¿Elegimos a nuestros padres antes de nacer?

Sin duda alguna, el nacimiento de un bebé es una de las cosas más grandes e importantes que le pueden ocurrir a cualquier familia por muchísimos motivos, de los cuales conocemos unos cuantos. Resulta que, por muy increíble que suene, los niños eligen a sus padres para poder llegar a este mundo a través de ellos.

La gran pregunta

Una pregunta esencial que se hace todo ser humano alguna vez en su vida gira en torno a la esencia de la conciencia que nos hace ser quien somos, esto es, ¿por qué estamos aquí?

El pensamiento moderno, apoyado en la ciencia, responde muy bien al cómo llegamos aquí: la mayormente azarosa unión de un esperma y un óvulo, el abrazo carnal de dos seres con los que no teníamos nada que ver hasta el momento de la concepción.

Para la ciencia establecida no es necesario ir más allá de esto, puesto que, según el paradigma materialista, no existíamos antes de la concepción en el vientre de nuestra madre y no venimos al mundo por ninguna razón o necesidad en específico, lo único que de alguna manera traemos con nosotros son los genes de nuestros antepasados.

Esta respuesta no es muy satisfactoria para muchas personas que creen que su vida y el mismo mundo tienen un propósito, un significado y un destino que no puede ser reducido solamente de la ciega evolución de la materia.

Los aspectos cualitativos de la existencia, las intuiciones, las «verdades espirituales», no pueden comprobarse científicamente, pero aún así ejercen una atracción y nos dotan de una razón de ser, son aquello que nos mueve e impulsa a crecer y desarrollarnos moral y espiritualmente, puesto que el ser humano, creemos, no deja de crecer cuando se convierte en adulto.

¿Qué dicen algunas miradas ancestrales sobre este tema?

Muchas mujeres próximas a ser madres es posible que hayan experimentado ciertas sensaciones y emociones que definitivamente las hace conectarse de una forma bastante significativa con esa criatura que se encuentra en su vientre. Incluso, hay ciertas cosas que pueden experimentar desde el mismísimo instante en que se produce la concepción sin que la propia madre sepa que está embarazada aún.

Según lo expresado por numerosas creencias ancestrales, todo lo que hemos mencionado previamente ha hecho pensar a muchos que el alma del infante escoge a su madre como un medio a través del cual llegar al mundo, lo cual es visto desde el plano netamente cósmico. Así mismo, se cree que el alma o cuerpo astral, como la conocen muchos, ingresa en el cuerpecito del bebé cuando este está dentro del vientre de su madre.


Sin embargo, por muy hermosa que pueda sonar toda esta idea, no ha podido ser confirmada como un hecho real ya que aún no existe una ciencia exacta que logre comprobarla.

Es más, la ciencia solo es capaz de estudiar lo que pueda ser demostrado de forma empírica, lo que hace que sea poco probable un aporte al desarrollo de teorías de este tipo.

 

¿Los bebés pueden escoger a su familia antes de nacer?

Según lo expresado por unas cuantas teorías que han tratado este tema, los bebés hacen la elección de sus padres con unos tres meses de anticipación. Las mismas teorías aseguran que los bebés van a elegir el tipo de vida que están destinados a llevar basándose en las lecciones aprendidas o no en sus vidas pasadas.

Un dato importantísimo es que muchas de estas almas hacen lo posible por volver a nacer en las mismas familias con el fin de solucionar cuestiones karmáticas importantes que quedaron pendientes.

Incluso cuando los padres aún no se han conocido, el alma ya ha escogido y esperará el momento preciso para reencarnar.

Desde la filosofía

Como dice el filósofo Manly P. Hall, para muchos niños la noción de que han existido y existirán para siempre no es en ninguna medida algo extraño, o algo que deben de aprender a creer bajo algún adoctrinamiento, es algo que se cree con naturalidad, puesto que generalmente el ser no se identifica con el cuerpo solamente. Es posible que el universo mismo no haya tenido principio y no tenga final, solamente sea existencia existiendo multiforme, infinita transformación (en esto coinciden religiones con algunas teorías físicas modernas).

¿La muerte realmente es el final? ¿Es el nacimiento el inicio de todo lo que somos? O, en cambio, ¿no es más bien sólo un nuevo despertar en una larga cadena de sueños y despertares en nuevos modos de existencia?

Desde el budismo

Para el budismo, la reencarnación es el resultado del karma, es decir, de las acciones que hemos realizado.

El budismo no cree en la existencia de un alma inmortal, pero sí en la continuidad de la mente. La mente no está ligada al cuerpo más que por habituación y no es definida por lo material, tiene una base intangible, la misma que el espacio y la misma que Buda.

Las vidas y cuerpos a los que nacemos son el resultado de los karmas que hemos echado a andar, hábitos a los cuales nos hemos aferrado de alguna manera, consecuencias cristalizadas.

Desde el hinduismo

En el hinduismo, donde sí se considera que existe un alma inmortal, la reencarnación es vista de forma similar, sólo que en algunas acepciones de esta religión se confiere realidad al individuo, el cual es una emanación por así decirlo, del Ser Supremo, y el cual evoluciona hacia la reidentificación con su esencia inmortal.

