San Luis Gonzaga: patrono de la juventud y protector de los estudiantes. Historia y oraciones

San Luis Gonzaga (1568-1591), patrono de la juventud y protector de los estudiantes; hombre de corazón enorme, quien aunque sufrió incomprensiones y pesares, no perdió jamás su talante alegre ni su espíritu de lucha. Murió muy joven, a sus 23 años, pero tuvo una vida intensa y feliz.

San Luis Gonzaga nació en 1568 en Mantua (Italia). Su madre, preocupada por introducirlo en la fe, lo consagró a la Virgen y lo hizo bautizar. Mientras que a su padre, duque y exitoso militar de carrera, sólo le interesaba el éxito y la gloria futura para el hijo primogénito, su heredero.

Luis frecuentó cuarteles desde niño, y si bien aprendió la importancia del valor y el honor, también adquirió ademanes considerados vulgares y rudos, impropios de la estirpe militar. Con ánimo de rectificar aquellos defectos, sus padres lo rodearon de magníficos preceptores y personalidades ejemplares. Es así como a los trece años conoce al obispo San Carlos Borromeo, quien queda impresionado con su inteligencia y buen corazón; Borromeo será después quien le daría la Primera Comunión y se convertiría en inspiración para la vida espiritual.

Llegado el momento, por asuntos concernientes a su padre, Luis tuvo que viajar a España. Estando de visita en la iglesia de los jesuitas en Madrid oyó una voz que le hablaba al corazón: “Luis, ingresa en la Compañía de Jesús”.

Lo que le pedía Dios no podía ser casualidad, ni un arrebatamiento juvenil. Luis, entonces, quiso que sus padres fueran los primeros en enterarse de que deseaba ser religioso. Las subsecuentes reacciones fueron distintas. Su madre tomó con alegría la noticia, pero su padre montó en cólera y se negó a aceptar semejante proyecto. Luis tomó la decisión de obedecer y honrar la voluntad paterna, así que se mantuvo en la corte.

A Luis no lo persuadieron ni los viajes ni los cargos importantes. Él quería dedicar el resto de su vida al servicio de Cristo. Así que, al final, su padre tuvo que ceder. En una misiva enviada al general de los jesuitas el Márques de Castiglione, don Ferrante Gonzaga, escribió: “Os envío lo que más amo en el mundo, un hijo en el cual toda la familia tenía puestas sus esperanzas”.

Tras estos acontecimientos, Luis ingresó al noviciado de la Compañía de Jesús. Se convirtió en un novicio fiel y cuidadoso, observante de las reglas y desprendido de toda vanidad. Habiendo renunciado a ser él mismo marqués algún día -era el mayor de los hermanos y le correspondía- se puso a prueba ejercitándose en los oficios más humildes.

Duro sería el golpe que recibió al enterarse de que su padre había muerto. Sin embargo, Luis no miró atrás, y se concentró en dar consuelo a su madre y aconsejar a su hermano, a quien había cedido todos sus derechos.

Por ese entonces, la población de Roma se vio afectada por una epidemia -la peste una vez más- y los jesuitas abrieron un hospital en el que ellos mismos se encargaban de cuidar a los enfermos. Luis fue destacado allí como enfermero. Empezó, a la par, a pedir limosna, víveres y abrigo para los pacientes del nosocomio. Lamentablemente, sirviendo a los más débiles, a quien amó con esmero, contrajo la enfermedad que los asolaba.

El joven santo pudo recuperarse de aquel mal, aunque quedó afectado por una fiebre intermitente que en los meses siguientes lo redujo a un estado de total fragilidad. Acompañado de su confesor, San Roberto Belarmino, Luis fue preparándose para su inminente destino: la muerte.

Con la mirada puesta en el crucifijo y repitiendo el nombre de Jesús, San Luis Gonzaga partió a la Casa del Padre la medianoche del Corpus Christi, el 21 de junio de 1591, a los 23 años de edad. Amó por sobre todo a Dios, y por haberlo hecho en altísima medida, alcanzó la santidad. Y es que a Dios se le ama amando a quienes Él nos regaló como padres, como a quienes Él nos puso como prójimos. No hay forma más elevada de honrar a quienes nos dieron la vida que amando a Dios primero y, al mismo tiempo, sirviendo a quienes necesitan de nosotros.

Ninguna corona, tesoro, victoria militar, título o cosa de este mundo es capaz de igualar la gloria de encontrar abiertas las puertas del cielo.

Oración a San Luis Gonzaga

Dios Todopoderoso,
que infundiste en San Luis Gonzaga
un espíritu de servicio
y entrega al prójimo por Ti
te pido por su intercesión
que me concedas fortaleza para no desfallecer,
y paciencia para no desesperar
en este momento de desconsuelo,
ayúdame, te lo suplico a aliviar mis sufrimientos, 
ayúdame a obtener lo que tanto necesito:
(hacer la petición con mucha fe y esperanza).
También te pido,
que pueda imitar el espíritu de sacrificio
de San Luis Gonzaga,
así como el deseo de vivir con pureza interior
cada día de mi existencia.
Te lo pedimos a Ti,
que siendo Dios,
vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
Rezar tres Padrenuestros,
tres Avemarías y tres Glorias.
Hacer la oración y los rezos durante tres días consecutivos.
Oración a San Luis Gonzaga para pedir pureza
Inocentísimo Luis,
que por especial gracia de Dios y con el auxilio de la Inmaculada Virgen Maria estuviste siempre libre,
no sólo de toda culpa grave, sino aún de las tentaciones contra la pureza,
humildísimamente te ruego que me alcances del Purísimo Corazón de Jesús,
que todo lo padeció menos ser calumniado contra esta virtud,
y de su excelsa Madre, la Virgen Purísima e Inmaculada,
la gracia de resistir siempre al punto cualquier pensamiento impuro,
Y de morir mil veces antes que manchar mi alma con un pecado grave.

Amén.

Deja un comentario!