La Virgen de la Merced es una advocación mariana que evoca la misericordia infinita de Dios, que nos ha dejado en la persona de María a una auténtica madre, un seguro canal de gracia y una cabal intercesora. No es casualidad que “merced” signifique “misericordia”, “dádiva”, “gracia” y, simultáneamente, “perdón”.
Los orígenes de esta advocación se remontan al siglo XIII, cuando la Virgen se le apareció a San Pedro Nolasco (1180-1256) para animarlo a la tarea de liberar a los cristianos que habían caído prisioneros en manos de los musulmanes.
Era muy común en aquel tiempo que los llamados “moros” saqueen los pueblos costeros del Mediterráneo para llevarse prisioneros en calidad de esclavos. Generalmente, las víctimas eran cristianos a los que se les trasladaba al norte de África. Allí eran sometidos a trabajos forzados, prisión y maltratos. Sometidos a tan horrenda condición, la mayoría terminaba perdiendo la fe, creyendo que Dios los había abandonado.
Pedro Nolasco, un comerciante nacido en Aquitania (actual Francia) y establecido en Barcelona (España), al ver esta situación en sus viajes, se conmovió y empezó a usar su propio patrimonio para liberar a los cristianos cautivos. Nolasco “compraba esclavos” o los intercambiaba por mercancías, para luego devolverles la libertad.
Nolasco, impotente para lograr su cometido, pide a Dios intensamente que le provea la ayuda necesaria. En respuesta a sus ruegos, el 1 de agosto de 1218, sucede un hecho extraordinario: la Virgen María se le aparece y le pide que funde una congregación que se dedique exclusivamente a redimir cautivos.
De inmediato, Nolasco le pregunta a la Madre de Dios: “¡Oh Virgen María, Madre de Gracia, Madre de Misericordia! ¿Quién podrá creer que tú me mandas?”. A lo que María respondió: “No dudes en nada, porque es voluntad de Dios que se funde una Orden de ese tipo en honor mío; será una Orden cuyos hermanos y profesos, a imitación de mi hijo, Jesucristo, estarán puestos para ruina y redención de muchos en Israel, es decir, entre los cristianos, y serán signo de contradicción para muchos”.
Entonces, el santo, animado por la Virgen de la Merced, organiza con sus amigos el grupo inicial de la que sería la “Orden Real y Militar de Nuestra Señora de la Merced y la Redención de los Cautivos”, cuyos miembros se hacen llamar “mercedarios”.
Oración a Nuestra Señora de la Merced
Oh, Nuestra Señora de las Mercedes, inmaculada madre de Jesús, querida y comprometida madre de todos, tú que haces posible lo imposible, lava todo el pecado de mi alma para ser digno de servirte, no me desampares y escucha hoy todas mis peticiones.
Santísima y gloriosa Virgen María de las Mercedes, señora de los desamparados, protectora de los afligidos y de los cautivos, mi alma se regocija ante tu poder para que puedas brindarme la protección que tanto necesito; por eso hoy te rezo a ti con mi más profunda devoción para poder encontrar tu misericordia.
Pido, oh adorada Madre, que mis plegarias suban hasta el cielo, y que mediante el canto de los ángeles tú y nuestro Salvador puedan escucharlas. Tú que con tu bendición siempre estás dispuesta a proteger a los que nos sentimos más desamparados, otórgame el perdón de todos los pecados por los que ahora me arrepiento.
Te suplico con humildad que me des la fuerza espiritual que necesito para que, con tu ayuda, pueda alejarme de cualquier situación de peligro o de aquellas personas que, con malas intenciones, buscan alejarme del camino del Señor para que no pueda cumplir con la palabra. Te imploro, elimines de mi camino todos los obstáculos que se me presenten y que me acompañes siempre, más aún en las situaciones más difíciles.
Recíbeme, oh Virgen mía, bajo tu amparo y protección, cuida de mí y de los míos como siempre lo has hecho con todos tus hijos, cobíjanos bajo tu sagrado manto para estar a salvo del mal y de los enemigos. Yo te aseguro que mi corazón se rendirá a ti en una completa devoción.
Virgen de las Mercedes, concédeme el beneficio de alabarte siempre y la posibilidad de pedir tu intercesión siendo tan solo un humilde cristiano que te honra. Añoro que seas por siempre bendecida y sagrada, que seas guardiana de mis ruegos y no desatiendas mis peticiones. Amén.
Misericordiosa Virgen de las Mercedes, para ti que nada es imposible, patrona de los reclusos y de las causas perdidas. Inmaculada madre de Jesús, querida y comprometida madre de todos, por la luz con la que iluminas el mar y el cielo, te suplico escuches mis peticiones.
Tú que con tu bendición proteges la vida de los que nos sentimos desamparados, otórganos el perdón necesario a los que nos arrepentimos de nuestros pecados.
Por medio de esta oración te suplico con humildad y arrepentimiento que nos des la fuerza y paz espiritual a los que más necesitamos.
Que a través de tu encuentro divino contribuyas a la pronta toma de consciencia de (decir el nombre de la persona) para que pueda cumplir con la palabra como tú lo mandas, pido elimines de su camino todos los obstáculos y que tú divina presencia lo acompañe en estos momentos difíciles.
Tenlo bajo tu cobijo para que con tu amor logre superar el sufrimiento y las penas. Querida Virgen inmaculada te suplico seas guardiana de mis ruegos y no desatiendas las peticiones que con fe y confianza te hago. Te imploro santísima Virgen de las Mercedes, amén.
Hay que nombrar tres veces el nombre de la persona que quieres ayudar.