Un ejercicio para experimentar el vacío, por Yongey Mingyur Rinpoche

La mente es en esencia vacía.

Aunque vacía, todo surge en ella constantemente.

—el Tercer Karmapa Gyalwang, Song of Karmapa:

The Aspiration of the Mahamudra of True Meaning

Experimentar el vacío

Una cosa es entender el concepto de vacío intelectualmente, y otra experimentarlo directamente. Trate de observar sus pensamientos, emociones y sensaciones con mucha atención, a medida que surgen del vacío, momentáneamente aparecen como vacío y se disuelven de nuevo en el vacío. Si no le surgen pensamientos, emociones o sensaciones, invéntese rápidamente todos los que pueda, uno después del otro. El objeto del ejercicio es observar tantas formas de experiencia como pueda. Si no las observa, desaparecerán sin que las perciba. No deje que los pensamientos, sentimientos y sensaciones se vayan sin haberlos observado.

Práctica

Empiece por sentarse derecho, en una posición relajada, y respire normalmente. A continuación comience a observar sus pensamientos, emociones y sensaciones con mucha claridad.

Si no surge nada, sencillamente farfúllese cosas. Observe distintamente todo lo que perciba: dolor, presión, sonidos, etc. Aun ideas como “Este es un buen pensamiento”, “Me encanta este ejercicio” o “Detesto este ejercicio” son pensamientos que usted puede observar. Hasta algo tan simple como una picazón puede ser sujeto de observación. Para lograr algún efecto el ejercicio debe hacerse por lo menos durante un minuto.

¿Está listo? Entonces, una, dos y tres, ¡comience!

Observe los movimientos de su mente…

Observe los movimientos de su mente…

Observe los movimientos de su mente…

Ahora deténgase.

Disolver en el vacío

El objeto del ejercicio es sencillamente observar todo lo que pasa por su conciencia a medida que surge del vacío, aparece momentáneamente y después se disuelve de nuevo en el vacío, como el movimiento de una ola que sube y baja en un vasto océano.

No debe tratar de parar los pensamientos, emociones y demás, ni tampoco fomentarlos. Si trata de correr tras ellos, si deja que ellos lo dirijan, comenzarán a definirlo a usted, y usted perderá la habilidad de responder abierta y espontáneamente en el momento presente; pero, por otra parte, si usted intenta bloquear los pensamientos, su mente puede volverse bastante estrecha y pequeña.

Este es un punto importante porque mucha gente piensa, erróneamente, que para meditar hay que parar deliberadamente el movimiento natural de los pensamientos y las emociones. Sí es posible detener este movimiento por corto tiempo e incluso lograr una efímera sensación de paz, pero es la paz de un zombi. Un estado desprovisto de pensamientos y emociones es un estado exento de discernimiento y claridad. Sin embargo, si usted practica dejando que su mente sea como es, esta al fin se calma por sí sola. Poco a poco irá sintiendo una sensación de amplitud y su habilidad para experimentar los pensamientos y las emociones de manera clara e imparcial aumentará gradualmente. Donde antes veía sólo problemas, espontáneamente comenzará a ver oportunidades.

Lo que pienso y siento, ¿es necesariamente la verdad?

Con la práctica no sólo se volverá más inmune a las exigencias de la experiencia, sino que comenzará a preguntarse si lo que piensa y siente es necesariamente la verdad. La tendencia normal es a identificarse con los pensamientos y las emociones, sin ningún sentido de claridad o de consciencia natural. Una vez que usted comience a observar de manera consciente cómo los pensamientos y las emociones van y vienen, empezará a darse cuenta de que estos son todos fenómenos relativos, y que sólo pueden definirse por su relación con otras experiencias.

Un pensamiento alegre se distingue por su diferencia con uno que no lo es, de la misma manera que una persona alta se distingue como “alta” sólo en relación con alguien que lo es menos. Tomada aisladamente, esa persona no es ni alta ni baja. Asimismo, un pensamiento o sentimiento no puede, por sí mismo, describirse como positivo o negativo a menos que se compare con otros pensamientos. Sin este tipo de comparación, un pensamiento, un sentimiento o una percepción no es más que lo que es. No tiene cualidades ni características intrínsecas y no puede definirse por sí mismo excepto mediante comparación.

Fuente: “La alegría de la vida. Descubra el secreto y la ciencia de la felicidad”, por Yongey Mingyur Rinpoche

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