Didaché: La Doctrina de los 12 Apóstoles en un texto del siglo I
La Enseñanza de los doce apóstoles o Enseñanza del Señor a las naciones por medio de los doce apóstoles, conocida comúnmente como Didajé, es una obra de la literatura cristiana primitiva que pudo ser compuesta en la segunda mitad del siglo I, unas pocas décadas después de la muerte y resurrección de Jesús de Nazaret. La posibilidad de que sea más antigua que algunos libros del Nuevo Testamento ha hecho de ella un texto fundamental para comprender la evolución literaria y teológica del cristianismo de la primera centuria. Didaché contiene las primeras instrucciones conocidas para la celebración del Bautismo y la Eucaristía, así como una de las tres redacciones que han pervivido de la oración del padrenuestro.
1. Los dos caminos
1 Hay dos caminos, el de la vida y el de la muerte, y grande es la diferencia que hay entre estos dos caminos.
El camino de la vida
2 El camino de la vida es este: «Ama en primer lugar a Dios que te ha creado, y en segundo lugar a tu prójimo como a ti mismo. Todo lo que no quieres que se haga contigo, no lo hagas a otro.»
La perfección evangélica
3 Esta es la enseñanza de este discurso: «Bendigan a los que los maldicen y rueguen por sus enemigos, y ayunen por los que los persiguen. Porque ¿qué méritos hay en que amen a los que los aman? ¿No hacen esto también los gentiles? Ustedes amen a los que los odian, y no tengan enemigo.»
4 Apártate de los deseos carnales.
Si alguno te da una bofetada en la mejilla derecha, vuélvele la izquierda , y serás perfecto. Si alguien te fuerza a ir con él durante una milla, acompáñale dos. Si alguien te quita el manto, dale también la túnica. Si alguien te quita lo tuyo, no se lo reclames, pues tampoco puedes.
La limosna
5 A todo el que te pida, dale y no le reclames nada , pues el Padre quiere que se dé a todos de sus propios dones. Bienaventurado el que da conforme a este mandamiento; pues este es inocente. ¡Ay del que recibe! Si recibe porque tiene necesidad, será inocente; pero si recibe sin tener necesidad, tendrá que dar cuenta de por qué recibió y para qué: puesto en prisión, será examinado sobre lo que hizo, y no saldrá hasta que no devuelva el último centavo .
6 También está dicho acerca de esto: «¡Que tu limosna sude en tus manos hasta que sepas a quién la das!»
2. El segundo mandamiento
He aquí el segundo mandamiento de la doctrina:
2 No mates, no adulteres, no corrompas a los menores, no forniques, no robes, no practiques la magia o la hechicería, no mates al hijo por aborto, ni quites la vida al recién nacido.
3 No codicies los bienes del prójimo, no perjures, no des falso testimonio. No calumnies ni guardes rencor.
4 No seas doble de mente o de lengua, pues el doblez es lazo de muerte.
5 Tu palabra no será mentirosa ni vana, sino que la cumplirás por la obra.
6 No seas avaro, ni ladrón, ni hipócrita, ni malvado, ni soberbio. No trames planes malvados contra su prójimo.
7 No odies a nadie, sino que a unos los convencerás, por otros rogarás, a otros los amarás más que a tu propia alma.
3. Apártate del mal
Hijo mío, huye de todo lo que es malo y de todo lo que se le parezca.
2 No te dejes arrastrar por la ira, pues la ira lleva al asesinato; no tengas celos, ni seas pendenciero, ni irascible; pues de todas estas pasiones se engendran los asesinatos.
3 Hijo mío, no te dejes inducir por los deseos carnales, pues la carne lleva a la fornicación; no seas un hablador sucio, ni de mirar provocativo, pues de todas estas cosas nacen los adulterios.
4 Hijo mío, no consultes a los agoreros pues eso lleva a la idolatría; ni hechiceros ni astrólogo, ni ocultista, ni quieras contemplar tales cosas. De todas ellas se engendra la idolatría.
5 Hijo mío, no te hagas mentiroso; pues la mentira lleva al hurto; ni codicioso de dinero ni de vanagloria; de todas estas cosas se originan los hurtos.
6 Hijo mío, no te hagas murmurador, pues eso lleva a la blasfemia, ni egoísta ni mal intencionado; porque de todas estas cosas se engendran blasfemias.
