El empleo de la simbología es tan antiguo como la humanidad y, además, no deja de crecer. ¿Cuántos símbolos vemos todos los días? ¿Miles? ¿Millones? Desde las señales de tráfico hasta las palabras, pasando por los emoticonos, los números, los logotipos…
Detrás de cada uno de los símbolos hay una historia y, como en el caso del infinito, muchas veces fascinante.
De entrada es difícil tener noción de la inmensidad del infinito. ¿Hasta dónde llega? ¿Dónde se ubica exactamente? En sí mismo es una oda al vacío, a la incertidumbre.
El «inventor» del infinito
Es probable que mucha gente desconozca que la figura que hemos adoptado para representar al infinito se denomina lemniscata –del latín lemniscus, cinta-. Con ese vocablo también se denominaba la divisa que acompañaba a las coronas y las palmas que se entregaban a los atletas vencedores de las antiguas olimpiadas, como recompensa honorífica.
Los primeros en aproximarse conceptualmente al infinito fueron los matemáticos hindúes –conocedores del cero– al intentar dividir un número cualquiera (n) entre cero. Si tenemos un objeto de unas dimensiones determinadas y lo dividimos en trozos más pequeños cada vez obtendremos una cantidad mayor de trozos, si estamos muy próximos a dividir por cero, el resultado será infinitos trozos.
El primero en representar al «ocho volteado» como símbolo de infinito fue un inglés del siglo XVII, John Wallis (1616-1703), que durante mucho tiempo fue el jefe criptógrafo del parlamento inglés. El símbolo apareció en su obra «De sectionibus conicis» (1655). Desde entonces no ha dejado de acompañarnos.
Como Wallis no explicó los motivos que le habían llevado a la elección de este grafismo, durante los siglos posteriores científicos desocupados esgrimieron las más abigarradas teorías. Una de las que más adeptos tiene defiende que la inspiración estuvo en la omega minúscula, la última letra del alfabeto griego, como metáfora del fin.
Un ocho en el cielo
Entre marzo de 2013 y marzo de 2014 dos físicos polacos –Maciej Zapiór y Lukasz Fakfrowski- se dedicaron a capturar tomas de un minuto de cielo, tres veces al día, desde Wroclaw (Polonia). El experimento lo realizaron con una cámara estenopeica, un dispositivo que se usa para registrar eclipses solares.
Al final del año pudieron observar que el Sol describía una curva llamada analema que es muy similar a la de una lemniscata. Este dibujo se produce porque el eje de rotación de la Tierra es oblicuo –componente del eje mayor- y porque la velocidad de traslación de nuestro planeta alrededor del sol no es constante –componente transversal-.
La posición más alta corresponde al solsticio de verano y la más baja al de invierno, mientras que el «nudo» o intersección de las líneas se relaciona con la posición solar durante los equinoccios de primavera y otoño.
Todos los planetas tienen su analema pero ninguno tiene la misma forma, el único que adopta una forma de infinito es el nuestro. Así por ejemplo, el analema de Marte, observado desde este planeta, tiene la grafía de una lágrima.
El significado oculto del símbolo del infinito
Para algunos representa el pasado y el presente, el principio y fin, pero para otros el amor eterno, la confianza y fidelidad
A veces vemos algunos símbolos e incluso usamos objetos con su figura sin conocer su verdadero significado, como suele ser el del infinito. En ocasiones regalamos o adquirimos una joya con su diseño o material desconociendo lo que realmente representa.
El significado oculto del símbolo del infinito te va a sorprender. Es de los más comunes, ya que se presenta tanto en pendientes como en colgantes y pulseras. Y aunque por todos es sabido que está relacionado con la eternidad, su significado es mucho más hermoso y sobre todo profundo.
Hace muchísimos siglos, en el año 1600 a.c cuando el símbolo del infinito se representa por medio de un círculo, pero, pasados más de 3 milenios, en el siglo XVII, el matemático inglés John Wallis, decide rediseñarlo en su obra Aritmética Infinitorum, convirtiéndolo en un número ocho acostado, como se conoce en la actualidad.
Claro que existen otras teorías en lo que respecta al origen del actual diseño del símbolo infinito, procedentes de la religión o la alquimia, pero el caso de Wallis es el único que se encuentra documentado.
En lo que respecta a la astrología, este símbolo suele representar a la familia, el amor, la sinceridad y la libertad. Aparte de que también es sinónimo de un balance de fuerzas, una dualidad y fusión de situaciones o personas opuestas, como podrías ser el día y la noche, la luz y la oscuridad, la vida y la muerte o lo femenino y lo masculino.
En el mundo espiritual, el número 8 que simboliza el infinito tiene la capacidad de sanar, curar y sobre todo aliviar el dolor físico y el del alma y mente. También permite alejar todas las energías negativas y las malas influencias. A su vez, representa el principio y el fin, el pasado y el presente.
Para el Reki, forma de medicina alternativa basada en transmitir energía a través de las manos, el símbolo del infinito es un elemento sanador. De hecho durante la práctica de esta técnica medicinal, es cuando se suele dibujar, de manera imaginaria, este símbolo sobre la persona con la creencia de que se sale toda la energía negativa.
Para la religión católica, representa la resurrección, la vida eterna y la nueva vida. Así que muchos seres queridos al regalar una joya con el símbolo del infinito expresan un sentimiento eterno de amor, unión, de profundo agradecimiento, confianza y fidelidad.
¡Que maravillosa es la conexión entre arte y naturaleza! En fin, como diría Buzz Lightyear: «Hasta el infinito y más allá…».
Fuentes: abc.es y enpareja.com