Sai Baba sobre Jesús y la Navidad: «Dios ha encarnado en forma humana para inspirar a los hombres a seguir ideales superiores»

El 25 de diciembre, cuando nació Jesús, tres reyes llegaron al lugar de Su nacimiento. Estos tres dieron expresión a tres puntos de vista diferentes sobre el bebé recién nacido. Uno de ellos, mirando al bebé, dijo: “Este niño parece alguien que será un amante de Dios”. Un segundo rey dijo: “Dios amará a este niño”. El tercer rey declaró: “De cierto, este niño es Dios mismo”. El primero veía al niño desde el punto de vista físico. El segundo vio al niño desde el punto de vista mental. El tercero lo vio desde el punto de vista espiritual (átmico). Las tres declaraciones indican cómo se puede progresar del nivel humano al divino. Lo que se necesita es la destrucción de las cualidades animales y demoníacas en el hombre. El hombre de hoy adora ídolos e imágenes inanimadas, pero no hace ningún intento de amar a sus semejantes en carne y hueso. Este fue el primer mensaje de Jesús. Aunque uno ve a sus vecinos día tras día, no elige amarlos. ¿Cómo se puede creer que tal persona puede amar a un Dios invisible? Si un hombre no puede amar a un ser humano que es visible ante sus ojos, ¿cómo puede amar lo que no es visible para él? Esto no es posible. Sólo un hombre que ama a los seres vivos que lo rodean puede amar a lo Divino invisible. El amor debe comenzar con el amor por los seres que tienen forma. Debe extenderse a todos los seres. Esta es la etapa primaria en la espiritualidad. La espiritualidad no significa preocupación por la meditación, la adoración, etcétera. Implica la extinción total de las cualidades animales y demoníacas en el hombre y la manifestación de la Divinidad inherente en uno mismo. Cuando se elimine el apego y el odio en el que está envuelto el hombre, la Divinidad inherente en el hombre, el Ser-Conciencia-Bienaventuranza (Sat-chit-Ananda) en él, se manifestará. No hay necesidad de buscar lo Divino omnipresente en ningún lugar específico. Cuando eres divino, ¿por qué buscar lo divino en otro lugar? Es una señal de ignorancia.
Sri Sathya Sai Baba,
25 de diciembre de 1992

Por Sathya Sai Baba

Jesús fue un Karanma-janma, un Maestro que nació con un propósito: restablecer el amor, la caridad y la compasión en el corazón del hombre. No tenía ningún apego al yo, nunca le prestó atención a la tristeza o al dolor, a la alegría o a la ganancia; tenía un corazón que respondía al llamado de la angustia. Anduvo por la Tierra predicando la lección del amor. Su vida fue una ofrenda por la elevación de la humanidad.

Como la mayoría de los buscadores, él primero buscó a la Divinidad en el mundo objetivo, pero pronto se dio cuenta de que la naturaleza es un cuadro caleidoscópico creado por la propia imaginación, y buscó a Dios dentro de sí. Su estadía en los monasterios de los Himalayas, en Kashmir y otros centros de ascetismo e indagación filosófica de Oriente, expandió su conciencia. Después de regresar del Oriente, su afirmación de que era un mensajero de Dios cambió a la de que era el hijo de Dios.

El vínculo se fortaleció: el ser ya no era alguna luz o entidad distante, la luz se volvió una parte del ser. Cuando predominaba la conciencia del cuerpo, era un mensajero. Con la conciencia del corazón en ascenso, se sintió cercano y querido, y así, en esta etapa, el vínculo padre-hijo parece natural. Después, a medida que se afirmaba la conciencia del Atma, Jesús pudo declarar: «Yo y mi padre somos uno».

Estas tres etapas pueden describirse como: “Yo estoy en la luz, la luz está en mí y yo soy la luz”. Pueden compararse con las etapas de Dvaita, Vishistadvaita y Advaita descritas en la filosofía hindú. La etapa final ocurre cuando desaparece todo rasgo de dualidad. Ésta es la esencia de todas las enseñanzas y disciplinas religiosas.

Jesús fue honrado por el pueblo como Cristo, porque en sus pensamientos, palabras y acciones no encontraron ningún indicio de ego. No tenía ni envidia, ni odio; estaba lleno de amor y caridad, humildad y benevolencia.

El mismo nombre, Jesús, no es original. A él lo llamaban ISA, que al invertir las letras se convierte en Sai. Isa o Sai, ambos significan Isvara, Dios, el Eterno Absoluto.

En el manuscrito tibetano del monasterio donde Isa vivió algunos años, el nombre está escrito como Issa, que significa el Señor de todos los seres vivos.

Cuando Jesús proclamó que era el mensajero de Dios, lo que quería enfatizar que cada uno es un mensajero de Dios y que tiene que hablar, actuar y pensar como tal. Jesús declaró que cuando se progresa en este sentido, cada uno puede reconocer a todos como hijos de Dios, hermanos y hermanas de uno mismo y que por eso se deben adorar.

