Coronavirus: enseñanzas budistas para calmar la mente y enfrentar la crisis

La pandemia de coronavirus está desafiando nuestra salud, trabajo, familia, comida y diversión. También perturba nuestra tranquilidad y nos obliga a cuestionar nuestra propia existencia.

Cada uno de nosotros nos hacemos nuestras propias preguntas existenciales: ¿Por qué me pasa esto a mí? ¿Por qué no puedo seguir con mi vida habitual? ¿Quién creó el problema y por qué?

Si bien los científicos están trabajando arduamente para encontrar soluciones médicas, los conceptos del budismo pueden proporcionarnos calma para nuestras mentes sobrecargadas.

La respuesta del Buda sería centrarse únicamente en los hechos existenciales, apuntando primero a la comprensión y luego a adoptar una práctica de meditación.

Un discípulo inquietante

Considere el caso de Mālunkyaputta, un discípulo que siguió molestando al Buda hace unos 2.500 años en la antigua India. Mālunkyaputta lo impulsó a responder una serie de preguntas complejas.

Un día en particular, se acercó al Buda e insistió en que necesitaba que le dieran las respuestas.

El Buda respondió con una anécdota de un hombre herido con una flecha venenosa que venía a ver a un médico en busca de medicamentos. El hombre insistió en que no dejaría sacar la flecha hasta que supiera quién le disparó y cómo. El Buda dijo que para cuando se hubieran dado todas las respuestas, el hombre estaría muerto.

El Buda definió esta enseñanza para evitar respuestas a preguntas filosóficas y tratar solo con los hechos existenciales: “hay nacimiento […] envejecimiento […] morir […] dolor, tristeza, sufrimiento, lamentación y desesperación” y su “represión [ …] aquí y ahora”.

Lo que esto significa para nosotros es que, aunque es natural tener esas preguntas, preocuparse por las respuestas solo puede traer más sufrimiento. Sería más sabio trabajar para reducir nuestro propio sufrimiento y el de los demás.

Tres marcas de existencia

Lo que queda en este budismo central es el existencialismo puro del desapego, desapasionado del mundo del espacio-tiempo que resulta en el nirvana. Este estado se define simplemente como la ausencia de avaricia, odio y engaño.

El budismo nos enseña que el coronavirus nos está haciendo experimentar algunas formas intensas de las tres marcas de nuestra existencia (tilakkhaṇa). Son la impermanencia (aniccā), la falta de satisfacción o sufrimiento (duḥkha) y el no-yo (anatta).

La repentina invasión de la pandemia en nuestra sociedad, causando muerte y miseria, nos recuerda esa impermanencia. Nos muestra la naturaleza inevitable de nuestra propia muerte y el sufrimiento asociado, lo que nos lleva a hacer un examen de conciencia.


El budismo es practicado por 535 millones de personas en todo el mundo, entre el 8% y el 10% de la población total del mundo.

Las pequeñas cosas

El budismo enseña prácticas de meditación con una profunda introspección. Estos están diseñados para hacernos conscientes de la naturaleza y ayudar a aliviarnos de los sufrimientos, como se describe en varios suttas budistas, los registros que contienen los enunciados originales del Buda.

El proceso consiste en aflojar nuestra comprensión, aquellas cosas a las que nos aferramos que se rigen por nuestros deseos, tanto en cosas tangibles como intangibles en la vida al darnos cuenta de su verdadera naturaleza, relacionándolas con tres tilakkhaṇa. La meditación nos invita a ser felices con las cosas más simples y básicas de la vida.

Los pasos de meditación que se enseñan en los suttas pueden guiar nuestra mente, calmar nuestro cuerpo y ayudar a nuestros sentidos a encontrar paz y deleite. Se espera que la meditación produzca nuestra felicidad inherente pero latente sin depender de nuestro cuerpo o de nuestras disposiciones, que son impermanentes.


La atención plena y la meditación pueden enfocar la mente en pequeñas alegrías.

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El panorama

Si bien estas deliberaciones, debido a su efecto psicológico, pueden brindar paz, felicidad e incluso beneficios para la salud del individuo, existen otros beneficios.

En primer lugar, esta práctica consciente puede ayudarnos a continuar con nuestra vida cotidiana de una manera más disciplinada y segura, lo que, como podemos ver, es extremadamente valioso en una situación de crisis como la actual.

La meditación puede ayudarnos a no entrar en pánico (o comprar pánico), a ser conscientes de nuestro propio comportamiento para que tengamos cuidado incluso con lo que tocamos o no tocamos (incluida nuestra cara). Nos ayudaría a ser conscientes de limpiarnos las manos regularmente y a tener en cuenta a los que nos rodean para que tengamos cuidado con cualquier posibilidad de transmitir gérmenes.

El simple acto de lavarse las manos puede convertirse en un acto de meditación.
Muchos creen que la meditación también puede ayudar al resto del mundo, debido a la consideración que crea. La pandemia puede afectar a ricos y pobres (aunque también hay preocupaciones de que pueda aumentar la inequidad). Nuestras prácticas de meditación pueden ayudarnos a evaluar la impermanencia, la decadencia y la muerte inevitable de nuestra existencia, contra cualquier privilegio que podamos tener. La meditación puede dirigirnos a considerar la posibilidad de vivir una vida feliz al satisfacer solo las necesidades básicas. Para algunos, esto puede hacernos reevaluar lo que vemos como nuestras desgracias.

Buda puede ser visto simplemente como un pensador y maestro perspicaz. Propuso una perspectiva natural, proporcionando soluciones que no atraen a ninguna fuerza sobrenatural.

Junto con las soluciones psicológicas y los beneficios para la salud que la meditación puede aportar, podemos encontrar que es posible adoptar los conceptos budistas en un marco de contemplación, uno orientado a la salvación de nuestra crisis actual.

Fuente: Nishanathe Dahanayake, theconversation.com

Traducción: Planeta Holístico

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