse con los detalles. No hacer una idolatría de las formas. Siempre lo más importante será la actitud de reverencia y amor con la que se hacen las ofrendas. Como dice el maestro de Dzogchen, Chogyal Namkhai Norbu, adáptate y «actúa de acuerdo a tus circunstancias».
Generalmente el altar se divide en dos niveles: Arriba está el Buda Sakyamuni y debajo las ofrendas, aunque también puede haber lugar para otras deidades budistas (Tara, Avalokiteshvara, etc.) y ofrendas que se colocan en otros puntos del altar.
La figura básica del altar es siempre el Buda. Lo mejor es conseguir una figura, que se puede encontrar con relativa facilidad, trata de no confundirte entre distintos budas: Sakyamuni tiene su mano izquierda sobre el regazo y la mano derecha toca el suelo con la punta de los dedos. El tamaño dependerá de lo grande que vaya a ser tu altar.
Es posible poner detrás del Buda alguna tela bonita a modo de adorno, o sencillamente reservar ese espacio para colocar un par de thangkas más pequeñas de otras deidades búdicas. La mayoría de los thangkas (pinturas budistas) son caros, así que la mayoría de la gente pone fotos corrientes, postales compradas en algún centro budista, o puedes buscar fotos en internet para imprimirlas tú mismo.
Para representar el dharma puede ubicarse alguna imagen de un mantra o un pequeño libro de enseñanzas budistas a la derecha del buda.
En cuanto a la Sangha, es decir todos los grandes maestros incluyendo deidades y protectores, suelen colocarse por debajo del Sakyamuni. Es posible que estén a la misma altura que los ofrecimientos que veremos a continuación, pero es muy recomendable que estén un poco elevados, y en algunos casos sí es muy apropiado que tengan lugares destacados por encima de los demás, como Chenrezig, Tara y las deidades o protectores para los que hayas recibido la iniciación correspondiente. También deberías incluir retratos de los maestros del linaje (Dalai Lama, Karmapa…) y de tus maestros (el gurú raíz y el lama con quien tengas contacto de forma más habitual, si es que son dos personas diferentes).
Las ofrendas
Ahora sí, vamos a ver los ofrecimientos propiamente dichos. Delante del Buda, sobre la mesa, deben colocarse estas ofrendas de izquierda a derecha, pronunciando su nombre de ser posible:
1-Agua para beber (Argam)
2-Agua para lavarse (Padyam)
3-Flores (Pushpe)
4-Incienso (Dupe)
5-Luz (Aloke)
6-Perfume (Gende)
7-Comida (Nevidya)
8-Música (Opcional. En algunas tradiciones no se ofrece).
Estas ofrendas pueden realizarse de dos formas: Reales o visualizadas, en este último caso representadas por agua.
Entre un bol y otro debe guardarse la distancia del tamaño de un grano de arroz, y siempre deben estar en linea recta, nunca en curva. La distancia del grano de arroz es para representar lo cerca que podemos estar de alcanzar la budeidad, y la linea recta simboliza el camino que vamos recorriendo vida tras vida hasta la Iluminación.
Ofrendas reales
El agua para beber y el agua para lavarse se ofrecen igual sean reales o visualizadas.
Es suficiente con cuencos pequeños, generalmente de cristal o metálicos. El tamaño dependerá del ancho del mueble, y deberán ser todos iguales, independientemente de qué ofrecimiento sea. Cuando se presenta agua como ofrecimiento real, puede ser agua de verdad o una representación. En muchos bazares venden bolsas con piedrecitas decorativas y es posible encontrarlas de color azulado. Si es agua de verdad, sí hay que ponerla cada mañana y retirarla cada noche. Si es una representación, no es necesario.
A continuación puedes colocar un pequeño grupo de flores, o como en la foto, un bonito loto artificial. No te preocupes si son flores de mentira, ya que lo importante no es el objeto físico tanto como la visualización de estar ofreciendo lo más precioso y agradable que te puedas imaginar. Imagina que el agua es perfectamente pura y cristalina, de temperatura agradable, y que ofreces una extensión vastísima de las flores más bonitas que jamás se pudieran imaginar. Todos los ofrecimientos deben visualizarse siempre así, como si tuvieras a todos y cada uno de los grandes maestros delante tuyo y quisieras ofrecerles lo más bonito, lo más agradable, lo más digno para ellos y visualizar que las ofrendas al Buda son infinitas multiplicándose infinitamente en el espacio mientras se recita el mantra de purificación Om Ah Hum.
Es importante hacerlo de esta forma, porque si no, los ofrecimientos de cada mañana serían como poner la mesa para comer, no tendría valor espiritual ni mental alguno y si te limitas a hacerlo con prisas o de forma mecánica sin pensar, podrías estar generando karma negativo por hacer las cosas con dejadez o pereza. Si las flores son artificiales, no es necesario retirarlas por la noche. Si son de verdad es suficiente con cambiarlas para que estén siempre bonitas.
Incienso
Después de las flores viene el incienso. Llena uno de los cuencos con arroz o arena. Toma un par de varillas de incienso, las partes por la mitad para que no sean demasiado largas, y las pinchas de forma que queden cruzadas unas con otras. Mucha gente las pone juntas sin más. Este incienso no hace falta encenderlo, pero puedes hacerlo asegurándote de que la ceniza no caerá fuera del bol, que no haya nada encima que pueda quemarse, y cambiando el fondo (arena, arroz, piedrecitas…) cada cierto tiempo. Por supuesto, también puedes quemar incienso a los pies del mueble o en otro sitio de la habitación. Este ofrecimiento tampoco es necesario retirarlo por la noche (pero sí apagarlo si está encendido).
