San Ignacio de Loyola es patrono de los ejercicios espirituales, los retiros y las jornadas de conversión o meditación.
Ad Maiorem Dei Gloriam -en latín, «para mayor gloria de Dios»- es, quizás, el lema con el que mejor se identifica al fundador de los jesuitas. Sin embargo, muchos otros tesoros pueden extraerse de sus textos o dichos. Las palabras de este gran santo poseen siempre una fuerza especial que enciende las mentes y los corazones: “Ruégale a Dios por todos los que como tú deseamos extender el Reino de Cristo, y hacer amar más a nuestro Divino Salvador”.
Este gran santo es uno de los maestros del “discernimiento de espíritus” (la capacidad de encontrar la voz del Espíritu de Dios en los detalles o situaciones de la vida cotidiana). Así mismo imprimió un carácter renovador a los “ejercicios espirituales”, práctica característica de la tradición cristiana que consiste en silenciar el exterior (el ruido del mundo) para ingresar en la interioridad del alma, santuario en el que resuena la voz del Creador.
En el esfuerzo del seguimiento de Cristo, Ignacio desarrolló una espiritualidad característica que ha generado miles de misioneros, educadores y evangelizadores por siglos, en todo el mundo. Su más noble fruto han sido los cientos de santos y mártires que dieron la vida para ‘mayor gloria de Dios’.
Ignacio de Loyola nació en Azpeitia, País vasco (España), en 1491. Desde corta edad quiso ser militar y, como tal, llegó a participar de la Batalla de Pamplona (1521), donde fue herido. Posteriormente abandonó las armas para hacerse servidor de la Iglesia. Su conversión se produjo tras haber leído La vida de Cristo, del monje cartujo Ludolfo de Sajonia.
Ignacio se cuestionaba así: «¿Y si yo hiciera lo mismo que San Francisco o que Santo Domingo?».
Entre sus escritos más importantes destacan los “Ejercicios espirituales”, conjunto de meditaciones desplegadas de forma ordenada para que la persona se encuentre consigo misma y con Dios actuando en su vida. Los Ejercicios son un auténtico pilar de la espiritualidad católica moderna.
Oración a Cristo de San Ignacio de Loyola
Toma, Señor, y recibe toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad;
todo mi haber y mi poseer, Vos me lo diste, a Vos Señor lo torno,
dispone de ello a toda tu voluntad.
Dame tu amor y tu gracia, que me basta.
Amén.
Oración para la intercesión de San Ignacio de Loyola
Santísimo padre San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús;
escogido entre millares para dilatar la gloria de Dios por los cuatro ángulos del mundo;
varón eminentísimo en toda clase de virtudes, pero especialmente en la pureza de intención con que siempre anhelabas la mayor gloria de Dios;
héroe insigne de penitencia, humildad y prudencia;
infatigable, constante, devotísimo, prodigiosísimo;
de caridad excelentísima para con Dios, de vivísima fe y esperanza robustísima;
me gozo, amado Padre mío, de verte enriquecido con tantas y tan eminentes prerrogativas,
y te suplico alcances a todos tus hijos aquel espíritu que te animaba, y a mí una intención tan recta,
que hasta en las menores cosas busque puramente la gloria divina, a imitación tuya,
y logre por este medio ser de tu compañía en la gloria.
Amén.