Los orígenes de esta advocación mariana provienen de Europa, pero la devoción a la Virgen de los Ángeles puede considerarse como propia de América desde hace ya varios siglos, desde los tiempos de la conquista española. Aunque su presencia y sus devotos están distribuidos en todo el Continente.
Según la tradición, el 2 de agosto de 1635, una mujer a quien la historia ha denominado ‘Juana Pereira’, encontró sobre una roca una imagen de la Virgen María con el Niño Jesús en brazos. El lugar del hallazgo se llamaba Puebla de los Pardos (una alusión a la población de raza negra) en la zona de Cartago (Costa Rica), donde hoy está la Basílica consagrada a esta advocación.
La historia popular afirma que aquella mujer, tras el hallazgo, trasladó la imagen a su casa, y al día siguiente la encontró en el mismo lugar de donde la tomó. Primero pensó que se trataba de una segunda imagen, pero grande fue su sorpresa al percatarse que el lugar donde había dejado la estatuilla el día anterior estaba vació. Volvió a guardar la imagen en un lugar seguro, y lo mismo sucedió al tercer día. Todo indicaba que la imagen era la misma y que por alguna misteriosa razón por sí sola regresaba al mismo lugar.
Juana decidió entonces llevarla a la parroquia cerca de su casa, a pedido del sacerdote local. Sin embargo, la imagen siempre desaparecía del lugar donde era llevada y aparecía de nuevo sobre la roca donde fue encontrada por primera vez. Los lugareños interpretaron esto como un signo de que la Madre de Dios deseaba que se construyera un templo en aquel lugar.
Primero se construyó una ermita y posteriormente, a inicios del siglo XX, la Basílica. Con el transcurso de los años la veneración a la santa imagen se fue extendiendo en todo el país. La gente empezó a llamarla Nuestra Señora de los Ángeles, por haber aparecido el día en que la Iglesia (particularmente los franciscanos) celebra a la Virgen bajo esa advocación.
La imagen original de la Patrona de Costa Rica es pequeña y está hecha de roca volcánica, grafito y jade. Es de color negro y por eso sus devotos la llaman cariñosamente ‘la Negrita’. La combinación de minerales de la estatuilla será siempre motivo de curiosidad: de acuerdo a fuentes científicas, si se toma en cuenta el periodo histórico en el que la imagen fue encontrada, no hay cómo explicar con precisión la presencia de grafito en ella (este material no se conocía en América) y, al mismo tiempo, de roca volcánica (prácticamente sin uso en la Europa de ese tiempo). Por eso, ‘la Negrita’ puede ser considerada un símbolo del mestizaje, en el que están fusionados elementos de dos mundos que empezaban a conocerse. Ella es expresión de la unidad americana que se gestó gracias a la fe.
Desde finales del siglo XIX, miles de personas peregrinan una vez al año al santuario de la Virgen de los Ángeles. Los fieles acompañan el traslado de la imagen desde allí hasta la Catedral de Nuestra Señora del Carmen, donde permanece hasta inicios de septiembre, cuando es devuelta a la basílica en un nuevo traslado. En ambas romerías llegan a participar de dos a tres millones de peregrinos, nacionales y extranjeros. El Papa Benedicto XVI afirmó que esta devoción mariana “es un signo sagrado de la religión cristiana y la fe en Latinoamérica” y recordó, además, que «existen innumerables signos sagrados capaces de difundir la religión cristiana sobre la tierra y de acrecentar la devoción de los fieles».
Además de la basílica de Cartago, existen otras muchas basílicas dedicadas a esta advocación mariana en el mundo, especialmente en Italia, donde se encuentran tres de las más importantes. La principal está ubicada en la ciudad de Asís, donde la Virgen de los Ángeles se le apareció a San Francisco en 1208, año en el que “recibió su vocación”.
En 1216, en una visión, San Francisco le pidió al Señor, que se encontraba al lado de la Virgen y sus ángeles, que le concediera una indulgencia a cuantos visitasen la Iglesia dedicada a la Virgen bajo la advocación de María de los Ángeles.
Cada 2 de agosto se celebra a Nuestra Señora de los Ángeles, patrona de Costa Rica.
Oración a la Virgen de los Ángeles
Oh Soberana Reina de los Ángeles, Madre amorosísima que te dignaste escoger a nuestra amada Patria para que fuera el trono de tus misericordias, te damos gracias por los innumerables beneficios recibidos de tu intercesión poderosa y te suplicamos que nos protejas en todos los momentos de nuestra vida, sobre todo cuando nos aflijan las preocupaciones; a esa hora, Oh Virgen y Madre de Dios, haz valer tus prerrogativas de Reina y de Madre ante la Santísima Trinidad; socórrenos desde el cielo con amor de Madre y con esplendidez de Reina. Vela por nuestra amada patria, Oh Reina Soberana de los Ángeles y sálvala por amor a Cristo, Nuestro Rey y Señor. AMEN.