El simpático gato Omar: mide 120 centímetros y revoluciona las redes. La espiritualidad de los gatos

Los gatos son seres muy especiales. Son sabidas sus capacidades para sentir presencias en otros planos. Su percepción suele expandirse más allá de lo que captan los cinco sentidos del ser humano. Desde la época de los egipcios han sabido acompañar al género humano a lo largo de la historia, y han compartido sus búsquedas por lo espiritual. Su sensibilidad los lleva a percibir los dolores y afecciones en el cuerpo de los humanos, donde muchas veces se sientan o posan sus manos, como forma de contribuir a su sanación. Aquí te presentamos la historia de Omar, ¡un gato muy particular!

Los gatos no dejan de sorprendernos, desde hace unos días, un gato que vive en Australia y se llama Omar viene siendo noticia, y las redes se han ocupado de viralizarlo.

Omar es un gato que mide 120 centímetros de largo (¡sí, más de un metro!), pesa 14 kilos y ya fue contactado por los responsables de los récords Guinness para ver si cumple con todos los requisitos y marcar un nuevo hito a nivel mundial, ya que podría convertirse en el más largo del mundo.

Los dueños del animal jamás pensaron que su adorable gatito iba a crecer tanto y sobre todo, les iba a ocasionar un dolor de cabeza a la hora de la alimentación.

 

Pese a que Omar es un gato distinto a los demás por su enorme tamaño, esto no le impide ser como sus hermanos: su mirada contempla la profundidad en sus momentos de silencio, juega con los humanos de su familia, con el perro que también vive en la casa y como buen felino, busca refugiarse en los lugares altos.

Omar también es juguetón: aprovecha su tamaño para sacar cosas de los muebles, abrir la alacena de su hogar si tiene hambre. El felino es de raza Maine coon y viene sorprendiendo al mundo entero.

El gato Omar tiene una cuenta de Instagram para él (omar_maine_coon) donde comparte fotos y videos, y ya tiene 148 mil seguidores.

El gato Barivel

Si googlean noticias sobre el gato Omar, de Melbourne, Australia, verán que lo que hoy parece una novedad no lo es, porque ya en 2017 se decía que se iba a quedar con el título de “el gato más largo del mundo”… Pero eso aún no sucedió porque el podio, por ahora, sigue siendo de Barivel, un gato que vive en Italia. Ambos son de la misma raza, la Main coon.

El primer dueño del título fue un gato de cuatro años llamado Snowbie, de Escocia, que figuraba en la lista de 103 cm. Durante décadas, el gato doméstico más grande fue un gato atigrado llamado Himmy de Queensland, Australia, que pesaba 21,3 kg cuando murió en 1986, sin embargo, Guinness ya no reconoce el peso como una medida para los animales domésticos, sino que se centra en la longitud y la altura.

Barivel es el último miembro del salón sagrado de los gatos domésticos más largos, adonde entró en 2018. Cuando se midió desde la cabeza hasta la punta de la cola, el 22 de mayo de ese año, Barivel llegó a 120 cm. Es una especie de celebridad local en Milán ya que la pareja a veces lleva a su mascota a pasear en un buggy. Barivel también tiene su Instagram: barivel_main_coon.

En el mundo de los gatos, los Maine coons son conocidos por ser “gigantes suaves”, que generalmente alcanzan 76-101 cm de largo y miden hasta 40 cm de alto, en comparación con 23-25 cm de alto para la mayoría de los gatos domésticos.

Volviendo al actual poseedor del récord, quizás lo más notable de Barivel es que solo tenía dos años cuando lo midieron. Dado que la raza Maine coons puede seguir creciendo hasta alrededor de los cuatro o cinco años, este prodigioso gatito podría tener una oportunidad real del título del gato doméstico más largo de la historia. Siempre y cuando Omar, que este año mide 1,20 m de largo pero puede seguir creciendo, ya que tiene 3 añitos, no se salga con la suya y logre correr del podio a Barivel.

La popularidad de Omar también nos enseña que los gatos nunca dejarán de sorprendernos.

En Tailandia existe una preciosa leyenda que ha trascendido en el tiempo y resulta muy común ver a los gatos dormitando en los santuarios, hechos un ovillo en el regazo de las múltiples figuras de Buda que adornan los jardines y los templos. La leyenda relata que, cuando una persona alcanzaba los niveles más altos de espiritualidad y moría, su alma se introducía en el cuerpo de un gato, con el fin de tener una última oportunidad para vivir en un cuerpo físico antes de trascender a un plano totalmente espiritual. La ciencia también ha demostrado que el ronroneo de los gatos es capaz de tranquilizar el sistema nervioso, aliviar los síntomas de la depresión y relajar a personas con problemas de ansiedad.


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