Desde el platonismo

En la filosofía platónica, la doctrina de la transmigración de las almas sostiene que el alma reencarna bajo la ley de la necesidad, se dice que las Moiras, las hijas de Ananke (la diosa de la necesidad) tejen su destino.

El filósofo neoplatónico Plotino sugiere que el alma elige sus padres, circunstancias y lugar de nacimiento, «el alma desciende y entra al cuerpo apropiado».

Esto, sin embargo, no es una decisión conforme a un antojo o algo así, sino que es el cumplimiento de la necesidad, el alma «decide» conforme a lo necesario, a aquello que le es esencial para continuar su proceso evolutivo o de recordar su verdadera naturaleza, lo cual le hace avanzar, también según la filosofía platónica, hacia la reintegración con la unidad divina.

Desde la psicología

El psicólogo James Hillaman explica que si bien nuestra cultura tiene la noción de la genética y la influencia de la naturaleza, «estas teorías no nos hablan a la individualidad y a la unicidad que sientes que eres tú».

Otras culturas tienen un mito fundacional que debemos reconsiderar, como por ejemplo el Mito de Er que expone Platón en La República:

«El mito dice que el alma elige sus padres particulares, y así son parte de tu destino, ya sea que experimentes una carencia paternal, padres solteros, adoptivos o lo que sea…

En el mundo actual llenamos a los padres de un gran peso, como si fueran dueños y totalmente responsables del destino total de sus hijos…

Este otro mito sugiere que tú tienes tu propio destino y que los padres tiene la tarea de proveer el lugar en el mundo en el que puedes enraizarte en la vida y hacer más fácil que crezcas».

La reencarnación: ¿voluntad del alma o elección del cosmos?

Ya sea que las coordenadas de la reencarnación hayan sido elegidas por la voluntad del alma o hayan sido computadas por el cosmos conforme a la ley de la necesidad o del karma, de cualquier manera el resultado –la encarnación particular en un cuerpo determinado en el seno una familia determinada– es exactamente lo que merecemos y necesitamos, según la teoría de la reencarnación en diversas culturas.

 

Es decir, la vida que tenemos es la oportunidad perfecta para crecer. La reencarnación supone una teoría de la evolución espiritual –una teoría de la evolución más completa puesto que incluye los aspectos morales y espirituales de la existencia. De esta forma cada encarnación es la continuidad de nuestro esfuerzo evolutivo, de nuestra estancia en una escuela metafísica de aprendizaje, de autoconocimiento, de amaestramiento del vehículo del cuerpo en servicio del espíritu.

Asimismo, la reencarnación y el karma garantizan la moralidad y la causalidad inherente en todos los aspectos del universo. Sin ellas, nuestros actos y pensamientos no tendrían ninguna regulación ni ningún sentido ya que se desvanecerían en la nada, y podríamos hacer lo que se nos plazca sin cosechar los efectos integrales de cada acto. Intuimos, sin embargo, que esto no es así, lo que hacemos en un sentido no sólo físico y cuantitativo, sino también metafísico y cualitativo tiene consecuencias en directa relación a la naturaleza de nuestros actos.

Karma y reencarnación

Es posible que esta supuesta elección del bebé de sus padres antes de su nacimiento sea una de las razones por las que las madres tienen una inexplicable conexión con sus criaturas y desean por todos los medios que esta esté siempre bien, sana y rodeada de una familia que la espera con ansias. En un sentido práctico, existen dos importantes nociones que la reencarnación nos brinda.

Por una parte nos exhorta a reconocer por nuestro propio bien, que existimos en un universo moral, donde nuestras actos tienen consecuencias y en el que somos responsbables de nuestra actualidad, de todas las condiciones con las que enfrentamos el mundo. No hay manera de descargar: no fue el azar, no fueron nuestros padres, ni siquiera fue dios. Somos siempre lo que hemos sido.

El presente es la co-presencia de todos los momentos que hemos vivido bajo el condicionamiento funcional de un cuerpo en el tiempo con una cierta memoria. Asimismo, nos llama a optar por una actitud de reverencia y comprensión en lo que se refiere a nuestros padres, una actitud que ya no busca juzgar o culpar, sino que entiende que nuestros padres son el vehículo de la manifestación de aquello que somos.

Y cualquiera interesado en una búsqueda de sentido en la vida, entonces verá en sus padres una rica fuente de enseñanzas para acercarse a resolver el misterio de por qué está aquí. ¿Qué es lo que venimos a aprender de ellos, o qué es lo que venimos aprender al mundo que fue necesario que fuéramos engendrados por este padre y esta madre y no cualquier otro par?

Pueden existir muchos maestros, algunos muchos más evolucionados y cercanos a la iluminación –algunos de ellos serán quizás nuestros padres espirituales– pero lo que si es seguro, es que en nuestros padres tenemos maestros inmediatos, insoslayables, a veces crueles, a veces amorosos, pero siempre poseedores de una valiosa lección, de una profunda joya psíquica, de una historia que va más allá de la sangre y que necesitamos comprender para conocer quiénes somos y a dónde vamos.

 

Fuentes: harmonia.la y okmamas.com

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