San José: padre de la ternura. Historia y enseñanzas espirituales

Jesús experimentó la ternura de Dios gracias a San José que acompañó su crecimiento» en sabiduría, edad y gracia ante Dios y los hombres «(Lc 2, 52), quien «enseñó a Jesús a caminar, tomándolo de la mano y fue para él como el padre que levanta a su hijo y lo acerca a su rostro”. Esta misma actitud amorosa hacia Jesús la manifestó José para con su esposa, la Virgen María.

La hermosa dimensión de la ternura de San José implicaba para él el  hecho de estar cerca, cerca de Jesús y de su esposa, y esto lo hizo en cada momento del ejercicio de su ministerio, desde cuando cumplió la voluntad de Dios escuchando el mensaje del ángel: «José, hijo de David, no temas recibir a María como tu esposa, porque lo que en ella ha sido engendrado es del Espíritu Santo», (Mt 1,20) y pasó por las distintas momentos descritos por Mateo y Lucas (el censo, el nacimiento de Jesús, la presentación, el rescate, la imposición del nombre, la huida y regreso de Egipto, la peregrinación a Jerusalén y la vida en Nazaret en la familia y en su taller).

La solemnidad de San José se celebra -usualmente- el 19 de marzo y la fiesta de San José obrero (Día Internacional del Trabajo) es el 1 de mayo. También está incluido en la fiesta de la Sagrada Familia (30 de diciembre), y sin duda forma parte de la historia de la Navidad.

Vemos en su persona como obedecía con docilidad, y siempre estaba oyente a la voz de Dios. En cada circunstancia de su vida se ve la respuesta dirigida hacia esta voluntad.

A través de sus sueños, se le reveló lo que tenía que hacer y se observa en él su obediencia sin pensar en las dificultades. Por la fe acató los caminos de Dios, en esa confianza que el Padre había depositado en él, al elegirlo padre de su hijo.

Acoge a María como le dice el ángel, deja a un lado sus propios razonamientos y asume lo que se le dice. Nos enseña a acoger lo que se nos da en nuestra propia vida, aunque no comprendamos.

«La acogida es un modo por el que se manifiesta en nuestra vida el don de la fortaleza que nos viene del Espíritu Santo. Solo el Señor puede darnos la fuerza para acoger la vida tal como es, para hacer sitio incluso a esa parte contradictoria, inesperada y decepcionante de la existencia» (Patris Corde, 4).

Se entregó completamente a esta misión que le encomendaba y puso su vida al servicio de ello.

Durante ella le acompañaron dolores y gozos, pero su fe y obediencia les conducía siempre en la confianza de que Dios estaba ahí.

Nos enseña a creer en Dios, a tener fe aún en medio de las dificultades, miedos, debilidades, por tanto, es necesario entonces, dejarnos abandonar en Él, para que lleve nuestra vida, porque Él tiene siempre la última palabra y su mirada es más amplia que la nuestra.

San José se caracterizó por su silencio. Un silencio respetuoso y puesto al servicio de la escucha. Este silencio ayuda a tener una mirada hacia dentro para meditar y conocer la voluntad de Dios.

Preguntas para la reflexión

1- En nuestras comunidades, ¿tratamos de ser este signo de la ternura de Dios acogiendo con alegría a nuestros hermanos, escuchándolos, animándolos, animándolos y dando nuestra vida para que tengan vida en abundancia?

2- Expresar la ternura de Dios como la expresó San José hacia Jesús implica testimoniar a los hermanos y demás hermanos del pueblo de Dios, un Dios tierno, comprensible y amable que se manifiesta con gestos sencillos como muy bien lo expresa el poeta y narrador brasileño. con estas palabras: «Basta muchas veces ser un corazón que acoge, un brazo que abraza, una palabra que consuela, un silencio que respeta, una alegría que contagia, una lágrima que fluye, una mirada que acaricia, un deseo que se aplaca, un amor que promueve. «¿Cómo ocurre esto en mi vida y en nuestras comunidades?

3- Guiarse por la ternura significa tener el valor de romper ciertos paradigmas. ¿Será que nos falte cierta audacia? ¿Adónde queremos llegar con nuestra autosuficiencia y nuestro apuro diario que no favorece nuestra ternura?

José, en las ocasiones, que estuvo con Jesús, manifestó su ternura para con él cuando lo abrazaba, lo besaba, le enseñaba las leyes de Dios, lo acompañaba a la sinagoga y los instruía en los trabajos de carpintería. Toda esta expresión de la ternura Influenciará la personalidad del Hijo de Dios y esto lo llevará en su vida, porque Jesús fue marcado por esta actitud de José. Pensemos en la ternura que Jesús tenía por los enfermos, los marginados, los pecadores; ternura con sus apóstoles los niños. En efecto, Pablo VI dirá: «San José es el modelo del Evangelio que Jesús, después de haber dejado la pequeña carpintería en Nazaret y haber comenzado su misión de profeta y maestro, proclamará como programa para la redención de la humanidad».

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