Los ángeles de la guarda o custodios son los espíritus celestiales de los que habla el Salmo 90: «A sus ángeles ha dado órdenes Dios para que te guarden en tus caminos»; y de los que da cuenta el Evangelio cuando, por ejemplo, Jesús dice: «Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus Ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial» (Mt. 18,10).
Sostenía San Basilio (c.330-379): “Todo fiel tiene junto a sí un ángel como tutor y pastor, para llevarlo a la vida”, refiriéndose al ángel de la guarda o custodio que, como confirma la tradición, vela por el bien y la salud espiritual de cada uno de los seres humanos.
Dice el artículo 327 del Catecismo: “La existencia de seres espirituales, no corporales, que la sagrada Escritura llama habitualmente ángeles, es una verdad de fe. El testimonio de la Escritura es tan claro como la unanimidad de la Tradición”.
San Basilio enseña precisamente que Dios ha dispuesto que toda alma no esté “sola”, sino que cuente con un protector con la misión específica de acompañar y guiar a una persona a lo largo de la vida. Esta tarea ha de cumplirse desde el momento de la concepción hasta la hora de la muerte.
Nuestro ángel custodio no nos abandona ni se aleja. Lamentablemente, la mayor parte del tiempo no somos conscientes de su presencia.
La palabra “ángel” proviene del griego antiguo ἄγγελος [ángelos] voz que significa “mensajero”, o “el que lleva un encargo”.
La Sagrada Escritura da cuenta de la existencia de los ángeles y cómo, en momentos cruciales de la historia de la salvación, ellos han aparecido con el propósito de cumplir una misión especial dada por Dios. Son creaturas como nosotros, pero gozan de una condición particular. No son seres corpóreos, y por lo tanto, no están sometidos a las leyes que regulan la materia, el tiempo y el espacio. Son creaturas espirituales y como tales poseen inteligencia.
San Agustín de Hipona (354-430) dice al respecto: «El nombre de ángel indica su oficio, no su naturaleza. Si preguntas por su naturaleza, te diré que es un espíritu; si preguntas por lo que hace, te diré que es un ángel».
Oraciones al ángel de la guarda
1. Oración tradicional al Ángel de la Guarda
Ángel de mi guarda,
mi dulce compañía.
No me desampares
ni de noche ni de día,
hasta que me pongas en paz y alegría,
con todos los santos, Jesús, José y María.
Amén.
2. Oración para rezar al Ángel de la Guarda
Ángel del Señor, que eres mi custodio,
puesto que la Providencia Soberana me encomendó a ti,
ilumíname, guárdame, rígeme y gobiérname en este día.
Amén.
3. Oración para rezar al Ángel de la Guarda
Ángel de mi guarda, dulce compañía,
no me desampares, ni de noche ni de día,
hasta que me entregues en los brazos de Jesús, José y María.
Con tus alas me persigno y me abrazo de la cruz,
y en mi corazón me llevo al dulcísimo Jesús.
Con Dios me acuesto, con Dios me levanto,
con la Virgen María y el Espíritu Santo.
Amén.