Luz
Ahora viene la luz, que es un ofrecimiento especial: La luz nos acompaña allá donde vayamos. Nos movemos por la casa, caminamos bajo el sol, etc y casi siempre nos está dando o estamos viendo algún tipo de luz. Una buena idea para generar méritos es ofrecerla mentalmente cada vez que encendemos cualquier luz. Cuando entras en la habitación y pulsas el interruptor: “Om ah hum”. Cuando enciendes un fuego en la cocina: “Om ah hum”, etc. Así pues, además del bol con una representación de la luz, es muy apropiado que todo el altar esté iluminado. Puede ubicarse sobre el bol una vela, en caso de encenderla se ruega que siempre sea mientras uno está presente, dado el peligro de incendio, muy habitual por dejar velas encendidas. Se puede ubicar una vela no encendida y visualizarla dando luz. Pueden ser también luces led o lámparas led a pila pequeñas, porque lo que se ofrece es luz no fuego ni calor.
Perfume
La siguiente ofrenda es el perfume. Puede ser un cuenco de agua con unas gotas de aceites esenciales (¡otra razón para no tener fuego al lado!), una velita aromática -que no necesitas encender- o incluso poner en el bol plantas de olor agradable, como romero, orégano, salvia…
Comida
A continuación llega la ofrenda de comida. Puede ser representada por otro objeto, como arroz crudo mezclado con esas piedrecitas de colores que venden en los bazares, pero es preferible poner comida de verdad. No debe ofrecerse cualquier cosa. Es indicado poner fruta, distintas galletas colocadas con cuidado, bombones, etc. Un día puedes poner un par de frutas, otro día unas pocas galletas, otro día unos cuantos caramelos… Es muy importante comprender que desde el momento en que hacemos el ofrecimiento, esta comida pertenece a Buda, Dharma y Sangha. Una vez se retira la comida, no debe tirarse ni despreciarse. Puedes comértela, regalarla, etc, pero no tirarla.
Música
Finalmente, la música. Pueden ponerse pequeñas campanitas, crótalos tibetanos (dos platillos grabados con mantras y sílabas tibetanas, unidos por una cuerda), etc.
Cómo desarmarlo
En muchas tradiciones, se retiran por la noche los ofrecimientos en orden inverso, empezando con la música hasta el primer bol de agua. La comida se come o se regala, pero no se tira. En el caso del agua, se vacían los dos recipientes, por ejemplo en plantas o en alguna jarra que tengas especialmente para el altar, y luego se ofrece (a quienes no pueden beber, a los seres que viven en el agua o en la tierra de las plantas, etc). Con un paño limpio que tengas especialmente para esto, limpia el cuenco haciendo tres círculos hacia la derecha y otros tres hacia la izquierda, los primeros para secarlos y los últimos para generar méritos. Los cuencos descansan boca abajo, ya sea cada uno en su posición, o apilados fuera del altar.
Ofrendas visualizadas
Las mismas ofrendas pueden hacerse simbolizadas por cuencos de agua. Recuerda siempre visualizar lo que estás ofreciendo; no se trata de llenar 8 cuencos con agua sin más. Deben llenarse de izquierda a derecha y el espacio entre la superficie del agua y el borde debe ser del tamaño de un grano de arroz. Mientras se llenan, se recita el mantra Om Ah Hum para potenciar y multiplicar las ofrendas. Se visualiza mentalmente cada ofrecimiento en cada cuenco. Piensa en el agua pura y cristalina, en el aroma del incienso, lo agradable de la comida…
De acuerdo a la tradición, el agua debería reunir las siguientes cualidades:
-Debe ser fresca (no reutilizar la misma todos los días). Combate las emociones aflictivas y eso ayuda a mantener la disciplina ética.
-No debe tener mal sabor (a veces ocurre, por ejemplo por usar una jarra metálica o un recipiente que también uses para otras cosas). Tendremos buena comida en el futuro. Además, no tiene mucho sentido ofrecer a los budas una comida que está mala.
-Agua ligera (ni congelada ni espesada por contacto con ciertos materiales). Ayudaremos a los demás sin que nos suponga esfuerzo.
-Suave (no verterla a borbotones). Nuestra comprensión del Dharma será fluida.
-Clara (limpia, sin impurezas). Como debería ser nuestro estado mental.
-Sin suciedad (restos de partículas, polvo…). Como una mente sin oscurecimientos.
-No tóxica (que realmente sea agua potable). Mantendremos una buena salud.
Para retirar los cuencos por la noche, vacíalos sin más de derecha a izquierda, y límpialos igual que se explicó arriba, dejándolos boca abajo o guardándolos en otro sitio. Se considera irrespetuoso tirar el agua al inodoro. Es más apropiado hacerlo en el lavabo, o usarla para regar (visualizando que beneficias a todos los pequeños animales que hay en la tierra).
Si te encuentras de viaje, o por cualquier otro motivo no tienes posibilidad de ofrecer el altar, realiza los ofrecimientos de forma visualizada.
Fuentes: sanghavirtual.wordpress.com