Haz el bien
7 Hazte, por el contrario, manso, porque los mansos heredarán la tierra,
8 hazte paciente, y compasivo, y sencillo, y pacífico, y bueno, y temeroso en todo momento de las palabras que has oído.
9 No se junte tu alma con los soberbios, sino que andarás con los justos y humildes.
10 Los sucesos que te sobrevengan los aceptarás como bienes, sabiendo que no sucede nada sino por disposición de Dios.
4. Deberes para con la comunidad cristiana Hijo mío, de aquel que te explica la Palabra de Dios te acordarás de día y de noche, y lo honrarás como al Señor. Porque donde se anuncia la majestad del Señor, allí está el Señor.
2 Buscarás cada día los rostros de los santos, para hallar descanso en sus palabras.
3 No provocarás facciones, sino que pondrás paz entre los que pelean. Juzgarás rectamente, y no harás distinción de personas para reprender las faltas.
4 No andarás indeciso pensando si resultará o no.
5 No seas de los que extienden la mano para recibir, pero la retiran para dar.
6 Si adquieres algo por el trabajo de tus manos, da de ello como rescate de tus pecados.
7 No vaciles en dar, ni murmures mientras das, pues has de saber quién es el que recompensa tu limosna.
8 No rechazarás al indigente, de todo lo tuyo harás partícipe a tu hermano, sin decir que nada es tuyo propio; porque si en lo eterno son copartícipes, ¿cuánto más en lo temporal?
Deberes para con la familia
9 No retirarás tu mano de tu hijo ni de tu hija, sino que desde su infancia les enseñarás el temor de Dios.
10 No mandarás con aspereza a tu esclavo o a tu esclava que esperan en el mismo Dios que tú, no sea que dejen de temer a Dios que está sobre unos y otros; pues él no vendrá a escoger personas por su apariencia, sino a llamar a cuantos el Espíritu haya preparado.
11 Ustedes, los esclavos, sométanse a sus señores como a imagen de Dios con reverencia y temor.
Deber del cristiano
12 Aborrecerás toda hipocresía y cuanto desagrada al Señor.
13 No abandones los mandamientos de Dios, sino que cumplirás cuanto has recibido, sin añadir ni quitar un punto.
Confesión de los pecados
14 En las reuniones confesarás tus pecados, y no te acercarás a la oración con mala conciencia. Este es el camino de la vida.
5. El camino de muerte
El camino de la muerte es este: ante todo, es malo y lleno de maldición: homicidios, adulterios, concupiscencias, fornicaciones, robos, idolatrías, magias, envenenamientos, rapiñas, falsos testimonios, hipocresías, dobleces, fraudes, soberbia, maldad, egoísmo, codicia, deshonestidad en el hablar, celos, descaro, altanería, jactancia.
Quiénes lo siguen
2 Perseguidores de los buenos, aborrecedores de la verdad, amadores de la mentira, desconocedores de los castigos de la justicia, sin afecto por lo bueno y lo justo, despiertos no para el bien sino para el mal; alejados de toda mansedumbre y paciencia, amantes de la vanidad, buscadores de recompensas, que no se compadecen de los pobres, no se ocupan de los afligidos, no reconocen a su creador, asesinos de sus hijos, corruptores de la obra de Dios por el aborto, ellos rechazan a los indigentes, y los oprimen más en su aflicción, patrocinadores de los ricos, jueces injustos de los pobres errando en todas las cosas. Hijos, ¡aléjense de tales personas!
6. Preceptos y consejos
Cuida de que nadie te aparte de este camino de la doctrina, porque te enseña en contra de Dios.
2 Si puedes llevar todo el yugo del Señor, serás perfecto. Pero si no lo puedes llevar todo, haz lo que puedas.
3 En cuanto a la comida, lleva la que puedas; pero de lo sacrificado a los ídolos, guárdate mucho; pues es una adoración a dioses muertos.
7. El bautismo
En lo que se refiere al bautismo, bauticen de este modo: Dichas con anterioridad todas estas cosas, bauticen en el nombre del Padre y del Hijo y el Espíritu Santo, en agua viva.
2 Si no tienes agua viva, bautiza con otra agua. Si no puedes con agua fría, hazlo con caliente.
3 Si no tienes ni una ni otra, derrama agua tres veces sobre la cabeza, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
4 Antes del bautismo, el bautizado y el que bautiza deben ayunar previamente, y todos los que puedan. Pero al bautizando le ordenarás que ayune uno o dos días antes.
