La profundidad del corazón crece con el silencio, silencio que no es mutismo, sino que deja espacio a la sabiduría, a la reflexión y al Espíritu Santo, así lo señalaba el Papa Francisco en ocasión de reflexionar sobre la figura de San José. Fue durante una audiencia general, donde se reunió con los fieles y peregrinos.
Francisco nos decía de San José: “después de haber ilustrado el ambiente en el que vivió, su papel en la historia de la salvación y su ser justo y esposo de María, hoy quisiera considerar otro aspecto importante de su figura: el silencio”. Continuando, señaló, “el silencio es importante, a mí me conmueve un versículo del Libro de la Sabiduría que fue leído pensando en la Navidad y dice: ‘Cuando la noche estaba en el silencio más profundo, ahí tu palabra bajó a la tierra’. En el momento de más silencio Dios se manifestó”.
“José con su silencio nos invita a dejar espacio a la Presencia de la Palabra hecha carne, a Jesús. Jesús creció en esta ‘escuela’, en la casa de Nazaret, con el ejemplo cotidiano de María y José”, agregó.
“Y no sorprende el hecho de que Él mismo busque espacios de silencio en sus jornadas (cf. Mt 14,23) e invite a sus discípulos a hacer tal experiencia, por ejemplo: «Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco» (Mc 6,31)”. Continuando, el Papa subrayaba, “(…) mucha gente tiene miedo del silencio, debe hablar, hablar, hablar o escuchar, radio, televisión…, pero el silencio no puede aceptarlo porque tiene miedo”.
El Santo Padre en otro párrafo nos pedía entonces, “(…) aprendamos de san José a cultivar espacios de silencio, en los que pueda emerger otra Palabra, es decir, Jesús, la Palabra: la del Espíritu Santo que habita en nosotros y que lleva a Jesús. No es fácil reconocer esta Voz, confusa a menudo con los miles de voces de preocupaciones, tentaciones, deseos, esperanzas que albergamos; pero sin este entrenamiento que viene precisamente de la práctica del silencio, puede enfermarse también nuestra habla”.
Francisco finalizó diciendo: “la profundidad del corazón crece con el silencio, silencio que no es mutismo, sino que deja espacio a la sabiduría, a la reflexión y al Espíritu Santo. A veces tenemos miedo de los momentos de silencio, ¡pero no debemos tener miedo! Nos hará mucho bien el silencio. Y el beneficio del corazón que tendremos sanará también nuestra lengua, nuestras palabras y sobre todo nuestras decisiones”.