La Asunción de María o Asunción de la Virgen es la creencia, de acuerdo con la tradición cristiana, de que María, la madre de Jesucristo, cumplida la misión de su vida terrenal, fue llevada en cuerpo y alma al Cielo junto a Dios.
“La Inmaculada siempre Virgen María, Madre de Dios, terminado el curso de su vida terrena, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria celestial”, explica la constitución apostólica Munificentissimus Deus (Benevolísimo Dios), con la que el papa Pío XII proclamó el dogma de la Asunción de María el 1 de noviembre de 1950. A partir de entonces, cada 15 de agosto se celebra la Solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María.
«La Santísima Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo, en donde ella participa ya en la gloria de la resurrección de su Hijo» (CEC 974). De esta manera, María se convierte en signo viviente de la promesa cumplida, en adelanto y estímulo para quienes esperan en Dios.
La Madre elevada a las alturas celestiales, cerca de la Trinidad, permite avizorar la gran meta a la que aspira todo cristiano.
A lo largo de su historia, la Iglesia Católica ha proclamado cuatro dogmas marianos: María es Madre de Dios (Maternidad divina), María es siempre Virgen (Virginidad perpetua), María fue preservada del pecado original (Inmaculada Concepción) y María fue asunta a los cielos (Asunción).
San Juan Pablo II, al referirse a la Asunción, explicó: “Mientras para los demás hombres la resurrección de los cuerpos tendrá lugar al fin del mundo, para María la glorificación de su cuerpo se anticipó por singular privilegio».
Posteriormente, Benedicto XVI, afirmó: «María, el arca de la alianza que está en el santuario del cielo, nos indica con claridad luminosa que estamos en camino hacia nuestra verdadera Casa, la comunión de alegría y de paz con Dios”.
Finalmente, el Papa Francisco, refiriéndose al acto por el que María dejó este mundo pasajero para ir a habitar la Casa del Padre, recordaba que “esto no significa que ella esté lejos, que se separe de nosotros; María, por el contrario, nos acompaña, lucha con nosotros, sostiene a los cristianos en el combate contra las fuerzas del mal”.
La Iglesia católica celebra esta fiesta en honor de María en Oriente desde el siglo vi y en Roma desde el siglo VII.
Oración de la Asunción de la Virgen María