8. El ayuno
No ayunen juntamente con los hipócritas, que ayunan el segundo y el quinto día de la semana. Ayunen el día cuarto y el de la preparación que es el sexto.
La oración
2 Tampoco ores como los hipócritas, sino, como lo mandó el Señor en el Evangelio, oren así:
Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo; danos hoy nuestro pan cotidiano; perdónanos nuestra deuda como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores, no nos induzcas en tentación, sino líbranos del maligno, porque tuyo es el poder y la gloria por todos los siglos.
3 Ora así tres veces al día.
9. La acción de gracias
Acerca de la acción de gracias, da gracias de esta manera:
2 Primero sobre la copa:
Te damos gracias, Padre nuestro, por la santa viña de David, tu siervo, la que nos diste a conocer a nosotros por medio de Jesús, tu siervo. A ti la gloria por los siglos.
3 Y después del partimiento (del pan)
Te damos gracias, ¡Padre nuestro!, por la vida y el conocimiento que nos diste a conocer por medio de Jesús tu siervo. ¡A ti la gloria por los siglos!
4 De la misma manera que este pan, que partimos, estaba disperso sobre los montes, y reunido se hizo uno, así sea reunida tu iglesia de los confines de la tierra en tu reino. Porque tuya es la gloria y el poder, por Jesucristo, por los siglos.
5 Que nadie coma ni beba de esta acción de gracias, sino los bautizados en el nombre del Señor, pues sobre esto dijo el Señor: No den lo santo a los perros.
10. Después de saciarse, den gracias así:
2 Te damos gracias, ¡Padre santo!, por tu santo nombre que hiciste morar en nuestro corazón, y por el conocimiento, la fe y la inmortalidad que nos has dado a conocer por medio de Jesús, tu siervo. A ti la gloria por los siglos.
3 Tú, ¡Señor todopoderoso!, creaste todas las cosas por causa de tu nombre, y diste a los hombres alimento y bebida para su disfrute, para que te dieran gracias. Mas a nosotros nos hiciste el don de un alimento y una bebida espiritual y de la vida eterna por medio de tu siervo.
4 Ante todo te damos gracias porque eres poderoso. A ti la gloria por los siglos.
5 Acuérdate, Señor, de tu iglesia, para librarla de todo mal y hacerla perfecta en tu amor, y congrégala desde los cuatro vientos, santificada, en tu reino que le has preparado. Porque tuyo es el poder y la gloria por los siglos.
6 Venga la gracia y pase este mundo. Hosanna al Dios de David. El que sea santo, que se acerque. El que no lo es, que se arrepienta. Maranatha. Amén.
7 A los profetas, déjenlos dar gracias cuanto quieran.
11. Fidelidad a la doctrina
Quienquiera, pues, que venga a ustedes y les enseñe todas las cosas que se han dicho antes, recíbanlo.
2 Pero si el mismo maestro, extraviado, les enseña otra doctrina para que ustedes se dividan, no le presten oído; si, en cambio, les enseña para que ustedes aumenten la justicia y el conocimiento del Señor, recíbanlo como al mismo Señor.
El apóstol itinerante
3 Con los apóstoles y profetas, obren de la siguiente manera, de acuerdo con la enseñanza evangélica:
4 todo apóstol que venga a ustedes, recíbanlo como al Señor.
5 No se detendrá sino un solo día, y, si fuere necesario, otro más. Si se queda tres días, es un falso profeta.
6 Cuando el apóstol se vaya no tome nada consigo, si no es pan hasta su nuevo alojamiento. Si pide dinero, es un falso profeta.
Apóstoles y profetas. No juzgar al profeta
7 No pongáis a prueba ni a examen ningún profeta que habla en espíritu. Porque todo pecado será perdonado, pero este pecado no será perdonado.
8 Aun así, no todo el que habla en espíritu es profeta, sino el que tiene el modo de vida del Señor. En efecto, por el modo de vida se distinguirá el verdadero profeta del falso.
Otros signos de discernimiento
9 Todo profeta que ordene poner la mesa en espíritu, no come de ella; en caso contrario, es un falso profeta.
10 Todo profeta que predica la verdad, si no cumple lo que enseña es un falso profeta.
11 Todo profeta probado como verdadero, que trabaja en el misterio de la iglesia en el mundo, si no enseña a hacer lo que él hace, no lo juzguen, pues su juicio está en Dios. Así lo hicieron también los antiguos profetas.
