Budismo: Curarnos del dolor. ¿Qué son “las 3 Joyas”? ¿Qué es “tomar refugio”? Explicación del Dalai Lama

Las tres joyas del refugio

Desde el principio del camino del budismo, es importante conectar la comprensión de la verdadera realidad con nuestra conducta espiritual, ya que es a través de esta relación que n

os definimos como seguidores del Buda. Un budista es alguien que busca su último refugio en el Buda; en su doctrina, conocida como el dharma, y en la sangha, la comunidad espiritual que actúa de acuerdo con esa doctrina. Se conocen como las tres joyas del refugio.

 

Para que nosotros tengamos la voluntad de buscar refugio en las tres joyas, primero debemos reconocer la insatisfacción que nos produce nuestra condición actual en la vida; debemos ser conscientes de su naturaleza desdichada. Basándonos en un reconocimiento profundo y verdadero de esta verdad, desearemos de forma natural cambiar nuestra condición y poner punto final a nuestro sufrimiento. Estaremos, pues, motivados para buscar un método mediante el cual llegar a ello. En este método, percibimos la necesidad de encontrar un puerto o un cobijo donde resguardarnos de la desdicha que deseamos dejar atrás. Dicho de otro modo, el refugio planteado por el budismo es una protección del sufrimiento que queremos evitar.

 

 

El Buda, el Dharma y la Sangha

El Buda, el dharma y la sangha nos ofrecen ese refugio y suponen, por lo tanto, la posibilidad de curarnos de ese dolor. Es en ese sentido que un budista busca refugio en las tres joyas. Antes de buscar refugio del sufrimiento, primero debemos profundizar en nuestra comprensión de su naturaleza y las causas que lo ocasionan. Hacerlo intensifica nuestro deseo de protección. Ese proceso mental, que incluye el estudio y la contemplación, debe aplicarse también para desarrollar nuestra apreciación de las cualidades del Buda.

Eso nos conduce a valorar el método mediante el cual él alcanzó esas cualidades: su doctrina, el dharma. De ella nace el enorme respeto que sentimos hacia la sangha, los practicantes comprometidos en la aplicación del dharma. En consecuencia, nuestra sensación de respeto por este refugio se intensifica, al igual que nuestra determinación de comprometernos en la práctica espiritual diaria.

Como budistas, cuando nos refugiamos en la doctrina del Buda, la segunda de las tres joyas, lo que hacemos es cobijarnos tanto en la anticipación de un estado de liberación del sufrimiento como en el camino o método por el que alcanzaremos dicho estado. Este camino, el proceso de aplicar esta doctrina a través de la práctica espiritual consciente, es conocido como el dharma.

El estado de libertad del sufrimiento también recibe el mismo nombre, ya que es el resultado directo de la aplicación de la doctrina del Buda. A medida que crecen la comprensión y la fe en el dharma, vamos desarrollando un mayor aprecio por la sangha, el grupo de individuos, pasados y presentes, que han alcanzado tales estados de liberación del sufrimiento.

Gracias a ellos podemos concebir la posibilidad de un ser que ha llegado a la liberación absoluta de los aspectos negativos de la mente: el Buda. El aprecio por el Buda, el dharma y la sangha -las tres joyas que constituyen nuestro refugio- crece de la misma forma que nuestro reconocimiento de la naturaleza desdichada de la vida. Eso intensificará nuestra búsqueda de su protección.

Justo en el inicio del camino del budismo, nuestra necesidad de protección de las tres joyas puede, como mucho, ser intuida desde una perspectiva intelectual, especialmente para aquellos que no han crecido en un marco religioso. Dado que las tres joyas tienen su equivalente en otras tradiciones, a menudo reconocer su valor resulta más fácil para las personas que ya tienen fe.

Compartimos un video en el que el Dalai Lama continúa con su explicación.

Fuente: Dalai Lama, El arte de la compasión. La práctica de la sabiduría en la vida diaria.

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