El cumpleaños de Jesús debe ser celebrado por toda la humanidad, porque esos Karanma-janmas pertenecen a toda la raza humana; no deben ser limitados a un solo país o una sola comunidad. Jesús encontró que los eruditos y los ritualistas habían oscurecido la verdadera religión. Se dedicó a la enseñanza de la espiritualidad y la moralidad, porque la educación es la luz misma de la vida. Jesús encontró que la gente andaba en busca de cuentas de vidrio imaginándose que eran diamantes. Visitó los lugares sagrados y descubrió que se habían convertido en mercados donde la gracia estaba siendo negociada y comercializada. Condenó al sacerdocio que toleraba y alentaba estas prácticas. Por todo esto atrajo la ira de los jefes de los templos y monasterios. Ellos tentaron a uno de sus discípulos de Jesús con treinta monedas de plata, para que lo traicionara y lo entregara.

A los gobernantes romanos les dijeron que Jesús estaba intentando hacerse pasar por rey y que debía ser castigado por traición. Su insistencia hizo que el gobernador ordenara su crucifixión. Cuando lo estaban clavando en la cruz, Jesús escuchó la voz del Padre que decía: “¡Toda vida es una, mi querido hijo! Sé igual con todos”, y pidió que los que estaban crucificando fueran perdonados, porque no sabían lo que estaban haciendo. Jesús se sacrificó por el bien de la humanidad.

Los villancicos y las velas, las lecturas de la Biblia y las pastorelas no son suficientes para celebrar el nacimiento de Jesús. Él dijo que el pan comido en la última cena era su cuerpo y que el vino era su sangre. Quiso decir que todos los seres vivos con cuerpo y sangre debían ser tratados como él mismo y que no se hiciera ninguna distinción entre amigo o enemigo, nosotros y ellos. Todos son su cuerpo, sostenidos por el pan; cada gota de sangre que fluye en las venas de todo ser humano es suya, animada por la fuerza que el vino le infunde. Esto quiere decir que todo hombre es Divino y tiene que ser venerado como tal.

Ustedes trabajan como mensajeros o siervos; después, ustedes adoran igual que un hijo adora a su padre y, finalmente, logran la sabiduría de que ustedes y Él son uno. Ése es el camino espiritual, y Jesús enseñó el camino en términos precisos.(1)

Dios ha encarnado en forma humana para inspirar a los hombres a seguir ideales superiores, no sólo en la India sino también en otros países. Los hombres pueden tener lenguas y estilos de vida diferentes, pero Dios es uno y está en todas partes. Todas las religiones hablan de Él como amor y como alcanzable por medio del amor. Las formas de adorar a Dios difieren porque están modeladas por el tiempo y el lugar, pero el amor es el contenido básico de todas las formas. Todos los corazones hablan y entienden el lenguaje del corazón. Realmente, sólo hay una raza y ésta es la raza humana. Ahora consideramos esenciales las mezquinas distinciones de nacionalidad, raza, religión y lenguaje y retenemos el amor que debe fluir desde nuestro corazón hacia cada uno. Tales fueron la vida y el mensaje de Jesús. Foméntenlos en su corazón. Sientan a Jesús como su mensajero enviado por Dios.

Sólo el amor es capaz de revelar la Divinidad latente en todos. El amor es Dios: vivan en amor. El amor vive dando y perdonando; el ego vive obteniendo y olvidando. El amor es desprendimiento; el egoísmo, desamor. No malgasten su vida aspirando a los estrechos intereses del ego. ¡Amen! ¡Amen! Vuélvanse lo que realmente son: encarnaciones del Amor. No importa cómo los traten los demás o lo que piensen de ustedes; no se aflijan. Sigan a Jesucristo. Amen para su propia evolución y no para lo que otros digan. No imiten a otros; cultiven su propia vida. Ustedes tienen su propio corazón, sus propias opiniones, sus propias ideas, su propia voluntad. ¿Por qué, entonces, imitar? La imitación es humana, dicen; pero la creación es divina. Sigan su sendero elegido. Dejen que su propia experiencia de Dios sea su guía y maestra. No se vayan a la tumba copiando débilmente a otros. No encontrarán a Dios si lo buscan en el mundo externo. Su propio corazón brillante de amor es el amor de Dios. Sigan al maestro. Enfrenten el mal. Luchen hasta el final y terminen el juego. (2)

 

(1) Divino discurso por Navidad en Prashanti Nilayam dado por Bhagavan Sri Sathya Sai Baba del 25 de diciembre de 1978
(2) Divino discurso por Navidad en Prashanti Nilayam dado por Bhagavan Sri Sathya Sai Baba del 25 de diciembre de 1979

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