Viernes Santo: significado espiritual de la entrega de Jesús en la Cruz

En Viernes Santo conmemoramos la muerte de Jesús, quien se entrega por cada uno de nosotros y por toda la humanidad para liberarnos de la esclavitud existencial en la que nos encontramos por nuestras faltas emanadas del egocentrismo y así abrir el camino para reconciliarnos plenamente con Dios.

Conmemoramos hoy el extremo amor divino, indicando a la Humanidad el camino de salvación, a través de la entrega más radical, por el bien de todos.

Jesús se entregó en la Cruz por cada uno de nosotros, para que podamos ver en su ejemplo de vida la luz que ilumina nuestro camino de salvación.

Por la entrega sacrificial en la Cruz “muere la muerte”, se extingue nuestro egocentrismo basado en el velo de nuestra ignorancia existencial y sus consecuencias, es la muerte de todo aquello que nos mata en vida.

Jesús muere en la cruz como debiéramos algún día poder morir cada uno de nosotros, perdonando a todos («Padre perdónalos, no saben lo que hacen» -Lc 23,34-) y entregando a Dios su conciencia («Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu» -Lucas 23:46-).

En la tarde del Viernes Santo se realiza la Celebración de la Pasión del Señor, que conmemora los distintos momentos por los que tuvo que pasar el Salvador en las horas previas a su ejecución en la cruz.

Para recordar el sufrimiento de Jesús de Nazaret, los cristianos reviven las etapas de su muerte, divididas en 14 estaciones. Desde su condena a muerte hasta su entierro. Por cada una de ellas, se reza una oración. El color litúrgico es el rojo, en honor a la sangre derramada por Jesucristo.

Se nos invita a acompañar a la Virgen María en sus sufrimientos de madre. Ella nunca abandonó a su Hijo y, a diferencia de la gran mayoría de discípulos, no huyó y permaneció a los pies de la Cruz.

La popularidad de Jesús y su doctrina ponían en jaque al Sanedrín, el consejo de ancianos del pueblo de Israel, que oficiaban a la vez como sacerdotes y jueces, y estaban subyugados a la dominación romana en el tiempo de estos acontecimientos. Ambas partes estaban interesadas en la detención de Cristo, que contradecía abiertamente sus preceptos y había protagonizado episodios disruptivos para su orden establecido, como la expulsión de los mercaderes del templo.

Una vez capturado, Jesús fue llevado donde Poncio Pilato, prefecto de la provincia romana de Judea. Pilato no lo percibía como una amenaza y tampoco vio que hubiera cometido algún delito como para condenarlo; sin embargo, ante la presión de la multitud judía que clamaba por crucificarlo, procedió a lavarse las manos frente al público y proclamarse «inocente de la sangre de este justo».

Cabe recordar que como era costumbre liberar a un reo por la fiesta judía de la Pascua, Pilato dio a elegir si querían que se liberase a Jesús o al malhechor Barrabás. Ante la presión del público, terminó soltando a Barrabás.

El Via Crucis se reza caminando en procesión, como simbolismo del camino que tuvo que recorrer Jesús hasta el Monte Calvario. Hasta adelante, alguno de los participantes lleva una cruz grande y es el que preside la procesión. Se hacen paradas a lo largo del camino para reflexionar en cada una de las estaciones, mediante alguna lectura específica.

Si se desea, después de escuchar con atención la estación que se medita y al final de cada una, se puede rezar un Padrenuestro, mientras se camina hasta la siguiente estación. El que lleva la cruz, se la puede pasar a otra persona.

La Biblia cuenta como, en la tarde del Viernes Santo, el cuerpo de Jesús fue bajado de la cruz y entregado a un discípulo suyo de nombre José para que le diera sepultura. Este hombre lo envolvió en una sábana limpia y lo depositó en un sepulcro que había pensado para él mismo, excavado en la roca. Para evitar la entrada de curiosos, se colocó sobre la entrada una pesada piedra.

En las iglesias, el comienzo de esta celebración es en silencio. El sacerdote se postra frente al altar, con el rostro en tierra, recordando la agonía de Jesús. Consta de tres partes: liturgia de la Palabra, adoración de la Cruz y sagrada comunión. Después de la segunda lectura, sin aclamación, se proclama el relato completo de la «Pasión según san Juan». La Liturgia de la Palabra finaliza con la «Oración universal», hecha de manera solemne. Se ora por la Iglesia, por el papa, por todos los ministerios (obispos, presbíteros y diáconos), por los fieles, por los catecúmenos, por la unidad de los cristianos, por los judíos, por los que no creen en Cristo, por los que no creen en Dios, por los gobernantes y por los atribulados. La celebración culminará con la Vigilia Pascual, y se invita a esperar junto a María la llegada de la Resurrección del Señor; pero, mientras tanto, se produce un profundo silencio y meditación sobre la muerte del Señor.

Nunca olvidemos que Cristo no se guardó nada para sí, que lo dio todo por nuestra salvación.

Nosotros, los fieles, debemos responder guardando silencio -externo e interno- o fomentando el espíritu reflexivo.