12 Pero al que dice en espíritu: Dame dinero, o cualquier otra cosa, no le presten oído. En cambio, si dice que se dé a los necesitados, nadie lo juzgue.
12. Peregrinos y vagos
A todo el que viniere en nombre del Señor, recíbanle. Luego, con el discernimiento que tienen, examínenlo para conocerlo por su derecha y por su izquierda.
2 Al que pasa de camino ayúdenlo en lo que puedan: pero no se quedará con ustedes sino dos o tres días, si fuere necesario.
3 Si quiere quedarse entre ustedes, teniendo un oficio, que trabaje para su sustento.
4 Si no tiene oficio, provean según la prudencia, de modo que no viva entre ustedes cristiano alguno ocioso.
5 Si no quiere aceptar esto, se trata de un traficante de Cristo: tengan cuidado con tales personas.
13. Sustento de profetas y maestros
Todo auténtico profeta que quiera residir entre ustedes es digno de su sustento.
2 Igualmente, todo auténtico maestro merece también, como trabajador, su sustento.
3 Por tanto, tomarán siempre las primicias de los frutos del lagar y de la era, de los bueyes y de las ovejas, y las darán como primicias a los profetas, pues ellos son sus sumos sacerdotes.
4 Si no tienen profeta, dénselas a los pobres.
5 Si haces pan, toma las primicias y dalas conforme al mandato.
6 Si abres una jarra de vino o de aceite, toma las primicias y dalas a los profetas.
7 De tu dinero, de tu vestido y de todas tus posesiones, toma las primicias, según te pareciere, y dalas conforme al mandato.
14. La celebración del día del Señor
En el día del Señor reúnanse y partan el pan, y den gracias, después de haber confesado sus pecados, a fin de que su sacrificio sea puro.
2 Todo el que tenga disensión con su compañero, no se junte con ustedes hasta que no se hayan reconciliado, para que no sea profanado su sacrificio.
3 Este es el sacrificio del que dijo el Señor: «En todo lugar y tiempo se me ofrece un sacrificio puro: porque yo soy el gran Rey, dice el Señor, y mi nombre es admirable entre las naciones».
15. Elección de obispos y diáconos
Elijan obispos y diáconos dignos del Señor, que sean hombres humildes, no amantes del dinero, veraces y bien probados, porque también ellos los sirven a ustedes como profetas y maestros.
2 No los menosprecien, puesto que tienen entre ustedes el mismo honor que los profetas y maestros.
Corrección fraternal
3 Amonéstense unos a otros, según los preceptos del Evangelio, en paz y no con ira. Que nadie hable al que pecare contra su prójimo, y no se le tenga ninguna consideración entre ustedes, hasta que se arrepienta.
El evangelio, norma de vida
4 Las oraciones que hagan, las limosnas que den y todo cuanto hagan, háganlo según los preceptos dados en el Evangelio de nuestro Señor.
16. Fin de los tiempos
Velen por su vida. No se apaguen sus lámparas, y no dejen de estar ceñidos sus lomos, sino estén preparados, pues no saben la hora en que vendrá nuestro Señor.
2 Reúnanse con frecuencia, buscando el bien de sus almas, pues de nada servirá todo el tiempo en que han creído, si no consuman su perfección en el último día.
3 En los últimos días se multiplicarán los falsos profetas y los corruptores, y las ovejas se convertirán en lobos, y el amor se convertirá en odio.
4 En efecto, al crecer la iniquidad, los hombres se odiarán entre sí, y se perseguirán y se traicionarán: entonces aparecerá el seductor del mundo, como hijo de Dios, y hará señales y prodigios, y la tierra será entregada en sus manos, y cometerá iniquidades como no se han cometido desde siglos.
5 Entonces, la humanidad será sometida a prueba, y muchos se escandalizarán y perecerán. Pero los que perseveren en su fe serán salvados por el mismo que fue maldecido.
6 Entonces aparecerán las señales auténticas: en primer lugar el signo de la abertura del cielo, luego el del sonido de trompeta, en tercer lugar, la resurrección de los muertos,
7 no de todos los hombres, sino, como está dicho: «Vendrá el Señor y todos los santos con él». Entonces el mundo verá al Señor viniendo sobre las nubes del cielo.