San Mateo, apóstol y evangelista vivió en Cafarnaún, a orillas del lago de Galilea, y fue elegido por Jesús para integrar el grupo de los doce. Al lado del Señor conoció el camino de la redención que lo llevó de la condición de ‘pecador público’ a ‘hombre justo’, según la Ley de Dios, es decir, el mandato del Amor.
Como recaudador de impuestos, era considerado por sus coetáneos un personaje que había sido corrupto y abusivo, pero su corazón encontró en Jesús la libertad que anhelaba su alma.
Mateo llevó el nombre ‘Leví’ antes de su conversión, según lo atestiguan San Marcos y San Lucas en sus respectivas narraciones del Evangelio. Leví ejerció el oficio de ‘publicano’, es decir, se desempeñó como recaudador de impuestos.
Los publicanos solían ser personajes acaudalados, pero, al mismo tiempo, objetos del repudio general: primero, porque los impuestos que recaudaban eran considerados excesivos e injustos (el caudal mayor iba a manos de los romanos invasores); y, segundo, porque a través de su oficio se enriquecían a costa de la miseria de su propio pueblo.
Ambas razones eran motivo más que suficiente para que fuesen considerados “pecadores públicos” y personajes corruptos según la Ley de Israel.
No obstante, nada de lo que acaba de ser mencionado pareció importarle mucho a Jesús, quien, un día mientras caminaba, vio a Mateo sentado cobrando el impuesto, se le acercó y le dijo: “Sígueme”. Al escuchar el llamado del Maestro, sin titubeos, Mateo se levantó y lo siguió (cfr. Mt 9, 9ss). Este significativo episodio aparece relatado también en los otros dos evangelios sinópticos (Mc 2, 14ss; Lc 5, 27ss).
La tradición, por su parte, sugiere que fue Cristo quien le cambió de nombre de ‘Leví’ a ‘Mateo’, que quiere decir “don de Dios”. Siempre aparece en el grupo de los doce. En su propio relato se incluye en la lista de los apóstoles (ver: Mt 10, 2-3); y después de poner su nombre, ensaya una descripción de sí mismo: “Mateo, el recaudador de impuestos” y “el publicano”.
Después de la Ascensión del Señor a los cielos, Mateo permaneció predicando en Judea, aunque también lo hizo en tierras cercanas de Oriente. Se cree que su evangelio fue escrito en arameo, probablemente entre los años 80 y 90 d.C. Más tarde sería traducido al griego.
En los primeros años de la Iglesia primitiva, el apóstol estuvo en contacto con la comunidad cristiana de Judea, y, en consecuencia, tuvo que lidiar con los conflictos entre los que querían seguir a Jesús y los judíos que lo rechazaban y se aferraban a la Ley antigua. Es por eso que su evangelio está articulado consistentemente por aseveraciones en torno a por qué Cristo es el Mesías esperado.
San Mateo es considerado patrono de los contadores, de los que recaudan impuestos y de los servidores públicos.
Se le suele representar con un libro en las manos, haciendo cuentas. Su símbolo es la figura de un hombre alado.
En honor al apóstol, el escudo pontificio de Francisco lleva inscrito el lema: «Miserando atque eligendo» [Lo miró con misericordia y lo eligió], palabras inspiradas en el Evangelio y que describen el momento preciso del encuentro de Jesús con el apóstol San Mateo. Estas fueron escritas por San Beda el Venerable (ca. 672-735), el cual, en una de sus homilías, comentado el evangelio de Mateo, escribió «Vidit ergo lesus publicanum et quia miserando atque eligendo vidit, ait illi Sequere me» [Vio entonces Jesús a un publicano y mirándolo con misericordia, lo eligió y le dijo: sígueme).
Cada 21 de septiembre se celebra a San Mateo.
Oración breve a San Mateo
Glorioso San Mateo, apóstol y evangelista, tú que dejaste todo para seguir al Señor, intercede por mí ante Dios para que pueda encontrar el empleo que tanto necesito.
Ayúdame a ser diligente y honesto en mi búsqueda, y a tener la fuerza y la perseverancia para no desanimarme en este camino.
Amén.
Oración larga a San Mateo
Glorioso San Mateo,
miembro de la santa familia de los Apóstoles,
que con la ayuda de la Misericordia del Altísimo
lograste ganar paz en la tierra y gloria el cielo;
tu que siendo recaudador de impuestos
no dudaste en abandonar todo
y seguiste al Maestro hasta el final de tu vida terrena;
que inspirado por el Espíritu Santo
después de la Ascensión del Señor a los Cielos
proclamaste la Buena Nueva de su Palabra
y nos dejaste escrito en los Evangelios:
“según sea tu fe, así serán las cosas que te sucederán”,
(Mt. 8, 15)
te pido de corazón intercedas por mí y ruegues a Dios que todo lo puede
me ayude en mi negocio…….
(nombrar el negocio que ya se tiene o que se va a emprender),
yo pongo toda mi fe en ti,
deposito mis esperanzas e ilusiones
y confío en la misericordia del Señor,
para que fructifiquen pronto las inversiones que he realizado.
Yo sé que es posible salir de esta mala situación,
para ello necesito que aumente la clientela y las ventas
para acrecentar los ingresos de dinero
y así poder hacer frente a los pagos que se acumulan,
solucionar los problemas económicos de mi familia
y generar otros empleos para personas que lo precisan.
Te pido ayuda para que pueda obtener:
(decir lo que se quiere conseguir para el negocio)
San Mateo, glorioso Evangelista,
en tus manos dejo la buena marcha de mi negocio,
devuélveme la alegría de verlo prosperar,
yo me esforzaré en todo lo que de mi dependa,
y pondré todo mi esfuerzo y entusiasmo
para que funcione perfectamente,
ofreceré muy buena calidad en mis productos,
seré animoso, atento, paciente y cortes
con los que vengan a comprar
para que se vayan satisfechos y regresen pronto.
San Mateo, dame tus bendiciones,
despeja y abre mis caminos laborales al progreso,
haz que la suerte me acompañe,
aleja de mi negocio las envidias y los problemas,
haz que no haya disgustos ni reclamaciones,
que toda persona que en él entre
se sienta bien atendido y dichoso de su compra,
y sientan la necesidad de volver a mi negocio;
haz que prospere y tenga buenos beneficios
para salir de la ruina, vivir dignamente
y tener tranquilidad y sosiego
y para que pueda dar una parte a los más necesitados.
Te lo pido por Jesucristo, nuestro hermano y Señor.
Amén.
Rezar tres Padrenuestros, tres Avemarías y tres Glorias.