Via Crucis para jovenes

1.- Jesús es condenado a muerte

Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos.
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Mi buen Jesús, te han condenado a muerte. ¿Estás triste? ¿ Estás asustado?
En tu lugar yo me sentiría así. Yo quiero quedarme junto a ti para que no te sientas sólo.
Ayúdame, Jesús, a tener fuerzas para quedarme junto a ti.

2.- Jesús es cargado con la cruz

Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos.
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Jesús mío, te han cargado con la cruz. La veo muy grande y seguramente te pesa mucho. Yo quiero ayudarte.

Dios mío, ayúdame a portarme muy bien y así ayudar a Jesús, tu Hijo, para que la cruz le pese un poco menos este Viernes Santo.

3.- Jesús cae por primera vez

Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos.
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Te has lastimado, mi buen Jesús, pero te vuelves a levantar. Sabes que debes seguir adelante. Yo quiero seguir contigo.
Dios mío, dame fuerzas para levantarme cuando me caiga y así seguir adelante, como lo hizo Jesús.

4.- Jesús encuentra a María.

Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos.
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

María, ves pasar a tu Hijo y te duele mucho verlo así. Te duele más que a todos nosotros. Pero tú confías en Dios y Él te hace fuerte y mantiene viva tu esperanza en la resurrección.

María, déjame estar contigo acompañándote y ayúdame a parecerme cada día más a ti.

5.- Jesús es ayudado por el Cireneo

Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos.
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

El Cireneo te ayuda a cargar la cruz. Yo también quiero ayudarte cada vez que te vea cansado.

Dios mío, ayúdame a ser generoso y servicial. En mi casa, en la escuela y en todo lugar para así parecerme al Cireneo y ayudar a tu Hijo a cargar la cruz.

6.- La Verónica enjuga el rostro de Jesús

Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos.
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Una mujer se ha acercado a ti, mi buen Jesús y te ha limpiado la cara. Tú la miras con mucho amor. Así quieres que tratemos a nuestros semejantes.

Dios mío, así como la Verónica se acercó con tu Hijo, yo también quiero hacerlo con mis hermanos.

7.- Jesús cae por segunda vez

Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos.
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Otra vez te has caído, mi buen Jesús. Es que el camino es muy largo y difícil. Pero nuevamente tú te has levantado. Tú sabes que es necesario levantarse y seguir adelante hasta el final.

Jesús, ayúdame a levantarme igual que tú, para poder seguir adelante en mi camino hacia ti.

8.- Jesús consuela a las santas mujeres

Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos.
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Hay unas mujeres en el camino del calvario y tú te has detenido a saludarlas. Es tan grande tu corazón que las consuelas, en lugar de recibirlo. Quieres darles la esperanza de la Resurrección.

Dios mío, ayúdame a tener el corazón tan grande como el de tu Hijo Jesús, para ayudar siempre a mis hermanos.

9.- Jesús cae por tercera vez

Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos.
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Una vez más, mi buen Jesús, una vez más has caído. Y una vez más te has levantado. Tú sabes que es necesario llegar hasta el final para así poder salvarnos del pecado.

Gracias, mi buen Jesús, porque te levantaste y así me salvaste. Ayúdame a mí a levantarme cada vez que me caiga.

10.- Jesús es despojado de sus vestidura

Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos.
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Mi buen Jesús. Te quitan la única túnica que tienes y los soldados la juegan a los dados. Vas a morir pobre, como también naciste pobre. Pero tú nos dijiste una vez que tu Reino no es de éste mundo, y son las puertas del cielo las que quieres abrir para nosotros.

Gracias, mi buen Jesús, gracias por querer salvarme.

11.- Jesús es clavado en la cruz

Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos.
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Has llegado a la parte alta del monte, mi buen Jesús. Y te clavaron en la cruz como si fueras el peor de los ladrones. Pero tú sabes perdonar a quienes lo hicieron. Y también nos perdonas nuestras faltas.

Jesús mío, también perdóname a mí. Yo te quiero mucho y no me gusta verte así.

12.- Jesús muere la cruz

Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos.
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Mi buen Jesús, viniste al mundo a salvarnos y ahora lo has logrado. Con tu muerte en la cruz, con tu obediencia a tu Padre nos has abierto las puertas del cielo.

Gracias, mi buen Jesús, gracias. Ahora ayúdame para que yo me gane el Cielo.

13.- Jesús es bajado de la cruz

Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos.
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

María, tu Madre, te detiene entre sus brazos. Está muy triste, pero sigue confiando en Dios. Ella sabe que este no es el final.

María, tú te convertiste en mi Madre desde la cruz. Jesús nos ha querido hacer ese regalo.Ayúdame a estar muy cerca de ti y de tu hijo toda mi vida.

14.- Jesús es colocado en el sepulcro

Te alabamos Oh Cristo y te bendecimos.
Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Ahora todo ha terminado. La gente vuelve a su casa. Pero a nosotros nos queda la esperanza de la resurrección.

Sabemos que tú vivirás siempre. En el Cielo, en el Sagrario y también en nuestro corazón.
Ayúdame, mi buen Jesús, ayúdame a resucitar contigo cada día, y a vivir con la alegría de la resurrección.

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