Una vecina de Cipolletti, una ciudad argentina, la segunda más poblada de la provincia de Río Negro, rescató a un ternero, lo refugió en su propio hogar para poder brindarle atención las 24 horas del día y hoy busca hacer todo lo necesario para garantizarle una buena vida.
«Ricky», tiene un mes de vida, consume ocho litros de leche diarios y esperan a que llegue a pesar unos 600 kilos. El objetivo es que pueda tener una larga y feliz vida.
Betty Gallardo dedica su vida a rescatar animales, contó que la odisea comenzó el 24 de agosto de 2020 cuando le entregaron en la puerta de su casa a Ricky. Era recién nacido y, como su madre había sido sacrificada porque estaba enferma, podía llegar a morir en las primeras 48 horas de vida sin leche materna.
«Los dueños de la vaca la sacrificaron y después lograron sacar al ternero vivo. Fue una amiga la que les hizo el contacto conmigo y ellos vinieron hasta mi domicilio para que me hiciera cargo de él, porque no lograban que se alimentara. Cuando lo trajeron estaba deshidratado, tenía hipoglucemia y apenas respiraba, por lo que lo llevé en seguida con una veterinaria. Ahí nos enteramos que era prematuro y aún el faltaba tiempo de gestación, pero como su mamá no aguantó lo tuvieron que sacar», detalló la cipoleña.
Las primeras 48 horas de vida de Ricky fueron muy difíciles ya que -al no ingerir leche materna y haber nacido antes de tiempo- la posibilidad de que muriera era alta. La gravedad de su estado de salud era tan crítica que, cada vez que respiraba, largaba sangre por su nariz.
El panorama cambió de manera inesperada de la noche a la mañana. Ricky había comenzado a mejorar y hasta podía caminar, razón por la cual Betty lo trasladó a una granja vegana ubicada en Fernández Oro, donde permaneció por cinco días, hasta que volvió a recibir un llamado desalentador.
«Me dijeron que el ternero no podía respirar y no comía desde la mañana. Lo fui a buscar y nos encontramos con él, una vez más, en las últimas. Estuvo agonizando por tres días y hasta pensamos en dormirlo para que dejara de sufrir, pero después volvió a levantarse y sobrevivió. Los veterinarios me dicen que ya es un milagro que haya sobrevivido las primeras 48 horas sin comer y después que se haya salvado nuevamente. Él es prematuro, no va a tener anticuerpos hasta los 40 días o más, pero tiene muchas ganas de vivir», expresó.
Hoy, el animal se encuentra alojado en la casa de Betty, en Cipolletti, ya que necesita de un cuidado constante e intensivo para que pueda crecer fuerte y sano. Por el momento, planea tenerlo con ella hasta que cumpla 50 días y tenga la fuerza necesaria, para luego volver a la granja vegana, aunque la situación aún está siendo analizada.
Para poder cuidar de Ricky de la manera apropiada, Betty invierte mucho de su tiempo, corazón y, por supuesto, dinero. Es que el ternero, con tan solo 22 días, ya tomaba ocho litros de leche por día, usa costosos paños pet y, como esperan que llegue a pesar unos 600 kilos, también podrá llegar a consumir alrededor de 15 litros de leche diarios en un futuro cercano. Además, tiene que pagar las consultas y el veterinario, visitarlo cada dos días para darle antibióticos.
«Yo lo hago todo con la ayuda de la gente, pero lo cierto es que la pandemia no ayuda. Ahora, Ricky necesita de madrinas y padrinos que puedan ayudar a solventar los gastos. Si hay más gente que conoce su historia, pueden ayudarlo a crecer. La familia que lo recibe tiene un espacio muy lindo, pero no están bien económicamente», remarcó.
Por su parte, Betty remarcó que «la leche es fundamental, pero no puede estar con otras vacas porque no tiene anticuerpos», razón por la cual recorre todas las chacras buscando leche de vaca ordeñada para mezclara con la de sachet. «Todo genera gastos y la gente me está ayudando un montón. Aún queda un largo camino por delante para recorrer hasta que esté fuera de peligro», aseguró.
«Sin Pato, de la veterinaria Huellas del Sur, no podríamos haber hecho nada. Ella nos atiende siempre y jamás nos dice no. Atendió a Ricky desde el primer día», expresó Betty.
Algunas personas que se enteraron de la existencia Ricky la contactaron para comprarlo, criarlo y comerlo, pero ella les aclaró que el objetivo del rescate del ternero es que pueda disfrutar de una larga y feliz vida. «Es un ternero, no deja de ser comida para muchos. Más allá de todo lo que se gastó económicamente, él para mi vale oro», concluyó.
Ojalá que Ricky pueda tener una vida feliz, larga y prolífica, en un medio que lo cuide y lo proteja. Destacamos y agradecemos la actitud compasiva de quienes han coincidido en su camino.
Fotografías: Anahí Cárdena
Fuente: www.lmcipolletti.com