Atrapada en la queja es imposible avanzar: Entrevista a Jean Shinoda Bolen

Los arquetipos son modelos, maneras innatas de ser y reaccionar que están en el inconsciente colectivo, un patrón en el que todos nos podemos reconocer”, explica Jean Shinoda Bolen, que dedica uno de sus libros a Artemisa, un arquetipo.

Es psiquiatra y un referente mundial en psicología femenina. En su libro “Artemisa, el espíritu indómito de cada mujer”, nos acerca a los arquetipos universales.

¿Todos podemos reconocernos en los arquetipos?
Todo el mundo tiene arquetipos, lo sepa o no.

¿Si supiéramos cuál es nuestro arquetipo viviríamos más acorde con nuestra esencia?
Sí. Se espera que encajemos en el modelo de nuestros padres, cultura, sociedad… Pero a menudo no encajamos en lo que se espera de nosotros. Por ejemplo, si cuando eras una niña querías jugar con un tipo de juegos que teóricamente era solo para niños, seguramente tenías el arquetipo de Artemisa activo en ti.

¿Y qué ocurre en la edad adulta?

Una niña con el arquetipo de Artemisa le puede gustar estar con los caballos, los animales, la naturaleza. Si su madre espera que esté en la cocina o aprenda a coser, probablemente se rebelará. Y cuando sea adolescente, quizá le interesará más montar a caballo que tener novio. Ya de adulta, cuando se supone que tiene edad de casarse y tener hijos, a lo mejor prefiere dedicarse a otra cosa. Hasta que encuentre al hombre que la trate como una igual. Porque la mujer Artemisa quiere estar con un hombre que sea su mejor amigo, no su jefe.

Dice que tuvo que tener dos hijos para aprender que los niños no nacen como una página en blanco, sino con influencias arquetípicas…

Muchos de los conflictos entre madres e hijas se llevarían mejor si las dos fuesen conscientes de sus arquetipos. También en el caso de los hombres, claro.

La mujer Artemisa quiere estar con un hombre que sea su mejor amigo, no su jefe

¿Un arquetipo es como un instinto o un talento?
Exacto. Un talento musical es una habilidad humana. Y hay personas que tienen poca habilidad musical, y otros que son genios de la música.

Según usted, a los 50 años empieza lo mejor para una mujer.
Sin duda. A partir de esa edad, las mujeres pueden lograr un gran poder personal. Pueden decir la verdad con compasión. Mostrarse en desacuerdo con lo que no les gusta. Y, sobre todo, no verse como víctimas del sufrimiento.

El sufrimiento es parte de la vida…

Y a todos nos toca nuestra ración. Pero cuando te quejas, si te quedas atrapada en esa ración de sufrimiento que te ha tocado, no eres capaz de ir más allá y superarlo. Ese aspecto está ligado al concepto de “indomable” que asocio a Artemisa. Significa que eres una mujer indómita. Por muy mal que la vida te trate, sigues hacia delante. Cuando tenemos experiencias de sufrimiento, podemos crecer y abrazar la compasión o quedarnos estancadas en el sufrimiento.

¿La clave es la aceptación?
No estoy diciendo que seamos estoicas. Se trata de aceptar y vivir ese sufrimiento que nos llega, lo que nos permite tener más compasión hacia el de los otros. Una de las cosas que hacen muy bien las mujeres mayores de 50 años (siempre que tengan salud psicológica) es reírse juntas. Reírse de sí mismas, de su cuerpo. Es una risa sanadora.

¿Qué opina de la presión que reciben las mujeres: tener un buen cuerpo, ser buena trabajadora, madre, esposa…?
Que las hace muy infelices. Porque nadie puede ser perfecto ni hacerlo todo. Y eso implica que, a menudo, estas mujeres escucharán una voz interior que las estará criticando por no ser perfectas. Una cosa es que desees perfeccionar una habilidad concreta y otra que quieras tener una apariencia perfecta. Eso ya guarda mucha relación, demasiada, con lo que los otros piensan de mí, lo que me lleva a la infelicidad.

Y para salir de esa trampa…
Yo recomiendo aprender a estar bien con nosotras mismas, en soledad. Hacernos amigas de nosotras. También a través de la meditación o con cualquier otra cosa que contribuya a alimentar nuestra alma.

¿Nuestra alma? Por tanto, el camino es espiritual.

Sin duda. Guarda mucha relación con desarrollar el corazón como órgano de percepción. De lo que eres, de cuál es tu camino. Se trata de vivir de dentro hacia afuera. No estar tan pendiente de lo que te llega. Aunque, al mismo tiempo, nos puede ayudar hacer cosas por los demás.

La importancia de compartir la felicidad

Una actitud altruista.

Y también mantener una relación con algo que sabes que es mayor que tú. En la medida en que conectas con algo más grande que tú, las sincronicidades, los sucesos aparentemente fortuitos, se dan con más frecuencia. Y eso te indica si vas por el buen camino. En cada uno de nosotros hay una sabiduría que a menudo no escuchamos.

¿Cómo se vive desde “el alma”?

Hay cosas que tenemos que hacer sin saber cómo ni por qué. Se trata de ser receptivos y de abrirnos a lo que está dentro de nosotros.

Fuente: Revista digital Mente Sana.

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