Santa María Magdalena, discípula elegida por Jesús como testigo de su Resurrección, incluso antes que los apóstoles. La ‘Magdalena’ acompañó a Jesús incluso hasta el Calvario y estuvo de pie frente a su cuerpo yacente. Ella recibió el encargo de testimoniar lo que sus ojos habían visto: la victoria definitiva del Maestro sobre la muerte.
Fue originaria de Magdala, una población situada en la orilla occidental del lago de Genesaret (mar de Galilea), razón por la que recibió el apelativo de “Magdalena”.
Ese llamado particular de su discipulado tras la Resurrección hace de Santa María Magdalena un modelo para todo aquel que está llamado a evangelizar. Ella encarna la figura del que anuncia el mensaje gozoso de la Pascua: hay, para todos, una nueva vida en Cristo.
Oraciones a María Magdalena
1
Señor, Dios nuestro, Cristo, tu unigénito, confió, antes que a nadie, a María Magdalena la misión de anunciar a los suyos la alegría pascual;
concédenos a nosotros, por la intercesión y el ejemplo de aquella cuya fiesta celebramos, anunciar siempre a Cristo resucitado
y verle un día glorioso en el reino de los cielos.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
2
Santa María Magdalena,
Tú, que pasaste de las tinieblas del pecado
a la luz de la fe,
te invocamos como Amiga y Hermana
en nuestro camino de sanación
para que también en nosotros, ‘donde abundó el pecado
Sobreabunde la Gracia de Dios’.
Modelo de conversión verdadera,
en tu encuentro con el Señor Jesús
fuiste liberada de muchos males
que te habían herido y ensuciado,
ayúdanos a pasar como tú,
de las cadenas del mal
a la libertad de un corazón nuevo y limpio.
Magdalena, fiel discípula del Señor,
Lo seguiste y serviste con fidelidad y corazón íntegro,
intercede por nosotros la fuerza que
te hizo capaz de permanecer junto a Él
hasta el pie de la Cruz.
Ayúdanos para que ningún miedo ni ningún dolor
nos haga traicionar el Amor.
Tú, Apóstol de los Apóstoles,
elegida por Jesús para ser
la primera testigo de la Resurrección;
Tú, que escuchaste la voz del Resucitado
llamarte por tu nombre;
Tú, que corriste a anunciar a todos: “He visto al Resucitado”,
ruega por nosotros al Señor
para que podamos entregar nuestra vida al Amor,
corriendo con alegría y coraje
por el mundo, para ser como tú,
Misioneros de la Resurrección.
¡Santa María Magdalena,
Ruega por nosotros!
3
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros. Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos benignamente.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros.
Santa María Magdalena, ruega por nosotros.
Hermana de Marta y Lázaro, ruega por nosotros.
Que entraste en la casa del fariseo para ungir los pies de Jesús, ruega por nosotros.
Que lavaste sus pies con tus lágrimas, ruega por nosotros.
Que los secaste con tus cabellos, ruega por nosotros.
Que los cubriste de besos, ruega por nosotros.
Que fuiste vindicada por Jesús ante el orgulloso fariseo, ruega por nosotros.
Que de Jesús recibiste el perdón de tus pecados, ruega por nosotros.
Que antes de la oscuridad fuiste restaurada a la luz, ruega por nosotros.
Espejo de penitencia, Discípula de Nuestro Señor, ruega por nosotros.
Herida por el amor de Cristo, ruega por nosotros.
Muy querida por el Corazón de Jesús, ruega por nosotros.
Mujer constante, ruega por nosotros.
Última en la Cruz de Jesús, primera en su tumba, ruega por nosotros.
Tú, que fuiste el primero en ver a Jesús resucitado, ruega por nosotros.
Cuya frente fue santificada por el toque de tu Maestro resucitado, ruega por nosotros.
Apóstol de apóstoles, ruega por nosotros.
Quien elegiste la «mejor parte», ruega por nosotros.
Quien vivió muchos años en soledad, siendo alimentada milagrosamente, ruega por nosotros.
Quien fue visitada por ángeles siete veces al día, ruega por nosotros.
Dulce abogada de los pecadores, ruega por nosotros.
Esposa del Rey de la Gloria, ruega por nosotros.
V. Santa María Magdalena, intercede fervientemente por nosotros ante tu Divino Maestro,
R. para que compartamos tu felicidad en el cielo.
Oremos
Que los gloriosos méritos de la bienaventurada María Magdalena, te suplicamos, Señor, hagan aceptables nuestras ofrendas a Ti, pues tu Hijo Unigénito se dignó aceptar el humilde servicio que ella prestó. Que vives y reinas contigo y el Espíritu Santo, Dios por los siglos de los siglos. R. Amén.
Que las oraciones de la bienaventurada María Magdalena nos asistan, Señor: pues fue en respuesta a ellas que llamaste a su hermano Lázaro, cuatro días después de su muerte, de vuelta de la tumba a la vida. Tú que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo, Unidad en la Trinidad, por los siglos de los siglos. R. Amén.
Oración Fuente: Kyrie Eleison — Doscientas letanías de Benjamin Francis Musser OFM, The Magnificat Press, 1944