San Juan Crisóstomo (347-407), patriarca de Constantinopla, Padre y Doctor de la Iglesia, patrono de los predican el Evangelio.
El apelativo “crisóstomo” empezó a usarse para hablar de Juan de Antioquía -nombre con el que se le conocía al santo- aproximadamente un siglo después de su muerte, como un reconocimiento a su elocuencia, a la belleza y profundidad de su predicación, y a la potencia retórica de sus escritos.
“Crisóstomo” puede traducirse como “boca de oro” (yuxtaposición de dos términos griegos: chrysós, ‘oro’, y stoma, ‘boca’). San Juan de Antioquía fue obispo (patriarca) de Constantinopla y es considerado uno de los cuatro grandes Padres de la Iglesia de Oriente. Al mismo tiempo, se le ha reconocido habitualmente como uno de los más excelsos oradores de todos los tiempos.
San Juan Crisóstomo nació en Antioquía en el año 347, y se bautizó a los 23 años.
Después de haber vivido como eremita, en el silencio contemplativo, fue ordenado sacerdote, y empezó a hacerse conocido por sus sermones.
Animado por la buena reputación de Juan, Arcadio -emperador romano de Oriente- solicitó a Teófilo, Patriarca de Alejandría, que lo nombrara obispo de Constantinopla. Como pastor se dedicó a enseñar la recta doctrina, con el celo y cuidado debidos, al tiempo que criticó duramente las formas judaizantes (Adversus Judaeos) del cristianismo, que desviaban a los cristianos hacia prácticas del judaísmo talmúdico que había rechazado a Cristo.
Fue muy crítico también con los lujos e indiferencia de los emperadores frente a los pobres. Se deshizo de bienes superfluos adquiridos irresponsablemente por algunos miembros de la Iglesia, y con las riquezas obtenidas atendió las necesidades de muchos postergados.
Exigió vestir con sencillez a los sacerdotes y monjes, así como comer con moderación; pidió recato a las mujeres y, a todos, piedad dentro de los templos. Asimismo, se preocupó por la formación catequética de los fieles.
La firme actitud de Crisóstomo y su celo pastoral le causaron roces con gente influyente e incomprensiones entre los propios cristianos. Es verdad que se hizo de enemigos poderosos -entre los que estuvo Eudoxia, esposa del emperador Arcadio-, pero fundamentalmente del cariño y el respeto del pueblo cristiano. Vivió sus últimos días en el destierro y murió el 14 de septiembre de 407. Quienes lo acompañaron en su agonía testificaron sus últimas palabras: “Sea dada gloria a Dios por todo”.
Oración a San Juan Crisóstomo
¡Oh doctor insigne, san Juan Crisóstomo!,
tú que siempre alentaste con sabiduría
la práctica de la justicia y de la caridad
y que con tus elocuentes sermones
predicaste con brillantez la Palabra Divina,
ilumínanos con tu obras y palabras
y fortalécenos en los momentos difíciles
con el ejemplo de tu invencible constancia.
Obispo San Juan Crisóstomo
tú que demostraste enorme fortaleza y valor
ante las más duras pruebas a que fuiste sometido,
que fuiste difamado, injustamente acusado,
perseguido, agredido brutalmente y desterrado,
concédenos le energía y el ánimo necesario
para sobrellevar estos momentos difíciles
llenos de amargura y desconsuelo,
haz que no nos abandonen la fe y la esperanza,
para que podamos continuar la lucha
a pesar de las injusticias que nos rodean,
para que, fortalecidos y ayudados
con tu benéfica intercesión
podamos salir victoriosos en:
(hacer la petición)
San Juan Crisóstomo,
tú que fuiste sal de la tierra y luz del mundo,
tú que difundiste con claridad las Enseñanzas,
y con santa paciencia resististe en los infortunios
defiéndenos a todos de la injusticia y el error,
lleva nuestras suplicas a Dios Padre Todopoderoso
y ruégale nos conceda lo que confiadamente solicitamos.
San Juan Crisóstomo,
pídele también que nos ayude a amar al prójimo,
que nos de la gracia de asumir el Evangelio
como camino, regla y vida en nuestro ser y actuar,
y que nos bendiga con los dones y talentos necesarios
para alcanzar la Gloria Celestial.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Rezar con gran fervor el Credo, tres Padrenuestros, tres Avemarías y tres Glorias.